Dicho nombre no es oficial, porque Microsoft no ha concretado nada todavía, pero por los comentarios que algunos de sus ejecutivos han hecho en eventos anteriores sabemos que están preparando algo, y que tarde o temprano la compañía acabará lanzando un nuevo sistema operativo, con independencia de cuál acabe siendo su nombre.
Windows 12 acabará siendo una realidad tarde o temprano, ya sea con este o con otro nombre, pero lo importante no es ni cuándo llegará ni bajo qué nombre lo hará, sino qué cosas debería tener para convertirse en un auténtico éxito. Eso es precisamente lo que vamos a descubrir en este artículo, donde vamos a repasar cinco cosas que serán fundamentales para que este sistema operativo no se convierta en un fiasco.
1.- Windows 12 debería tener unos requisitos bajos
Y con esto no solo me refiero a los componentes de hardware necesarios para que funcione, sino también a los componentes y tecnologías secundarias que también formarán dichos requisitos. Os pongo como ejemplo el caso de Windows 11, sobre el papel no es un sistema operativo muy exigente, porque solo necesita una CPU de doble núcleo a 1 GHz, 4 GB de RAM, una unidad de almacenamiento con 64 GB y una GPU compatible con DirectX 12.
Sin embargo, en la práctica es muy exigente porque solo soporta procesadores concretos (Core Gen 8 y Ryzen 2000 o superiores), y porque además necesita de un chip TMP 2.0 o de las tecnologías Intel PTT o AMD fTPM para que la compatibilidad sea plena. Si superamos todos los requisitos menos el del procesador compatible, por ejemplo, nuestro equipo no tendrá soporte.
Con Windows 12 podría ocurrir algo muy parecido. Puede que en apariencia sus requisitos sean bajos, pero que al final acabe necesitando de algún tipo de componente o de tecnología específica que solo esté presente en equipos más actuales y potentes, y que esto acabe dejando sin soporte a una gran cantidad de ordenadores que siguen siendo perfectamente funcionales.
Eso es precisamente lo que debería evitar Microsoft si quiere que Windows 12 tenga un gran éxito. Dicho sistema operativo debería tener unos requisitos idénticos o muy parecidos a los de Windows 11, y para ofrecer una compatibilidad total no debería exigir ningún componente o tecnología que no esté presente en los ordenadores comercializados en los últimos siete años.
2.- Funciones de IA que marquen la diferencia de verdad
Dichas funciones deben ir más allá de lo que hemos visto en Copilot+, y por supuesto tienen que funcionar de forma local, ya sea a través de una NPU que cumpla con unos requisitos de potencia determinados, o recurriendo al hardware especializado que montan la mayoría de las GPUs que se utilizan actualmente
Las GeForce RTX 20 de NVIDIA ya contaban con núcleos tensor, y fueron lanzadas en 2018. Las GPUs integradas que monta Intel Lunar Lake tienen bloques de matrices y NPUs de hasta 48 TOPs, y las APUs Ryzen HX de AMD tienen NPUs con una potencia de hasta 50 TOPs. Por el lado del hardware este tema es bastante sencillo, la verdad.
Lo complicado es que Microsoft decida terminar esa apuesta a medias que ha hecho por la IA ejecutada en local. Copilot+ es un primer paso en la dirección correcta, pero tiene que evolucionar para convertirse en una plataforma verdaderamente atractiva que sea capaz de motivar al usuario medio hasta el punto de estar dispuesto a cambiar de sistema operativo.
Se lo que estáis pensando, que este tipo de funciones aumentarían los requisitos de Windows 12, pero en realidad no tiene por qué. Microsoft podría concebir este sistema operativo partiendo de dos versiones, la estándar o básica sin funciones de IA avanzadas que tendría unos requisitos muy bajos, y la versión superior con dichas funciones de IA que sí tendría unos requisitos más elevados.
Esto no implicaría ningún tipo de fragmentación, porque al final la base de Windows 12 sería la misma, solo cambiarán esas funciones avanzadas de IA, que estarían disponibles solo en una de esas dos versiones y que elevarían los requisitos mínimos.
