LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A, Perez Obando (Gapo), escritor).- La fascinante historia y evolución de la catapulta implica un viaje desde la Antigüedad hasta la Edad Media. Fue una máquina de guerra que dejó una marca indeleble en la historia de la humanidad. Sus orígenes se remontan a la antigua Grecia alrededor del siglo IV a.C. Los primeros diseños de catapultas eran versiones mejoradas del arco y la flecha con capacidad de lanzar proyectiles más grandes y pesados a mayores distancias.
En
la antigua Grecia, dos de los primeros tipos de catapultas fueron la balista y
el oxybeles. La balista era una especie de gran ballesta que lanzaba piedras o
dardos de metal con un mecanismo donde cuerdas o tendones se torcían para
almacenar energía que se liberaba al disparar el proyectil. El oxybeles fue una
versión más avanzada de la balista utilizando arcos de madera y tendones para
crear una mayor fuerza de lanzamiento.
El
ingeniero griego Filón de Bizancio y el matemático Arquímedes fueron figuras
clave en la mejora de las catapultas. Arquímedes diseñó catapultas que podían
lanzar proyectiles de gran tamaño a largas distancias utilizando principios de
palanca y torsión. Estos dispositivos se utilizaron en las guerras
helenísticas, especialmente durante los asedios, para destruir murallas y
fortificaciones enemigas.
Los
romanos adoptaron y mejoraron las tecnologías de catapultas griegas.
Desarrollaron el onagro, catapulta de un solo brazo que utilizaba la energía
almacenada en cuerdas torcidas para lanzar grandes piedras. Era especialmente
efectivo en los asedios ya que podía lanzar proyectiles con una fuerza
devastadora contra las murallas enemigas. También utilizaron la scorpio, más
pequeña que disparaba dardos de metal, ideal para defensa de fortificaciones y
combate en el campo de batalla.
Con
la caída del Imperio Romano la tecnología se difundió por Europa. Durante la
Edad Media se desarrollaron varios tipos de catapultas con sus propias
características y ventajas.
El
mangonel era la versión medieval del onagro romano. Utilizaba un brazo
impulsado por torsión o tensión para lanzar proyectiles. Eran fáciles de
construir y podían lanzar una variedad de objetos, desde piedras hasta brea
ardiente. Se utilizaban en los asedios para derribar murallas y causar caos en
fortificaciones enemigas.
El
trebuchet fue la culminación de la tecnología de catapultas medievales. A
diferencia de las de torsión, utilizaba un sistema de contrapesos para lanzar
proyectiles. Un gran peso se dejaba caer desde una altura, lo que hacía girar
un brazo largo que lanzaba el proyectil. Eran extremadamente potentes y
precisos, capaces de lanzar enormes piedras a grandes distancias. Su uso en los
asedios era devastador ya que podían destruir murallas y torres con relativa
facilidad.
Durante
la Edad Media las civilizaciones islámicas hicieron contribuciones
significativas a esta tecnología. Los ingenieros musulmanes perfeccionaron el
diseño del mangonel y del trebuchet introduciendo mejoras en los materiales y
técnicas de construcción. Las utilizaron en sus campañas militares y durante
asedios de ciudades fortificadas demostrando la eficacia de estas máquinas de
guerra.
En
China, el huochong lanzaba proyectiles incendiarios, avance importante en la
guerra de asedio. Desarrollaron el xiangmao, un tipo de trebuchet de contrapeso
que utilizaba principios similares a los europeos. En Japón se utilizaron en la
defensa de castillos y fortificaciones durante períodos de guerra civil.
Con
la llegada de la pólvora y las armas de fuego en el siglo XIV, la catapulta
comenzó a perder su relevancia en el campo de batalla. Los cañones y los
morteros podían lanzar proyectiles con fuerza y precisión mucho mayores
haciendo que se volvieran obsoletas.
El legado de las catapultas perduró en la historia militar y en la ingeniería. Los principios de mecánica y física sirvieron de base para el desarrollo de nuevas tecnologías de artillería. https://youtu.be/0mxe5e1-RBI?feature=shared
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