La tasa de refresco de una pantalla se refiere al número de veces que la imagen puede cambiar en un segundo. Por ejemplo, si tenemos una tasa de refresco de 60 Hz la imagen podrá cambiar 60 veces en un segundo, y si tenemos una tasa de 144 Hz cambiará 144 veces en un segundo. Esta puede ser fija o variable.
Cuanto mayor sea la tasa de refresco mejor será la experiencia de visualización, tendremos una mayor sensación de fluidez y una menor sensación de fatiga ocular. Con una tasa más baja ocurrirá todo lo contrario, y tendremos una peor experiencia. En casos extremos, como por ejemplo al utilizar una tasa de 30 Hz, la experiencia no será nada buena. Por eso debemos evitar pantallas que no tengan como mínimo una tasa de refresco de 60 Hz.
Por qué es importante
Pues porque afecta a la experiencia de visualización, y porque está profundamente ligada a los fotogramas por segundo. Lo ideal es que ambas tasas coincidan, porque así tendremos la mejor experiencia posible. Os lo explico con un ejemplo, imaginad que podéis mover un juego a 144 FPS y que vuestro monitor está limitado a 75 Hz, y otro caso en el que tenemos esa tasa de FPS y un monitor de 144 Hz.
En el primer caso se generan 144 fotogramas diferentes en un segundo, pero la pantalla solo cambia 75 veces, así que hemos «perdido» información porque no se han mostrado todos los fotogramas. En el segundo ejemplo se han generado 144 fotogramas y la imagen ha cambiado 144 veces en un segundo, lo que quiere decir que sí hemos visualizado toda la información y hemos disfrutado de una mayor sensación de fluidez.
Cómo puede cambiar la tasa de refresco en Windows 11
Es muy fácil, solo tienes que entrar en «Configuración» y seguir la ruta «Sistema > Pantalla > Pantalla Avanzada». Una vez ahí tienes que seleccionar la tasa de refresco que quieres utilizar. Te aparecerán diferentes opciones en función de las capacidades de tu monitor, en mi caso el máximo son 144 Hz, que es un nivel óptimo para jugar en 1440p.
Normalmente los juegos utilizan el valor que tengas configurado por defecto en Windows 11, aunque estos suelen contar con un menú donde podrás cambiarlo sin problema. Utilizar una tasa de refresco mayor puede acabar afectando al consumo del equipo, pero la diferencia es marginal, y la mejora que ofrece a nivel de visualización es tan grande que realmente merece la pena utilizar un valor alto.
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