Hay que tener en cuenta que la muerte de Windows 10 no se producirá de forma inmediata, es decir, este sistema operativo no dejará de funcionar de forma súbita, podremos seguir utilizándolo con total normalidad, pero al quedarse sin soporte será solo cuestión de tiempo hasta que empiecen a aparecer problemas de compatibilidad y de seguridad.
Tendremos entre manos una bomba de relojería, y cambiar de sistema operativo será la única manera desactivarla. Esto plantea otro problema importante, y es que muchos de los PCs que utilizan Windows 10 no están preparados para actualizar a Windows 11, principalmente porque no cuentan con procesadores compatibles, y porque carecen de una solución de seguridad TPM 2.0, o las alternativas fTPM y PTT.
La muerte de Windows 10 convertirá millones de PCs en equipos obsoletos
Muchos PCs basados en Windows 10 ofrecen todavía un buen nivel de rendimiento, y son capaces de mover incluso juegos actuales y aplicaciones relativamente exigentes. El mejor ejemplo lo tenemos en los Intel Core Gen 7 y Ryzen 2000, que aguantan el tipo a día de hoy, pero que no son compatibles con Windows 11.
¿Qué ocurrirá con estos PCs que no son compatibles con Windows 11? Algunos se podrán actualizar y pasarán a ser compatibles con dicho sistema operativo, pero otros se convertirán en equipos obsoletos y probablemente serán convertidos en basura electrónica. El impacto que va a tener en este sentido la muerte de Windows 10 es tan enorme que algunas entidades, como el Public Interest Research Group, han pedido a Microsoft que reconsidere la fecha del final de ciclo de vida de dicho sistema operativo.
Todavía no está claro el alcance real que tendrá el final del soporte de Windows 10, pero teniendo en cuenta la enorme cuota de mercado que todavía tiene este sistema operativo es probable que nos encontremos con cientos de millones de equipos afectados, y con una buena parte de estos sin posibilidad de actualización destinados a convertirse en basura electrónica.
La lista de entidades afectadas será enorme, y entre ellas nos encontraremos no solo con empresas públicas, también con hospitales, centros educativos, pymes, bancos y entidades financieras, organizaciones no gubernamentales y organismos y entes del gobierno. Estoy convencido de que muchos de los afectados no tendrán preparado un plan de transición a Windows 11, y de que al final les saldrá más barato pagar por el soporte extendido de Windows 10.
Aquellos que opten por no hacer nada puede que no noten ningún cambio al principio, pero como he dicho anteriormente un sistema operativo sin soporte dará problemas de seguridad y de estabilidad tarde o temprano, y dejará de recibir actualizaciones a nivel de drivers y de software, incluyendo aplicaciones de terceros. Por ejemplo, Steam dejó de funcionar en Windows 7, y lo mismo acabará ocurriendo con Windows 10.
Cómo afrontar el final de Windows 10
Todavía falta poco más de un año, así que tienes tiempo de sobra para prepararte. Si tienes un PC que cumple con los requisitos de Windows 11 lo tienes muy fácil, solo tienes que actualizar a dicho sistema operativo. Si quieres aprovechar el final de soporte para cambiar de sistema operativo no hay problema, tienes una gran variedad de opciones en Linux. Estas son el mejor punto de partida.
En caso de que tengas un PC que no sea compatible con Windows 11 puede que te encuentres en dos situaciones diferentes, que puedas actualizar dicho PC para que sea compatible con este sistema operativo, o que no no tengas margen de actualización para lograrlo. El primer escenario es el más simple, pero también el más caro, ya que tendrás que actualizar los componentes para que tu PC pueda soportar Windows 11.
En el segundo caso podrías forzar la instalación de Windows 11, que sigue siendo posible en equipos no compatibles, pero esto no es recomendable. La mejor opción aquí sería buscar un sistema operativo alternativo, y si este no puede cubrir tus necesidades no te quedará más remedio que comprar un equipo nuevo, cosa que obviamente representa una importante inversión económica.
Es precisamente en este punto donde tenemos otro problema importante que se suma al de la basura electrónica, y es que la muerte de Windows 11 obligará a muchas empresas a gastar grandes sumas de dinero para poder actualizar sus equipos y dar el salto a dicho sistema operativo. Muchas no tendrán otra opción, será esto o pagar por un soporte extendido que cada vez será más caro, y que solo será un alivio temporal a un problema que volverá a ser crucial dentro de unos años.
Comprar un PC nuevo y saltar a Windows 11 puede ser algo relativamente sencillo para un usuario normal, pero si hablamos de empresas la cosa cambia, y puede dar pie a situaciones mucho más complicadas, sobre todo en aquellos casos en los que estas cuentan con aplicaciones y soluciones específicas que estaban diseñadas para funcionar con Windows 10.
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