A pesar de haber sufrido un robo anteriormente, Rafaela y Ana Clara lograron manejar la situación de forma tranquila. Aunque los delincuentes intentaron intimidarlas, las hermanas se mantuvieron firmes y mantuvieron sus pertenencias seguras, demostrando su valentía y fortaleza en medio de la adversidad.
“Yo no había visto el arma, cuando ella se bajó de la bicicleta, la miré a la cara y vi que no era normal. Había un espíritu de muerte en sus ojos, así que me quedé estática”, dijo Ana Clara.
“La mujer se bajó de la moto y arrojó a mi hermana contra la pared y mostró el arma. Pero por más que intentaba hablar con ella ella no me miraba y tampoco me escuchaba”, dijo Rafaela.
En el momento tenso, Rafaela escuchó la voz de Dios que le dijo que dijera que eran de la iglesia, lo cual les ayudó a mantener la calma. Ana Clara temió por su vida cuando vio el arma, cerró los ojos y se aferró a Rafaela al sentir el primer disparo.
“Me empezó a entrar el pánico, pero escuché una voz muy clara que decía: ‘Quédate tranquila, di que eres de la iglesia’. Respiré hondo y dije: ‘Chico, somos de la iglesia’”, contó.
“Cuando sacó el arma pensé: ‘me voy a morir’. La primera vez que apretó el gatillo cerré los ojos y me agarré del brazo de Rafaela porque no podía hacer nada. Cuando me di cuenta que el arma no disparó, abrí los ojos y vi que el joven abrió los ojos y preguntó: ‘¿De verdad eres de la iglesia?’. Y la mujer apretó el gatillo por segunda vez en mi pecho, una vez más el arma no disparó”, agregó.
El hombre se quedó asombrado de lo que había pasado cuando vio que el arma no accionó, y entonces vino temor sobre ellos y decidieron irse con el deseo de no querer robar más, y menos a cristianos.
“Se asustó mucho, porque en el momento que dije que éramos de la iglesia, la mujer volvió a disparar y el arma no disparó. Entonces, le dijo que nos devolviera nuestras cosas: ‘Ellos son de la iglesia, no te metas con ellos’. No nos metamos con ellos, vámonos. Ya no robaremos más. La mujer nos devolvió las cosas muy enojada, se subió a la moto y se fueron”, dijo Rafaela.
Durante un asalto a sus hijas, Érika Moreira dos Santos da Silva, de 51 años, decidió orar por ellas en su habitación. La madre explicó que sintió la necesidad de hacerlo mientras sentía que Dios la tocaba.
Rafaela, una de las hijas, relató que antes del incidente una hermana de la iglesia había intercedido por ella, lo que la hizo sentir mejor. Tras el robo, Ana Clara reflexionó sobre su vida cristiana y cómo vivir más para Dios.
Las hermanas reconocieron sentir el cuidado de Dios después del suceso.
“Lo resumo todo en la palabra confianza. Dios te está mirando, Él se preocupa por ti. Somos prueba viviente de que Dios es real, Él existe y quiere ser tu Padre, así que invita al Señor a entrar en tu vida”, concluyó Rafaela.
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