El color de la cera del oído, también llamada cerumen, es una señal reveladora sobre su estado y su función. Desde el característico amarillo pálido, pasando por anaranjado, marrón y hasta negro, cada variación refleja el paso del tiempo o situaciones asociadas con nuestra salud auditiva.
La cera recién producida es blanda y de tonos claros, mientras que la más antigua se seca y se oscurece. Esta transformación corresponde a un mecanismo natural de defensa, que protege al oído de la entrada de polvo, suciedad o bacterias.
No obstante, ciertas veces, la obstrucción por acumulación excesiva, las infecciones y las enfermedades, también producen cambios en el color y la textura que no pasan desapercibidos. Si ahora mismo notas un tono inusual, que te genera inquietud, descubre qué significa y cuándo buscar atención médica.
1. Blanco a amarillo
Cuando el oído está saludable y la producción de cera es normal, su color puede ir de blanquecino a amarillo dorado. A menudo, se acompaña de una consistencia blanda, pegajosa y húmeda, que es la que permite cumplir con la función protectora para evitar la entrada de partículas o microorganismos infecciosos.
También es un indicativo de que las glándulas ceruminosas del oído están funcionando de forma óptima y que no hay interferencias en el proceso de eliminación del residuo. Lo cual ocurre de forma natural con los movimientos al hablar o masticar.
2. Amarillo a naranja
Que el color de la cera del oído varíe entre tonos amarillos y naranja es bastante normal y no revela problemas de salud. El motivo principal por el que ocurren estos cambios tiene que ver con la oxidación de la cera, un proceso que ocurre con el paso de los días, cuando la sustancia se mezcla con células muertas y otras partículas.
La cantidad de cerumen producido, así como el contacto del oído con champús, acondicionadores y otros productos, inciden en que sea más o menos oscura. Otra hipótesis plantea que el consumo de algunos alimentos (como los que contienen grasas, azúcares y pigmentos fuertes) influye en el aspecto de la cera, pero no hay evidencia que lo compruebe.
3. Naranja oscuro
Con el paso de los días, y si la eliminación de la cera tiene algún tipo de interferencia, su color puede tornarse naranja oscuro. Además, su textura se vuelve más pegajosa o escamosa, lo que aumenta el riesgo de obstrucciones o tapones en el canal auditivo.
Para evitarlo, puedes hacer una limpieza del oído con gotas especiales para este fin, como las que contienen agua oxigenada, ácido acético o bicarbonato de sodio. Suelen ser de venta en libre en las farmacias y su uso es sencillo: Coloca 5 gotas en cada oído (o según indique el producto), inclina la cabeza al lado contrario por unos minutos y, por último, gira la cabeza para drenar los residuos. Puedes limpiar el exterior con un paño suave y limpio.
4. Marrón
Una variación entre el naranja oscuro y el marrón en la cera del oído sugiere que el residuo lleva mucho tiempo acumulado y ha envejecido. Su textura es mucho más gruesa, producto de la mezcla con partículas de polvo, células muertas y secreciones.
Como su consistencia es más densa y pegajosa, tiende a quedarse pegada. Con los días, la obstrucción causará comezón, disminución de la audición y un mayor riesgo de infecciones. Por eso es primordial acudir al especialista —médico otorrinolaringólogo— para que realice una limpieza segura y efectiva.
5. Amarillo a verde
La cera del oído que cambia de color amarillo a verde apunta a la presencia de una infección en el oído. En estas circunstancias, el pus o las secreciones por las bacterias explican la alteración. Es posible que, de forma simultánea, se manifiesten síntomas como dolor, picazón y fiebre.
Según la gravedad de la condición, el cerumen también puede notarse más líquido, más espeso o más pegajoso. Incluso, puede tener un mal olor. Para evitar complicaciones, es fundamental buscar ayuda médica lo antes posible. El especialista podrá indicar antibióticos en gotas.
