“Mi compromiso es con Dios, no con el gobierno. La fe debe ser un refugio, no un instrumento de control”, subraya, reflejando su determinación.
La situación en Nicaragua ha sido cada vez más tensa para los cristianos que buscan ejercer su fe sin restricciones. El gobierno de Ortega ha intensificado su campaña contra aquellos que consideran una amenaza, distorsionando la religión para que sirva a sus propios fines.
“Perseguían a aquellos que hablaban la verdad y se salían de su línea”, explica María, refiriéndose a sus colegas y miembros de la iglesia que han enfrentado hostigamiento.
María y su comunidad se han visto obligados a adaptar su forma de culto, buscando mantener su cohesión a pesar de la represión.
“Nos seguimos reuniendo en casas, oramos juntos, compartimos la Palabra. Aunque no tengamos un lugar oficial, nuestra fe sigue siendo fuerte”, comparte con resiliencia.
La historia de María es un microcosmos de las pruebas que enfrentan muchos nicaragüenses en la actualidad, donde la fe y la libertad están en juego en un país donde las acciones del gobierno se perciben como una nueva dictadura que busca silenciar las voces disidentes.
Este testimonio refleja un contexto alarmante en Nicaragua, donde la represión contra las comunidades religiosas ha aumentado significativamente en los últimos años.
La documentación de 242 casos de persecución religiosa en un periodo tan corto indica una pauta preocupante para la libertad de culto en el país. La detención de líderes cristianos, así como las acusaciones infundadas que enfrentan, son indicativos de un clima de miedo y control por parte del gobierno.
La revocación del estatus legal de organizaciones sin fines de lucro es una estrategia común en regímenes autoritarios para debilitar la influencia y el alcance de grupos que pueden representar una amenaza a su poder. Las organizaciones religiosas, por su naturaleza comunitaria y de apoyo social, a menudo son blanco de tales acciones.
Sin embargo, el esfuerzo de Open Doors por apoyar a María y a otras personas en situaciones similares es un rayo de esperanza. Al proporcionar capacitación en temas legales y financieros, están empoderando a los líderes y miembros de estas comunidades para que puedan enfrentarse a la represión de manera más efectiva.
La obtención temporal del registro de su iglesia es un paso que, a pesar de las circunstancias adversas, permite a María y a su comunidad mantener viva su fe y seguir operando, aunque sea en un entorno hostil. Es fundamental que la comunidad internacional esté atenta a la situación en Nicaragua, apoyando los esfuerzos para proteger la libertad religiosa y los derechos humanos en el país.
“Gracias a Puertas Abiertas, en 2023 obtuve el registro de la iglesia y pude seguir predicando la palabra de Dios. Este año, negaron nuevamente el certificado, pero incluso sin él, continuaremos el ministerio. Que Dios nos bendiga”, expresó ella.
La lucha por la libertad religiosa es un reflejo del deseo más amplio de justicia y derechos humanos en Nicaragua.
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