En líneas generales dichos avances se pueden resumir en tres claves: tenemos baterías más grandes con mayor capacidad, lo que se traduce en más autonomía tirando de «fuerza bruta», contamos con sistemas de carga rápida que reducen las esperas entre carga y carga, y también hemos introducido la carga inalámbrica, aunque esta es mucho más lenta que l a cableada.
No obstante, al final la experiencia de uso tampoco ha mejorado tanto como debería, porque el incremento de potencia de otros componentes y el uso de pantallas más grandes hicieron que el consumo de batería se elevase notablemente, y en última instancia nos encontramos con que la mayoría de las personas tienen que cargar su smartphone al menos una vez al día.
Cargar el smartphone implica, además, un proceso de desgaste de la batería que hace que vaya perdiendo capacidad de retención, lo que a su vez implica que tendremos que cargarlo con mayor frecuencia y que por tanto la batería se irá desgastando cada vez más rápido. Salir de este círculo vicioso es imposible salvo que cambiemos la batería por una nueva, con el gasto que ello conlleva.
La empresa china Betavolt Technology quiere marcar un punto de inflexión en el sector de las baterías para smartphones, y tiene muy claro cómo puede lograrlo, utilizando baterías con energía nuclear que tendrán una vida útil de hasta 50 años. Sí, esto quiere decir que los smartphones que utilicen una batería de este tipo podrían funcionar durante cinco décadas sin tener que recibir ni una sola recarga.
En teoría, la compañía ha conseguido logros pioneros en la miniaturización de energía atómica en baterías, y ha sido capaz de dar forma a una batería de solo 15 x 15 x 5 mm que puede suministrar un voltaje estable de 3 voltios. Dicha batería contiene radioisótopos (isótopos nucleares), puede generar una potencia de hasta 100 microvatios y es «totalmente segura», ya que no hay ningún tipo de riesgo de que se filtre radiación, y tampoco de explosión.
La batería está preparada para funcionar en temperaturas que se mueven entre un rango de 60 grados bajo cero y 120 grados Celsius. Una vez que la batería llega al final de su ciclo de vida sus radioisótopos se convierten en un isótopo de cobre, que no es radioactivo y que por tanto no supone ningún peligro para el ser humano ni para el medio ambiente. Siendo sincero, la verdad es que me parece bastante interesante, pero no me veo andando con una batería nuclear en el bolsillo por muy segura que me digan que es.
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