A los 12 años, Roberta se unió al grupo juvenil de la Iglesia Católica y se involucró activamente, incluso cantando alabanzas durante las misas. Sin embargo, a pesar de su participación, no experimentó un verdadero despertar espiritual, ya que afirmó que conoció a Jesús solo a través de lo que escuchaba.
A los 20 años, Roberta Vicente asistió a un retiro juvenil católico donde fue impactada por el testimonio de dos jóvenes de la Iglesia Metodista que hablaban de Jesús de manera personal y citaban la Biblia. Su forma de expresarse, mencionando que Dios les hablaba, la sorprendió, ya que nunca había escuchado a nadie referirse a Jesús de esa manera. Roberta recordó sentirse desconcertada al escuchar que Dios la amaba, ya que creía que Él ni siquiera la conocía.
Al día siguiente, durante la misa que cerró el retiro, Roberta decidió hablar con Dios, siguiendo el ejemplo de los jóvenes evangélicos.
“Cerré los ojos y dije: ‘Hola, no sé si puedes oírme, pero me dijeron que respondas, así que si estás ahí, ¿puedes responder?’”, dijo, obteniendo respuesta y sintiendo que deseaba arrepentirse verdaderamente y buscar la salvación en Cristo.
“Recuerdo darme cuenta de que no servía para nada, vino a mi corazón una convicción muy fuerte de pecado. Le dije [a Dios]: ‘Estoy muy mal, necesito ayuda, necesito que me salves, ya no quiero estar así’”, recordó Roberta.
En oración, la joven abrió su corazón y pidió perdón a Dios. Al finalizar, el equipo de adoración comenzó a cantar un himno que resonó profundamente en ella, lo que la llevó a llorar y sentir que Dios le hablaba, transformando su vida. Después de esta experiencia, buscó a dos jóvenes de la Iglesia Metodista para aprender cómo tener una relación real con Jesús, compró una Biblia y empezó a asistir a una iglesia juvenil evangélica en una ciudad cercana.
Sin embargo, su nueva fe generó conflictos con su familia, que se opuso a su asistencia a una iglesia no católica. Su padre, en un intento por hacerla desistir, dejó de usar su máscara de apnea, lo que ponía en riesgo su vida. A pesar de la presión familiar, Roberta se mantuvo firme en su fe y, tras tres meses, su padre aceptó que no cambiaría su decisión, mientras que su madre también intentó disuadirla de seguir a Jesús.
“Ella dijo: ‘O sales de casa o dejas de ir a la iglesia’. O vuelves a ser como eras o dejas de ir a la iglesia, porque te están lavando el cerebro’”, dijo Roberta.
Cuando Roberta respondió que no dejaría de asistir a la iglesia evangélica y comenzó a hacer las maletas para salir de casa, su madre cambió de actitud. Con el apoyo de los líderes de la iglesia y tras leer sobre los mártires en la Biblia, Roberta enfrentó la persecución de sus padres, manteniéndose firme en su fe y profundizando su relación con Cristo.
A partir de ese momento, Roberta comenzó a compartir su nueva fe a través de videos en YouTube, convirtiéndose en una inspiración cristiana para otros jóvenes. Hoy, a sus 29 años, la influencer ayuda a otros a crecer en Cristo mediante su proyecto “Estufa Cristiana” y su contenido en redes sociales.
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