La adicción es un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque se la suele asociar con el consumo de sustancias como el alcohol o las drogas, también puede manifestarse en conductas cotidianas como el juego o el uso de internet.
Además de perjudicar la actividad diaria, genera problemas en el entorno familiar y social. En este sentido, en este artículo te explicaremos a fondo su significado, las causas, las consecuencias que genera esta enfermedad y conocer qué se puede hacer al respecto.
¿Cómo se define la adicción?
Es reconocida como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro. Se manifiesta a través de la búsqueda y el consumo compulsivo de sustancias o la realización repetitiva de conductas, a pesar de las consecuencias negativas que puedan generar.
Según la OMS, esta condición implica una pérdida de control sobre el comportamiento, persistiendo incluso cuando la persona es consciente del daño que causa. Esto la convierte en un problema grave que afecta la salud, las relaciones y la calidad de vida en general.
Se trata de un trastorno complejo que no se debe a una simple falta de fuerza de voluntad ni a malas decisiones. En realidad, es el resultado de cambios profundos en la química del cerebro, sobre todo en el sistema de recompensa.
¿Qué causa la adicción?
La adicción se desarrolla en gran parte debido a alteraciones en la química del cerebro. Todos poseemos un sistema de recompensa que se activa cuando experimentamos placer, ya sea al comer, socializar o realizar cualquier actividad gratificante. Esta situación libera dopamina, un neurotransmisor que genera sensaciones de bienestar.
Cuando una persona consume sustancias como drogas o se involucra en actividades adictivas, estas acciones provocan una liberación masiva de dopamina en el cerebro. Este incremento excesivo de hormona genera una sensación de euforia mucho más intensa que la producida por las actividades cotidianas.
Con el tiempo, el cerebro se adapta a estos altos niveles de dopamina, volviéndose menos sensible a sus efectos. Esto lleva a que la persona necesite consumir más de la sustancia o repetir la actividad con mayor frecuencia para alcanzar el mismo nivel de placer, creando un ciclo de dependencia y tolerancia.
Otros factores asociados a las adicciones
Además de los cambios en la química cerebral, otros factores pueden contribuir al desarrollo y la perpetuación de una adicción. Se trata de una condición compleja que resulta de la interacción entre la biología, la psicología y el entorno.
Varios factores interactúan y se potencian entre sí, creando un entorno propicio para el desarrollo de la adicción.
Estudios han demostrado que la herencia genética puede ser responsable de alrededor del 50 % de la vulnerabilidad a los trastornos por consumo de sustancias. Tener familiares de primer grado, como padres o hermanos, con un historial de adicción, aumenta la probabilidad de desarrollar la patología.
Condiciones de salud mental
Las personas que padecen trastornos de salud mental como depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT) o trastorno bipolar tienen un mayor riesgo de desarrollar una adicción. La relación es bidireccional: quienes tienen adicciones tienen más probabilidades de desarrollar afecciones mentales, lo que crea un ciclo difícil de romper.
Factores sociales
El entorno social y cultural en el que una persona vive también influye en la predisposición a la adicción. La presión de grupo, la aceptación social o cultural del uso de ciertas drogas y la realización de ciertas prácticas pueden influir en el comportamiento adictivo.
La exposición frecuente a entornos donde el consumo de sustancias es común puede normalizar este comportamiento y aumentar el riesgo de adicción.
Una adicción también puede ser una forma de afrontar problemas difíciles. El desempleo, la pobreza, las presiones emocionales o el estrés pueden desencadenar este tipo de comportamiento.
Factores ambientales
Las experiencias adversas durante la infancia, como el abuso, la negligencia o la exposición a entornos conflictivos, pueden aumentar la vulnerabilidad a la adicción en la edad adulta. Las experiencias traumáticas (ACE) durante la niñez están relacionadas con una serie de problemas de salud a lo largo de la vida, incluyendo la adicción. Además, el acceso fácil a sustancias adictivas, como medicamentos recetados, también representa un riesgo significativo.