6. Verde
Una infección grave del oído que no es atendida a tiempo puede hacer que la cera adquiera tonos de verde pálido a oscuro. Este tipo de secreción suele ser pegajosa, por lo que tiende a causar obstrucción del canal auditivo. Además, es maloliente y se presenta de manera conjunta con dolor, irritación, fiebre, pérdida de la audición y vértigo o mareos.
Luego de realizar pruebas diagnósticas para determinar el tipo de infección, el otorrinolaringólogo puede recetar gotas con antibióticos para los oídos y antibióticos vía oral. El tratamiento debe completarse de acuerdo a las indicaciones, incluso si los síntomas mejoran.
Si al cabo de 48 a 72 horas no hay mejoría, es posible que haya que probar un antibiótico diferente.
Cuando no hay éxito con el tratamiento o la infección es recurrente en periodos de 6 a 12 meses, el médico puede indicar la colocación de tubos de timpanostomía, una intervención en la que se introduce un pequeño tubo en el tímpano para facilitar el paso de aire y el drenaje de líquidos.
7. Amarillo con vetas rojas
Notar unas vetas rojas en la cera amarilla sugiere la presencia de sangre y hay varias causas posibles. La mayor parte de las veces ocurre por rasguños, lesiones o picaduras de algún insecto, que no suelen revestir mayor gravedad y mejoran por sí solas en pocos días.
Hay que evitar hurgar o rascar el oído para prevenir complicaciones.
La perforación timpánica, por otro lado, es otra causa de la alteración. Su aparición ocurre por infecciones graves, cambios de presión, ruidos fuertes o traumatismos. Además de la secreción con sangre, los síntomas abarcan dolor intenso, pérdida de la audición, sensación de presión en el oído, zumbidos y vértigo.
Los casos leves mejoran con autocuidado, como el uso de compresas calientes y el consumo de analgésicos de venta libre para el calmar dolor. Se recomienda mantener el oído limpio y seco, además de evitar nadar o meter la cabeza bajo el agua.
Si la rotura del tímpano es considerable o no cicatriza por sí solo, hay otras intervenciones a las que se puede recurrir: la timpanoplastia, que consiste en reparar la zona afectada con tejido propio del paciente; y la miringoplastia, que emplea un gel o un papel especial para arreglar las perforaciones. Ambas opciones se realizan en el consultorio bajo anestesia.
8. Gris
La cera del oído con un color gris suele ser el resultado de la acumulación de polvo y partículas ambientales. Es inofensiva en la mayoría de los casos, pero, a veces, es difícil de eliminar, ya que se vuelve seca y densa.
Para prevenirlo, basta con limpiar con cuidado y aplicar gotas especiales o de solución salina. Si hay signos de obstrucción, como la audición disminuida, es mejor consultar al médico para que él realice un lavado o aspiración.
9. Negro
La cera que permanece por tiempo prolongado en el canal auditivo se oxida, se endurece y adquiere un color negro. Al ser difícil de remover mediante el mecanismo natural de limpieza del oído, genera impactación, es decir, una obstrucción parcial o total, que ocasiona dolor, audición disminuida y mayor riesgo de infección.
Es necesario que el médico intervenga con una irrigación ótica o aspiración del oído. Estos procedimientos son indoloros, pero requieren sumo cuidado para evitar inflamaciones o traumatismos.
La cera del oído es una sustancia que no debes ignorar
Debes recordar que, contrario a la creencia popular, la cera del oído no es una sustancia de desecho ni una señal de higiene deficiente. Su adecuada producción es la que nos permite lubricar, limpiar y proteger el canal auditivo contra bacterias y hongos.
A la par, los cambios en su color, textura u olor sirven como pista para detectar que algo no va bien o que hace falta reforzar los hábitos de higiene. Así pues, en lugar de pasar por alto las variaciones, precisa si son inusuales y si requieren intervención médica.
Una atención oportuna puede evitar que infecciones, traumatismos o alteraciones en el funcionamiento del oído generen complicaciones graves o pérdida de la calidad de vida.
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