Lograr que los niños participen en la cocina puede ser fácil si la incursión promete las cosas que les encantan, es decir, diversión y ricos sabores. Armarse de recetas fáciles y sabrosas nos permitirá tener unos ayudantes muy colaboradores y talentosos.
Cocinar es toda una experiencia. Amerita dedicación y paciencia. Son muchas las habilidades que nuestros niños aprenden mientras transcurre un tiempo fundamental del hogar.
He aquí beneficios y consejos para que no corran ningún riesgo. ¡No te los pierdas!
Beneficios de que los niños estén en la cocina
Hay pericias que los niños y niñas, una vez que las aprenden, no las olvidan jamás. Estas los ayudan en su crecimiento y autonomía.
Aunque tengamos la idea de cocinar con los niños para un momento especial, sería interesante al revés: hacer de la cocina un momento especial. Pues cocinar no solo alegra el paladar en ciertas fechas, sino que son gratos siempre los buenos sabores.
Por otro lado, que los niños participen en la cocina implica organización, producción del momento y limpieza posterior. Para comenzar, todo debe estar a la mano. Después de cocinar, todo ha de quedar limpio y en su sitio.
La presencia de los niños en la cocina es una forma más de educarlos e inculcarles valores.
1. Cocinar es divertido
Si se planifica y se prevé lo requerido para una sabrosa jornada, que los niños participen con precaución y prevención en la cocina será relajante. Como es una acción integral, compuesta de secciones, procesos sucesivos y encadenados, supondrá que los niños asuman roles y que los papeles roten.
Con la respectiva supervisión y el seguimiento de las instrucciones, llevarán a cabo en un ambiente festivo la ejecución de platillos o postres que sorprenderán a todos.
2. Une a la familia
Sin dudas, cocinar en familia y con los chicos será un momento de unión familiar. Organizarse un domingo en torno a la búsqueda común de un sabor imbuirá a la familia de un aura de armonía.
Y si la receta se desarrolla para recordar o reconocer la labor culinaria de un familiar, pues el resultado positivo será a la vez sentimental y explícito.
3. Enseña lectoescritura, ciencia y matemáticas
La lectura de la receta por parte de los niños es un ejercicio de interpretación y comprensión, adecuado a una realidad en proceso. Cocinar despliega una serie de operaciones matemáticas que implican conversiones, manejo de fracciones y cantidades con relativa exactitud.
Lograr el punto de nieve o el almíbar, espesar una salsa o crema, conocer el punto de hervor o cómo el vapor cuece las verduras, forma parte de la química que acompaña a una receta.
La escritora y religiosa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz ya lo decía de la siguiente manera: “si Aristóteles hubiera guisado, mucho más habría escrito”, cuando aludía a los secretos naturales que había descubierto.
4. Prepara para la vida
Los hijos nos agradecerán que los dispongamos para enfrentar la vida. Aprender a cocinar es uno de esos aprendizajes que liberan y dan autonomía. Los adolescentes o jóvenes que cocinan se afirman y definen.
En cualquier caso, sabrán qué hacer cuando estén solos con un refrigerador, alimentos crudos y una cocina, para evitar la opción de la comida chatarra.
5. Ayuda a consumir alimentos sanos
Cocinar es un camino expedito para comer sano. Supone que nos tomamos un tiempo para procesar los alimentos una vez que los hemos adquirido frescos en el mercado.
A esto sumemos que los niños nos acompañen en la compra de las frutas, los vegetales y las carnes. Ello describe un ciclo de formación intenso e integral.
6. Desarrolla destrezas psicomotrices
Picar, rebanar y revolver son acciones que necesitan desarrollo de la motricidad fina. Así como usar los dedos como pinzas o agudizar la vista para trasvasar un líquido hasta determinado punto de centímetros cúbicos. La precisión y la exactitud dan cuenta del éxito de una receta.
Los niños se divierten con la idea de quebrar los huevos y es bueno que lo hagan para ayudarlos a calibrar fuerza e intensidad. Cuando logren la separación de las yemas y las claras, estarán dando una evidente señal de control y equilibrio.
7. Educa la concentración
La cocina es perfecta para realizar ejercicios de concentración. Seguir los pasos de una receta, el uso de ingredientes por cantidad o peso reclama de los niños minutos de exclusividad.
Esto se perfecciona cuando se trata de recetas complejas. Por ejemplo, cuando se reservan ciertas mezclas mientras una parte está en el horno y otra se bate en la mesa. Las actividades dispuestas en el tiempo y el espacio educan en la idea de que las cosas que valen la pena entrañan esfuerzo y dedicación.
¿Cómo lograr que se involucren los niños?
Reza el dicho popular que el amor entra por la boca. Invitemos a los niños a cocinar aquello que más les guste. La pasta con salsa bolognesa, los nuggets, las hamburguesas, son platillos que seguro los atraen y que tienen la particularidad de ser sencillos de preparar.
Para que los niños participen en la cocina vamos a implicarlos en el proceso de lavar las verduras, acercar los ingredientes y dictar la fórmula. Tendrán ganas de pesar y batir, de aliñar o poner la mesa. Procuremos tener claras las tareas de la cocina para que, según su edad, sientan que su aporte es insustituible.
Cada edad tiene su aporte para la cocina. Es importante fijar las tareas de acuerdo a las destrezas.
Recomendaciones para prevenir riesgos
Cuando cocinamos con niños, evitar distracciones es la primera norma de seguridad. No podemos abandonar el área de trabajo y dejarlos solos.
Por otro lado, aparte de tener a mano los guantes para poder manipular las ollas, sartenes o envases calientes, debemos estar muy alertas con los líquidos que hierven. No es necesario que los niños los manipulen; son muchos los riesgos y ya tendrán tiempo de familiarizarse con su empleo prudente.
Si la cocina es a gas, tomemos precauciones a la hora de encender las hornillas. Si cuando hierve un líquido este se derrama y apaga el fuego, no olvidemos cerrar la salida del gas. En ese sentido, las cocinas eléctricas son más seguras, aunque las de gas permiten controlar mejor el calor.
Cocinar con los niños asegura las tradiciones familiares
La cocina es un centro o reservorio de la cultura familiar. Las recetas de la familia, la sazón y los secretos hacen parte de la atmósfera entrañable de un hogar. Que los niños participen en la cocina de esta fiesta de olores y sabores emociona y perpetúa costumbres.
La elaboración de ciertos alimentos se asocia a fechas y eventos que brindan identidad y sentido de pertenencia. Los niños tienen en la cocina una oportunidad de oro para conocer la región en la que viven a través de ingredientes y mezclas.
Ver a la abuela cocinar uno de sus platos especiales y ayudarla, hará inolvidable el momento. Esforzarse cariñosamente para alcanzar en el futuro aquel punto añorado en el olfato y el paladar, siempre será una posibilidad inagotable.
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