LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Daniela Echeverri).- Una relación con una persona pasivo-agresiva puede deteriorar tu salud mental. Te contamos cómo sobrellevarla para no salir lastimado.
Una de sus principales características es que son egocéntricos, controladores y suelen ejercer manipulación sobre quienes los rodean. Por ello, pasan de los halagos a los comentarios sutilmente agresivos —y viceversa— para confundir a los demás. ¿Los reconoces? ¿Sabes cómo lidiar con estas conductas?
Establecer límites sobre estas personas no es una tarea sencilla, sobre todo cuando se trata de un jefe, un compañero de trabajo o un familiar cercano. Aun así, puedes implementar algunas estrategias durante la interacción para evitar que sus comportamientos o comentarios te lastimen. En este espacio las detallamos.
El comportamiento pasivo agresivo es un patrón en el que la persona es incapaz de expresar sus sentimientos o pensamientos negativos de forma honesta y abierta. En cambio, opta por hacerlo de un modo indirecto y sutil.
«Hay una desconexión entre lo que la persona que presenta la conducta pasivo-agresiva dice y lo que hace». (Daniel Hall Flavin, psiquiatra de la Clínica Mayo)
Por ejemplo, durante una confrontación, ocultan su enojo con sonrisas. También puede ser que cometan errores intencionales en respuesta a las exigencias de otros. Esto, sumado a que suelen ser egocéntricos, manipuladores y cínicos.
En cierta medida, casi todas las personas actúan de forma pasivo-agresiva en situaciones en las que —por la razón que sea— no pueden tener una comunicación abierta y clara. Pero cuando se vuelve un patrón de conducta repetido, o más bien un rasgo de personalidad, supone un verdadero problema.
Las personas con este patrón de conducta intentan reprimir su ira, frustración, enojo, amargura o envidia. Y si bien suelen enmascarar estas emociones, su forma indirecta de expresarlas acaba por hacer daño a su entorno.
Según Hall Flavin, esta conducta es común en algunas enfermedades mentales; sin embargo, no se considera una enfermedad mental en sí misma. Como sea, sí interfiere en las relaciones interpersonales. De ahí la importancia de reconocerla y buscar recursos para afrontarla.
Cómo identificar las conductas pasivo-agresivas
La agresividad pasiva se manifiesta de formas distintas en cada persona; por lo general, se puede identificar cuando las acciones contradicen de manera sutil las palabras. Estas, a su vez, suelen esconder emociones negativas, como la ira, el enojo, la envidia y otras.
Una persona puede actuar así por un problema de autoestima, por temor a perder el control o como vía para enfrentar su estrés, su ansiedad, su miedo al rechazo o al conflicto. Ciertas veces, es la forma de expresar que se sienten subestimados o que guardan algún tipo de rencor.
Veamos con ejemplos cómo reconocer este patrón:
- Guardan rencor para sacarlo a relucir más tarde.
- Tienden a culpar a los demás por sus errores y se victimizan.
- Se centran en temas que saben que para otros pueden ser sensibles.
- Hacen comentarios sarcásticos, seguidos de un «estoy bromeando».
- En lugar de ofrecer elogios a los demás, les restan importancia o los ignoran.
- Excluyen a otros de actividades grupales, como almuerzos o salidas a tomar café.
- Ignoran o se alejan de las conversaciones que consideran un conflicto y evitan enfrentarlas para no asumir su responsabilidad.
- Hacen comentarios ambiguos, del tipo: «¡Ese vestido te queda muy bien, considerando tu tipo de cuerpo!» o «¡Qué lindo se ve tu cabello hoy, se nota que por fin te lo lavaste!».
- Le dicen «sí» a los proyectos, las tareas o cualquier otro compromiso con la intención de no completarlos o de sabotearlos como una forma de represalia. Por ejemplo, diciendo que están enfermos justo antes de una presentación importante.
Las relaciones con las personas pasivo-agresivas son incómodas y causan un impacto negativo en la salud mental. Por un lado, sus comentarios y conductas hirientes pueden generar inseguridad, problemas de autoestima y ansiedad; por el otro, no saber poner límites resulta angustiante.
