LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Isidro Ros).- La informática retro es un mundo fascinante que nos permite descubrir la enorme evolución que ha experimentado este mundillo con el paso del tiempo. Ya vimos, hace unos años, el tamaño que tenía un módulo de 1 byte de RAM en 1946, y hoy vamos a conocer al primer disco duro de 5 MB del mundo, una auténtica «reliquia» tecnológica que fue fabricado en 1956.
Hoy en día, si pensamos en un disco duro, nos vendrá a la cabeza una unidad de almacenamiento integrada en un chasis metálico de tamaño compacto que podemos coger con una mano. Los formatos se han estandarizado en 2,5 y 3,5 pulgadas, y han superado los 20 TB de capacidad de almacenamiento, cifra que equivale a más de 20 millones de MB.
El primer disco duro de 5 MB era muy diferente a los discos duros actuales, no solo por capacidad, también por peso y tamaño. La primera gran diferencia la tenemos en su tamaño, y es que era tan grande que ocupaba casi cinco metros cuadrados. Era prácticamente como un armario de gran tamaño, y su peso no se quedaba atrás, ya que alcanzaba los 998 kilogramos, es decir, pesaba casi una tonelada.
A pesar de todo su capacidad de almacenamiento era de solo 5 MB, una cifra que hoy en día es ridícula, pero que en 1956 era toda una revolución. En aquella época tener esta capacidad de almacenamiento era algo espectacular, porque equivalía a 64.000 tarjetas microperforadas, o lo que es lo mismo, a 2,5 millones de páginas de texto plano.
Michael Maloney / San Francisco Chronicle
Para conseguir esa capacidad de 5 MB se utilizaron un total de 50 platos de 24 pulgadas. Las operaciones de lectura y escritura corrían a cargo de dos brazos independientes, y el tiempo medio de acceso al disco era de 600 milisegundos. Hoy en día lo normal es que los tiempos de acceso de un disco duro sean de unos 10 milisegundos.
Un disco duro de este tamaño y peso era muy difícil de mover, pero también requería de unas condiciones específicas para funcionar correctamente. Para mantener unas condiciones óptimas de funcionamiento tenía que estar refrigerado por un sistema de aire acondicionado que evitaba problemas de exceso de calor, y que al mismo tiempo controlaba los niveles de humedad en el ambiente.
IBM fabricó alrededor de 1.000 unidades. Cada una se podía alquilar por 3.200 dólares al mes, o comprar por 160.000 dólares, una cifra que actualizada a la época actual equivaldría a casi dos millones de dólares. En aquella época este tipo de tecnología todavía se encontraba en una etapa muy temprana, y los ordenadores eran algo exclusivo de grandes empresas y entes gubernamentales que, además, ocupaban habitaciones enteras.
La producción de este disco duro terminó en 1961, fecha en la que quedó totalmente obsoleto, y fue sucedido por una unidad más rápida, con mejores tiempos de acceso y mayor capacidad. A partir de ahí la evolución que vivió el sector de los discos duros fue lenta pero constante, y vivió un momento importante en 1981, fecha en la que Apple lanzó el disco duro ProFile, una unidad con una capacidad de 5 MB con un precio de 3.499 dólares.
Este disco duro de Apple tenía la misma capacidad que el modelo de IBM de 1956, pero a diferencia de aquel era tan pequeño que podía montarse sin problemas encima de un ordenador Apple II. El gran avance estuvo en el proceso de miniaturización, que como vemos fue espectacular.
Hoy en día, si pensamos en un disco duro, nos vendrá a la cabeza una unidad de almacenamiento integrada en un chasis metálico de tamaño compacto que podemos coger con una mano. Los formatos se han estandarizado en 2,5 y 3,5 pulgadas, y han superado los 20 TB de capacidad de almacenamiento, cifra que equivale a más de 20 millones de MB.
El primer disco duro de 5 MB era muy diferente a los discos duros actuales, no solo por capacidad, también por peso y tamaño. La primera gran diferencia la tenemos en su tamaño, y es que era tan grande que ocupaba casi cinco metros cuadrados. Era prácticamente como un armario de gran tamaño, y su peso no se quedaba atrás, ya que alcanzaba los 998 kilogramos, es decir, pesaba casi una tonelada.
A pesar de todo su capacidad de almacenamiento era de solo 5 MB, una cifra que hoy en día es ridícula, pero que en 1956 era toda una revolución. En aquella época tener esta capacidad de almacenamiento era algo espectacular, porque equivalía a 64.000 tarjetas microperforadas, o lo que es lo mismo, a 2,5 millones de páginas de texto plano.

Para conseguir esa capacidad de 5 MB se utilizaron un total de 50 platos de 24 pulgadas. Las operaciones de lectura y escritura corrían a cargo de dos brazos independientes, y el tiempo medio de acceso al disco era de 600 milisegundos. Hoy en día lo normal es que los tiempos de acceso de un disco duro sean de unos 10 milisegundos.
Un disco duro de este tamaño y peso era muy difícil de mover, pero también requería de unas condiciones específicas para funcionar correctamente. Para mantener unas condiciones óptimas de funcionamiento tenía que estar refrigerado por un sistema de aire acondicionado que evitaba problemas de exceso de calor, y que al mismo tiempo controlaba los niveles de humedad en el ambiente.
IBM fabricó alrededor de 1.000 unidades. Cada una se podía alquilar por 3.200 dólares al mes, o comprar por 160.000 dólares, una cifra que actualizada a la época actual equivaldría a casi dos millones de dólares. En aquella época este tipo de tecnología todavía se encontraba en una etapa muy temprana, y los ordenadores eran algo exclusivo de grandes empresas y entes gubernamentales que, además, ocupaban habitaciones enteras.
La producción de este disco duro terminó en 1961, fecha en la que quedó totalmente obsoleto, y fue sucedido por una unidad más rápida, con mejores tiempos de acceso y mayor capacidad. A partir de ahí la evolución que vivió el sector de los discos duros fue lenta pero constante, y vivió un momento importante en 1981, fecha en la que Apple lanzó el disco duro ProFile, una unidad con una capacidad de 5 MB con un precio de 3.499 dólares.
Este disco duro de Apple tenía la misma capacidad que el modelo de IBM de 1956, pero a diferencia de aquel era tan pequeño que podía montarse sin problemas encima de un ordenador Apple II. El gran avance estuvo en el proceso de miniaturización, que como vemos fue espectacular.
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