CUENTO
LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Bayardo Quinto Núñez, escritor).- La noche acariciaba
suavemente los rostros de las personas que merodeaban por los alrededores del
parque. Estaban sentados frente al quiosco, donde se posa en la cúspide estatua
de una mujer desnuda, que señala con dedo índice hacia el universo, parte
suroeste. Variedad de luces, de diversos colores, rodeaban el quiosco, la
pileta del mismo absorbía la luminosidad de la luna, que la hacía más bella y
refulgente.
La gente pasaba por doquier,
los niños jugaban en los columpios, en los resbaladeros, otros andaban en
bicicleta; todo estaba lleno de alegría y entusiasmo. La noche era cálida, bien
observadora, no soplaba viento, las hojas de los árboles estaban quietas, a la
expectativa de la entrada de la Navidad.
En ese devenir de cosas y
pensares se aparecieron un par de niñas, dando vueltas alrededor del quiosco,
patinaban sin cesar, una de ellas los manejaba con gran maestría y la otra
ejecutaba con mejor técnica.
En ese momento recorría en la
mente de Benjamín: “Esa niña maneja con destreza los patines, ha tenido
escuela”. Observaba que las niñas disfrutaban el máximo el juego, y cada vez
que pasaban por la banca donde estaba sentado Benjamín, sonreían con delicadeza
e ingenuidad.
-Marina, la manera de actuar
y vestir de esas niñas no es común-señaló Benjamín.
-Tenés razón, da la impresión
que son de familia adinerada.
Al rato pasó un joven en una bicicleta,
iba a toda velocidad, y atrevidamente le tocó la cadera a la niña más grande y
le dijo-adiós amor-, y continuó su camino a grandes carcajadas. Las jovencitas
estaban apenadas, se sentaron frente a Benjamín y lo observaban con rostro de
preocupación.
El chavalo de la bicicleta
volvió a pasar y le dijo a la niña-muñeca linda-, Benjamín las volvió a ver y
la preocupación era más profunda, daba la impresión que estaban aterrorizadas.
Las niñas se levantaron y
dieron una vuelta con extraña lentitud, comentaban a saber qué. Posteriormente se acercaron a la banca donde
descansaban Benjamín y su acompañante; no cabía duda, las niñas sonreían
temerosas y daban la impresión que buscaban protección.
- ¡Qué chavalo más vulgar! -dijo
Benjamín.
-Si vuelve a pasar, lo
seguiré y lo golpearé-dijo la niña agraviada.
-No le hagan caso, sigan
jugando-dijo Marina.
Las niñas continuaron con su
juego, daban una vuelta y se sentaban al lado de Benjamín. De repente
aparecieron dos niños, que por las características de su vestir y lo clásico
del patín que usaban, Benjamín señaló que esos eran niños pobres que iban a
jugar con niñas ricas.
Las niñas se sorprendieron al
ver a esos niños, pero agarraron confianza y se aproximaron a ellos; platicaban
amenamente, entonces la pareja se dirigió a los cuatro niños y dijeron: Hagamos
un juego, vayan a patinar. En ese momento, uno de los niños, el de la chinela y
el patín causó impresión, en un pie tenía un patín viejo y sarroso, en el otro
una chinela con hoyo. ¡Pobre chavalo!
La carrera dio comienzo, tres
técnicas diferentes se iban a enfrentar, a la vista de una señal se dispusieron
a salir, una de las niñas aventajó con la técnica perfecta, sin embargo, el
chavalo de la chinela y el patín, manipulaba su pie enchinelado y se impulsaba,
lo cual le permitía avanzar con más fuerza y velocidad, al extremo que ganó la
carrera, y así sucesivamente compitieron una y otra vez, hasta el cansancio.
Las niñas estaban cansadas,
se sentaron en la banca, en tanto los niños seguían dando vueltas alrededor del
quiosco, y de vez en cuando se detenían a la orilla de la banca de descanso.
- ¿Dónde viven ustedes? -preguntó
Benjamín.
-Por el momento estamos
viviendo aquí, pero nuestra residencia es en los Ángeles, California-contestaron
las niñas.
- ¿Con quién andan? -preguntó
Marina.
-Con nuestra mamá y otros
parientes.
- ¿Y tú papá?
-Se quedó en Los Ángeles con
los pies quebrados. Se echaron a reír.
- ¿Qué le pasó tú papá?
-Se cayó de un edificio, él
es Ingeniero, estaba supervisando una obra y sucedió la desgracia.
- ¿Y piensan quedarse en esta
ciudad?
-Tal vez por un tiempo más.
¿Cuándo piensan regresar a
los Ángeles?
-El 22 de diciembre.
- ¿Y a dónde están viviendo?
-En Managua, con mi mamá,
unos amigos y lógicamente los empleados. Tenemos una piscina y una computadora,
a veces escribimos.
- ¿Qué escriben? Las niñas
sonrieron maliciosamente y no contestaron.
La pareja discurrió que no se
habían equivocado, porque esas jovencitas eran de familia adinerada. Al rato
las llamó su mamá, las niñas se despidieron amablemente como unos angelitos,
para nunca más volver; pero quedó impregnado en la memoria, la belleza,
delicadeza y relación fugaz entre el rico y el pobre. Al final de cuentas,
ricos o pobres, los niños siempre se divierten.
©Biodatos
de Bayardo Quinto Núñez, Escritor, Pintor, Estudio siempre Música, Artesano del
Calzado, Profesor de Educación Física en Instructor Deportivo Baloncesto, Licenciado
en Ciencias Jurídicas y Sociales, nicaragüense© ~Seudónimo Bayquinú~
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