LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Daniel Pacheco Arias).- La inversión del estado, que proviene de los contribuyentes, debería ir dirigida de forma estructurada y coordinada hacia proyectos que ataquen la pobreza en zonas abandonadas, hasta obtener resultados y que esas personas trabajen en empresas funcionales dentro de la sociedad y el mercado económico capitalista, que es el único que existe. Se necesita tener dirección, sobre todo en las zonas más precarias.
No tiene sentido invertir en 11 años de educación de escuela y colegio para jóvenes que salen al desempleo en una zona fallida, y pagarles a policías para que los cuiden o los capturen, para luego pagar a funcionarios de un sistema judicial por procesarlos o liberarlos, dado que el estado no tiene los recursos para mantener en prisión a más delincuentes. Un disparate. La seguridad deriva de un asunto económico. Si la economía no prospera, la delincuencia opera, así cambien el presidente y los ministros de seguridad o de cultura 100 veces. No hay seguridad sin prosperidad, ni prosperidad en extrema desigualdad. Hay otras variables, no económicas, que escapan a lo que se puede abordar en un solo artículo.
Lo que tiene sentido es analizar el potencial económico de una zona, para determinar en qué tipo de productos y servicios puede ser competitiva, facilitar una educación afín a ese potencial, y brindar las condiciones necesarias para que los empresarios se interesen en estas zonas, y que los costarricenses con ahorros puedan invertir en esas empresas que necesiten capital para su fundación y crecimiento, a través de diversas instituciones financieras e instrumentos de inversión de capital y riesgo. Así es como funcionan los mercados financieros de los países desarrollados, no es una idea nueva que vaya a ser candidata al premio nobel de economía. Esto es mejor inversión que gastar en un carro de lujo hecho para ir a más de 200 km/hora para tenerlo en una fila de presa a 20 km/hora o en un 4x4 de montaña en plena vía asfaltada porque fuera de las principales carreteras las ciudades están llenas de huecos y reductores de velocidad.
Una zona costera no debe recibir la misma educación que una zona del área metropolitana, ni el mismo abordaje de desarrollo. Cada zona debe explotar su potencial. El modus operandi o la inercia ha sido dejar caer una zona, para justificar medidas absurdas que benefician a unos pocos nacionales y extranjeros, con empleos escasos y de pago mínimo a los locales. Costa Rica no se va a desarrollar a base de concesiones (de tierra costera a hoteles de lujo, puertos, etc.) y adhesiones a ciertos organismos que tienen la receta del desarrollo y nos la van a pasar. Eso no existe, ni Santa Claus tampoco. Hay buenas prácticas, no recetas.
Hagamos lo que los países desarrollados hacen y explotemos nuestro potencial, en vez de permitir o traer monopolios que nos vengan a explotar a nosotros. Una mentalidad subdesarrollada no puede construir un país desarrollado. Nadie va a salvarnos. La sangre en el agua trae tiburones, no delfines. Ayudémonos nosotros mismos. Hay dinero de sobra de costarricenses en los bancos, que publiquen cuánto dinero hay para empezar y qué tasa real de rentabilidad promedio están recibiendo. La mayoría de los ahorrantes no son ricos, pero miles más podrían serlo si la economía se organizara para el desarrollo y ser accionistas de empresas o fondos de inversión que sacarían a cientos de miles de personas del desempleo, la pobreza, el hambre y la miseria.
Ya va siendo hora de parar ese circo con el mismo acto cada 4 años, solo para cambiar los personajes que se sientan en las sillas. Proclaman que usted salga a votar, o lo tildan de antipatriótico. Tiene cuestionable importancia por quién se vote, si el “Poder Ejecutivo” no tiene poder para ejecutar, por la presencia de ciertos grupos de influencia dentro de las instituciones o en otros poderes (legislativo, judicial), presencia que no se quiere abordar ni discutir, sino tapar y disimular, instándolo a usted a votar, para darle la aparente sensación de que usted está muy al mando del destino de su país. Sabemos que no es así. La mayoría no está al mando, ni saben quién realmente manda. Ese sistema garantiza una paz servil y vil, no es blanca, sino negra, sus frutos son el desempleo, el estancamiento, la desesperanza y la criminalidad.
No votemos más el tiempo, ni el dinero, ni la juventud, ni la dignidad. No basta con votar y votar cada 4 años, como un autómata en un circo de ilusionismo pseudo democrático, hay que parar y pensar, ¿quiénes mandan en realidad y hacia dónde vamos? Cada persona puede ir por su lado de acuerdo a sus decisiones, pero un país no debe ir sin rumbo o hacia el abismo, las consecuencias tienen décadas de estar a la vista.
Correo: danielpachecoarias@gmail.com
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