La Inteligencia de la Razón

La palabra inteligencia proviene del latín “intus legere”, que significa leer internamente. Se puede decir que es el medio por el cual logramos observar en nuestro interior lo que sabemos y/o comprendemos. Es responder ante cualquier eventualidad todo el conocimiento que guardamos en la mente como si lo estuviéramos leyendo

La manera tradicional ha definido a la inteligencia como la capacidad o habilidad para resolver problemas, llevar a cabo o comprender el pensamiento abstracto. En otras palabras, la inteligencia se asociaba de forma exclusiva al pensamiento y conocimiento

LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando (Gapo), columnista).- En un principio la inteligencia se consideró como algo biológico y hereditario que estaba dentro de la mente y podía medirse, en otras palabras, un atributo exclusivo en la cabeza de cada quien y con base en la razón.

De esa forma se define a la inteligencia racional como la capacidad de entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas. Este tipo de inteligencia parece estar ligada a otras funciones mentales como la percepción o capacidad para recibir información y guardarla o alojarla en la memoria, donde queda archivada o almacenada para su posterior utilización en un momento requerido.

Sócrates fue el primer filósofo en decir que el alma es característica del ser humano, siendo el alma a la vez, sede del pensamiento y de los valores morales.

Debido a la transición de las sociedades en el área racial y al reordenamiento individual aunado a la obligatoriedad escolar, y a la clasificación laboral para satisfacer las demandas del modelo industrial, psicólogos de la primera década de 1900 establecieron el método de medir la inteligencia racional.

Esta distorsión afectó bastante la antigua disciplina de la administración iniciada en el Mundo Antiguo con Egipto, China, Roma y Grecia, resurgida durante el proceso de la segunda Revolución Industrial, porque a partir de 1950, muchas empresas públicas y privadas escogieron en el ápice estratégico a personas que con alto coeficiente intelectual, y desempeñándose como excelentes profesionales en su área, no lograron cumplir con las expectativas gerenciales en el manejo adecuado con el capital humano.

Para conocer el coeficiente intelectual se debe realizar una prueba estandarizada en presencia de un profesional capacitado utilizando escalas de inteligencia preescolar, primaria y otras.

El coeficiente intelectual fue extraído midiendo habilidades, tareas mentales o el conocimiento de la inteligencia racional, sin embargo, hoy está demostrado que el aporte de la inteligencia de la razón para el éxito profesional es mínimo por alcanzar apenas entre el 10% y 20%. Además, el 80% faltante está en la inteligencia emocional, dado que es el talento que analiza, evalúa y valora las áreas blandas del comportamiento individual y que trataremos en un próximo artículo.

Con el devenir de tiempo, y ante el florecimiento de diferentes cualidades especialmente relacionadas con la artesanía, aptitudes musicales y otras, se llegó a la aceptación que los seres humanos poseemos diferentes tipos de inteligencia además de la lógica matemática. Entre ellas, la espacial, cinestésica corporal, lingüística, musical, intrapersonal, interpersonal, naturalista, y que cada individuo se dedicaría con más ahínco hacia lo que más le gustase o se sintiera bien ejerciendo la función.

De esa forma la humanidad se ha nutrido de las diversas manifestaciones de mentes extraordinarias que nos hace disfrutar de la plenitud que hoy gozamos y, además, concluir que todos los tipos de inteligencia son importantes en la vida.

Antes de elegir la forma en que queramos desempeñarnos para afrontar nuestra existencia, es importante conocer nuestras aptitudes. Primero para facilitar el proceso de aprendizaje y desempeño, y segundo, porque el que trabaja en lo que disfruta, gana dinero divirtiéndose.

¡Feliz Navidad!

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