Si bien la terapia es clave para conocer más a fondo este patrón y los recursos para afrontarlo, también hay algunas estrategias que puedes implementar para que la interacción con estas personas no acabe por afectar tu bienestar. ¡Toma nota!
1. Reconoce el patrón pasivo agresivo
Sin duda, el primer paso para lidiar con personas pasivo-agresivas es reconocer su patrón de comportamiento. En un principio puede ser difícil, pues las agresiones son sutiles y confusas. No obstante, notarás que —en repetidas oportunidades— las acciones de ese alguien contradice sus palabras.
Ten en cuenta que estas conductas difieren de persona a persona. Puede ser que se queje de forma constante y culpe a los demás; que use el sarcasmo para atacar o que aplique la «ley del hielo» en lugar de enfrentar los conflictos. Hay muchas variantes.
Si tienes dificultad para reconocerlo, puedes tomar nota de esas situaciones en las que te sientes incómodo con esa persona. Una vez identifiques cómo es su forma de agresividad pasiva, puedes empezar a trabajar para enfrentarla.
2. Deja en claro que estás abierto al diálogo
Ciertas veces, quienes tienen este patrón de comportamiento lo hacen a modo de «defensa», por temor a las reacciones de los demás. Puede que sientan un profundo miedo al rechazo, al abandono o a que el otro reaccione de forma negativa. También puede ser la forma en que manifiestan su inseguridad o insatisfacciones.
Ya sea que ocurra en el entorno de trabajo, en casa o en el ámbito amoroso, es conveniente aclarar a esa persona que estás abierto a hablar sobre el problema. Dar la confianza para dialogar es determinante para romper con las suposiciones que pueden alimentar las emociones negativas.
3. Enfrenta el problema en el momento adecuado
Según el contexto en el que te encuentres, es posible que tengas que confrontar a la persona pasivo-agresiva para poner límites a su comportamiento. No obstante, procura no hacerlo cuando te haga enojar o sentir mal; tómate un espacio para procesar tus propias emociones y hazlo en calma.
Esta conversación requiere algo de preparación, ya que es probable que la persona no reaccione bien cuando le expliques lo que te molesta. Incluso, intentará culparte. Empieza por explicarle cómo te hace sentir y cuáles son las consecuencias si no corrige su comportamiento. Evita señalarlo o acusarlo.
Ten en cuenta que si te enfrentas al problema con enojo, o incluso reaccionando también de forma pasivo-agresiva, será difícil encontrar una solución.
4. Prioriza tus necesidades y tus sentimientos
Algo a tener en cuenta, cuando quieres evitar ser víctima de un pasivo agresivo, es prioriozar tus necesidades y tus sentimientos. Estas personas suelen imponer sus preferencias por encima de las de los demás; por ejemplo, si quieren comer tarde, pretenden que los demás también lo hagan.
Si reconoces esto, es primordial que dejes de ceder a sus exigencias. Ten en cuenta que una característica de este patrón de comportamiento es el control; si permites que esa persona lo tenga, no dudará en pasar por encima de lo que sientes o deseas. Debes trazar tus límites y respetarlos, aunque eso no le agrade.
5. Haz responsable a la persona pasivo-agresiva
Aunque sea incómodo, tendrás que responsabilizar a la persona pasivo-agresiva por sus acciones. Si guardas silencio por temor a sus reacciones o para mantenerla feliz, estarás perpetuando su comportamiento, mientras tú sigues presa de sus abusos emocionales.
Deja de minimizar sus conductas o de inventar pretextos para justificarlas. Ni tú ni nadie tienen la culpa de que esa persona no pueda gestionar de forma asertiva sus emociones negativas. Alguien tiene que hacérselo saber, al menos para que se cuestione.