Características y síntomas de una adicción
Para identificar una adicción, se debe prestar atención a la pérdida de control sobre una conducta o práctica. En especial cuando la persona sigue repitiéndola a pesar de ser consciente de los daños que le causa. La adicción no solo implica la repetición de una conducta, sino una compulsión intensa y una incapacidad para detenerse.
Incluso, suelen salirse de control rápidamente. La búsqueda de placer o de un «subidón» lleva a que la persona repita y aumente la frecuencia o intensidad de la conducta para alcanzar el mismo nivel de satisfacción que experimentaba al principio.
Más allá de la sustancia o comportamiento que las provoque, las adicciones presentan un patrón común que se repite: Compulsión: existe una necesidad irresistible de consumir la sustancia o realizar la conducta, a pesar de los efectos negativos que esto pueda tener.
Dependencia: el cuerpo o la mente se acostumbran a la sustancia o conducta, generando síntomas de malestar y abstinencia cuando no se está en contacto con ella o no se realiza.
Pérdida de control: la persona es incapaz de dejar de consumir la sustancia o realizar la conducta adictiva, incluso cuando intenta no hacerlo. A pesar de los esfuerzos para controlar el comportamiento, no puede detenerse.
Negligencia de responsabilidades: la adicción afecta las responsabilidades personales, laborales o sociales, provocando un deterioro en el rendimiento y las relaciones debido a la obsesión con la sustancia o conducta.
Tolerancia: con el tiempo, la persona necesita consumir una mayor cantidad de la sustancia o realizar la conducta con mayor intensidad para experimentar el mismo efecto que antes. La tolerancia aumenta a medida que el cuerpo se adapta.
A pesar de que quienes se encuentran en esta situación intentan reducir o detener la conducta, al no tener éxito, esto les lleva a mentir o intentar ocultar su problema a sus seres queridos; lo que genera una sensación de impotencia y pérdida de control, acompañada de sentimientos de culpa, depresión o agobio por las consecuencias de su adicción.
Al intentar dejar de consumir, la persona puede experimentar síntomas de abstinencia, tanto físicos— que incluyen temblores y sudoración— como emocionales, que se reflejan en ansiedad e irritabilidad.
¿Cuáles son los tipos de adicciones?
Una adicción no se limita solo al consumo de sustancias químicas; también puede manifestarse en comportamientos o actividades que proporcionan placer o alivio y con el tiempo se vuelven perjudiciales. Las adicciones pueden clasificarse en dos categorías principales:Adicciones a sustancias: en la que se ingieren, fuman o inhalan de manera iterativa y compulsiva ciertas drogas. Este tipo de adicción recibe el nombre de trastorno por consumo de sustancias y puede variar de leve a grave, siendo la adicción la forma más severa.
Adicciones conductuales o sin sustancias: estas adicciones no están relacionadas con el consumo de sustancias, sino con comportamientos repetitivos. De manera similar que las drogas, realizar ciertas actividades estimula el sistema de recompensa del cerebro generando una dependencia.
En este sentido, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) solo reconoce oficialmente el trastorno del juego como una adicción conductual diagnosticable. De todos modos, muchos otros comportamientos pueden convertirse en adictivos, causando un deterioro significativo en la salud mental, física y social de la persona.
Consecuencias de las adicciones
Las adicciones tienen un impacto profundo en la salud física y mental de una persona. Pueden desencadenar una serie de enfermedades crónicas, como problemas cardiovasculares, hepáticos, neurológicos y trastornos mentales.
Además, afectan las relaciones personales y la vida profesional. Los conflictos familiares, la pérdida de amistades y el aislamiento social son comunes, ya que la persona prioriza su adicción sobre sus relaciones.
En el ámbito laboral, pueden resultar en bajo rendimiento, despidos y problemas económicos. Esto suele agravar la situación y perpetuar un ciclo de deterioro personal y social.
¿Cómo se diagnóstica la depresión?
El diagnóstico de una adicción suele estar a cargo de un especialista en psiquiatría, psicólogo o consejero de drogas y alcohol. El proceso suele comenzar con una serie de preguntas sobre los patrones de consumo de sustancias o comportamientos problemáticos, y en algunos casos, se puede involucrar a familiares cercanos para obtener una visión más completa.