3.- Actualizaciones mejoradas y sin errores graves
Uno de los grandes problemas que arrastra Microsoft desde que Windows dio el salto al modelo de servicio es el tema de las actualizaciones defectuosas. Con Windows 11 24H2 la compañía de Redmond volvió a demostrar que tiene una gran cuenta pendiente con la calidad de las actualizaciones, porque esta llegó cargada de problemas y de errores.
Con Windows 12 la compañía tiene una oportunidad de oro para resolver este problema, pero no debería limitarse a lanzar actualizaciones debidamente pulidas, revisadas y libres de errores, sino que además tiene que intentar mejorar la forma en la que estas se despliegan y se implementan, y debe encontrar la manera de reducir los fallos y las incompatibilidades.
Para conseguirlo Microsoft podría partir de la base que hemos visto con el nuevo modelo de actualizaciones basadas en puntos de control, pero revisado y mejorado. En el sistema debería crearse un registro específico y ordenado con lo que tenemos y no tenemos instalado, de tal manera que cuando salga una nueva actualización esta pueda partir de ese listado como punto de control para saber qué tiene que instalar y qué no porque ya se encuentra presente.
Ese sistema podría mejorar si se utiliza de forma inteligente la información del sistema para evitar posibles incompatibilidades y conflictos. Profundizar en este tipo de análisis antes de permitir la instalación de actualizaciones ayudará a evitar muchos problemas y quebraderos de cabeza, y ayudaría a gestionar de una manera más inteligente el despliegue de actualizaciones en Windows 12.
4.- Una interfaz mejorada y más atractiva
La interfaz de Windows 11 fue una evolución de la de Windows 10, pero no terminó de gustar a todo el mundo por las inconsistencias que presentaba a nivel visual, y por los fallos que presentaba en la experiencia de uso, ya que complicaba de forma innecesaria cosas y acciones básicas que eran mucho más intuitivas en Windows 10.
Ya os hablé de este tema en este artículo donde os conté cinco cosas que me gustaron de Windows 11 y tres cosas que no me gustaron. Mucho ha llovido desde entonces, a día de hoy Microsoft ha corregido y mejorado la interfaz de Windows 11, y esto confirma que ha aprendido de los errores que cometió en el momento de su lanzamiento.
Esto quiere decir que con Windows 12 no debería cometer de nuevo esos errores, y que la interfaz de dicho sistema operativo debería ser más atractiva y estar mejor planteada que la de Windows 11. Este tema es muy importante, porque al final un sistema operativo entra primero por los ojos, y si al usuario no le gusta lo que ve será complicado que considere cambiar a dicho sistema operativo.
Tened claro que Windows 12 no va a suponer un cambio radical frente a Windows 11 a nivel de interfaz, y que por diseño y estética ambos sistemas operativos van a tener la misma base. Esto no es malo, pero sí que es necesario que Microsoft sepa mantener una buena consistencia, y que considere implementar los cambios que vimos en este artículo.
5.- Windows 12 debería ser el final del bloatware
Sería una mejora muy importante, aunque lo ideal sería que este cambio se implementara de una manera opcional, es decir, dando la oportunidad al usuario de elegir entre varios tipos de instalaciones de dicho sistema operativo. Os pongo un ejemplo:
Opción 2: instalación sencilla de Windows 12, acompañado solo de aplicaciones básicas.
Opción 3: instalación completa de Windows 12, con todas las aplicaciones clásicas.
Una instalación limpia consumirá menos recursos y será más rápida. Aquellos usuarios que opten este tipo de instalación podrán utilizar sus propias aplicaciones. Microsoft también puede pasar a ofrecer sus aplicaciones y ese bloatware que ha sido rechazado de forma individualizada a través de su tienda de aplicaciones.
No tengo muchas esperanzas en que Microsoft decida poner fin al bloatware con Windows 12 de forma definitiva, pero creo que ese modelo de instalación con distintas opciones sería una opción muy inteligente para satisfacer tanto a usuarios que quieren un sistema operativo totalmente limpio, que suelen ser los más avanzados, como a aquellos con un nivel más bajo que prefieren una experiencia más automatizada y guiada.
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