LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando (Gapo), columnista).- La elegancia es una cualidad que muchas veces se asocia con el lujo, la alta moda y un estilo de vida pretencioso, sin embargo, la verdadera elegancia trasciende estas superficialidades y puede encontrarse en la vida cotidiana de personas comunes y corrientes. Seguidamente exploraremos como la elegancia personal puede ser accesible para todos, sin importar el nivel socioeconómico, y cómo puede influir positivamente en nuestras vidas.
Estos valores no requieren dinero ni lujos, solo la disposición de tratar a los demás con dignidad y consideración; ser elegante en el comportamiento implica saber escuchar, ser amable y mostrar gratitud; un simple "por favor" y "gracias" pueden marcar la diferencia en nuestras interacciones diarias.
La sencillez en la apariencia. La elegancia no necesita ser costosa, la clave está en la sencillez y en saber elegir prendas que se adapten bien a nuestro cuerpo y estilo personal. Optar por ropa de buena calidad, aunque sea menor cantidad puede resultar en una apariencia más pulida y duradera.
Los colores neutros y las prendas básicas que combinan entre sí, permiten crear un armario versátil sin necesidad de gastar mucho. Mantener la ropa limpia y bien cuidada es esencial para proyectar una imagen elegante.
El cuidado personal es otro aspecto crucial de la elegancia. Mantener una buena higiene, tener un peinado adecuado y cuidar nuestra piel y uñas son hábitos que contribuyen a una apariencia elegante.
Estos cuidados no requieren grandes inversiones sino simplemente tiempo y atención. Un aspecto limpio y bien arreglado transmite respeto hacia uno mismo y hacia los demás.
La actitud y confianza. Finalmente, la elegancia se demuestra en nuestras actitudes teniendo confianza en nosotros mismos sin ser arrogantes.
Es clave aceptar nuestras imperfecciones y saber llevarlas con gracia demuestra una verdadera elegancia.
La autenticidad y la humildad son cualidades que complementan una actitud elegante, ser auténtico y genuino en nuestras acciones y palabras es más valioso que intentar aparentar lo que no somos.
En conclusión, la elegancia personal no es exclusiva de las élites ni de aquellos con grandes recursos económicos, es una cualidad que puede ser cultivada por cualquier persona dispuesta a invertir tiempo y atención en su comportamiento, apariencia, cuidado personal, comunicación, entorno y actitud.
Al enfocarnos en estos aspectos podemos proyectar una imagen de elegancia genuina que no depende de la ostentación, sino de nuestra esencia y valores, así, la elegancia se convierte en una herramienta poderosa para mejorar nuestras relaciones, nuestra autoestima y, en última instancia, nuestra calidad de vida.
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