Además de la evaluación clínica, se puede realizar un examen físico y pruebas de laboratorio. Los análisis de sangre y orina ayudan a evaluar la salud general y descartar condiciones médicas subyacentes.
El diagnóstico se basa en la identificación de ciertos comportamientos y señales:Presencia de síntomas de abstinencia al intentar detenerse.
Dificultad para reducir o controlar el consumo o la actividad.
Persistencia de la conducta a pesar de las consecuencias negativas.
Deseo intenso de consumir la sustancia o llevar a cabo la conducta adictiva.
Los profesionales de la salud mental pueden utilizar cuestionarios, entrevistas y herramientas de diagnóstico estandarizadas para evaluar si los síntomas cumplen con los criterios necesarios para confirmar la adicción.
Manejo y tratamiento de la adicción
Una vez diagnosticada, el tratamiento de una adicción— a menudo— implica una combinación de enfoques que están diseñados para abordar tanto los aspectos físicos como psicológicos de la dependencia.
Estos son algunos de los métodos que se utilizan para manejar la situación: Rehabilitación: a través de programas residenciales o ambulatorios, ofrecen asesoramiento estructurado, educación y apoyo para ayudar a la persona a controlar la adicción a largo plazo.
Terapia: proporciona nuevas perspectivas y estrategias para cambiar comportamientos destructivos. Puede incluir la terapia cognitivo-conductual (TCC), conversacional y la terapia de grupo.
Grupos de apoyo: ciertas agrupaciones ofrecen un entorno de apoyo continuo y la oportunidad de compartir experiencias con otras personas que enfrentan problemas similares, como Alcohólicos Anónimos o Narcóticos Anónimos.
Hospitalización: suele ser de utilidad cuando la sustancia provoca síntomas de abstinencia peligrosos. En los hospitales, se proporciona monitoreo constante y terapia para asegurar una desintoxicación segura.
Medicamentos: para reducir los impulsos, los antojos y los síntomas de abstinencia continuos se pueden realizar tratamientos con ibogaína u otras medicaciones. Además, si el paciente tiene condiciones de salud mental coexistentes, como trastorno bipolar o depresión, estos también pueden ser tratados con fármacos adecuados.
¿Se puede prevenir la adicción?
Algunas acciones concretas pueden contribuir a evitar las adicciones. Estas son determinadas estrategias que pueden ser oportunas: Educación y concienciación: conocer los peligros del consumo de sustancias y las conductas adictivas, los riesgos asociados y cómo evitarlas puede ayudar a las personas a tomar decisiones informadas.
Evitar o limitar el consumo de sustancias con potencial adictivo: mantenerse alejado de las drogas recreativas y seguir las instrucciones médicas sobre el uso de medicamentos recetados puede prevenir dependencias a sustancias.
Intervenciones tempranas: identificar y tratar factores de riesgo, como trastornos mentales o experiencias de abuso, en etapas tempranas puede ayudar a prevenir el desarrollo de adicciones. La intervención oportuna puede marcar una gran diferencia en la vida de una persona vulnerable.
Promoción de entornos saludables: crear entornos que brinden apoyo social y acceso a actividades recreativas y saludables es fundamental. Un ambiente positivo y enriquecedor reduce la probabilidad de que las personas busquen refugio en sustancias o comportamientos adictivos.
Fortalecimiento de habilidades personales: fomentar la resiliencia, la autoestima y la capacidad para manejar el estrés y las emociones negativas son grandes herramientas para reducir el riesgo de desarrollar adicciones. Estas habilidades permiten a las personas enfrentar desafíos sin recurrir a conductas adictivas.
Una recuperación posible
Si usted o alguien que conoce está luchando con una adicción, es importante consultar a un profesional de inmediato. La dependencia es un trastorno tratable y la recuperación es posible. Aunque el camino puede ser difícil y largo, con el tratamiento adecuado y el apoyo de seres queridos, es posible superarlo y reconstruir una vida plena y saludable.
No te desanimes si tienes contratiempos. No estás solo en este proceso y cada avance te acerca a una mejor calidad de vida.
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