6. Deja de ofrecer disculpas innecesarias
Estas personas son expertas en manipulación; tanto así, que puedes acabar ofreciendo disculpas, aunque no hayas hecho nada malo. Evita disculparte si sabes que no tienes la culpa del conflicto; tampoco si esa persona se niega a hablar con claridad sobre lo que siente que hiciste mal.
Cada vez que ofreces una disculpa por no llevarle la contraria o por evitar agrandar el conflicto, le das la razón y alimentas su conducta.
7. Hazte consciente de tus emociones y gestiónalas
Cuanto más conozcas tus emociones, más recursos encontrarás para gestionarlas de forma adecuada. Esto es bastante importante a la hora de enfrentar personas pasivo-agresivas, ya que ellas buscan generar malestar constante en el otro.
Su incapacidad para gestionar la ira y la frustración es tanta, que muchas veces desean provocarlas en los demás. Cuando explotas en su contra o respondes a la par con otra agresión pasiva, logran su cometido.
Entonces, si reconoces que te están generando malestar, respira, procura reconocer lo que sientes y, de ser posible, aléjate un momento de la situación. Al controlar lo que sientes, le restas poder a las acciones de esa persona y, sobre todo, evitas que te lastimen.
8. Piensa en tus propias conductas
¡Ojo! Inconscientemente puede que también tiendas a tener comportamientos pasivo-agresivos que alimentan esta dinámica en tus relaciones. Es importante que te tomes el tiempo para pensar cómo reaccionas con tus amigos, compañeros de trabajo, pareja o familia cuando algo te molesta o te hiere.
¿Eres claro y directo? ¿Caes en el sarcasmo, las indirectas o los comentarios ambiguos? A veces hace falta corregir la conducta propia para poder afrontarla en otros contextos y en otras personas.
9. Mantén firmes tus límites
Una vez logres manifestar tus límites a los pasivos agresivos, prepárate para cumplirlos cada vez que sea necesario. Ser coherente entre lo que dices y lo que haces, y sobre todo, ser consistente con ello, es clave para que esa persona se motive a cambiar o para que al menos tenga claro que no estás dispuesto a seguir soportando sus agresiones.
En esta línea, es importante que la persona pasiva agresiva conozca que hay un coste detrás de cada conducta, así como una serie de límites que todo individuo puede establecer. Respetar tus límites es dejarle claro al pasivo agresivo que sus conductas tienen consecuencias.
10. Retírate con respeto
Si nada de lo anterior funciona, lo mejor que puedes hacer es tratar de evitar o reducir el tiempo de interacción con esa persona. Para sostener la dinámica pasivo-agresiva en una relación se necesitan dos. Si te retiras, darás por terminado el problema.
Cuando le haces saber a alguien sobre su conducta pasivo-agresiva, pero la sigue practicando, es probable que no esté preparado para cambiar. Retírate en silencio, sin desgastarte más, y teniendo en mente que tu bienestar es lo más importante.
11. Valídalos cuando no quede otra
Cortar la relación con el pasivo agresivo no siempre es una opción; por ejemplo, cuando se trata de un familiar muy cercano o alguien del trabajo. En estos casos, seguirse desgastando no es viable, pero puede funcionar ponerse en sintonía con ellos. ¿Qué quiere decir?
En lugar de explotar, tomarse la agresión a título personal o caer en su dinámica, opta por actuar desde la validación y la empatía. Una vez asuman su papel de víctimas o saquen excusas por sus conductas, utiliza frases como las siguientes:
- Te escucho.
- Sí, está bien.
- Comprendo.
- Vale, perfecto.
Las personas pasivo-agresivas enmascaran sus emociones negativas (ira, miedo, infelicidad, frustración) en acciones sutilmente agresivas que buscan generarte inseguridad o malestar. A menudo, estas conductas pretenden ejercer control o manipular. Si no les pones límites, pueden deteriorar tu salud mental.
De ahí la importancia de reconocer este patrón y enfrentarlo a través del diálogo y de acciones que prioricen tu propio bienestar. Mantener la calma y evitar tomárselo tan personal, ayuda a enfrentarlo de manera más asertiva.
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