LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Johnny Soto Zúñiga, columnista).- En la primera parte desarrollamos los conceptos de la verdad objetiva y posverdad subjetiva para comprender el manejo actual de la información y comunicación masiva en todos los ámbitos de la sociedad actual. La llegada de las redes sociales conduce a que cualquier noticia nacional o mundial se conozca de inmediato a nivel personal, o mediante los diarios digitales y las distintas plataformas en un mismo tiempo y espacio, es una maravilla tecnológica de las últimas décadas que estamos viviendo y podemos esperar que vengan nuevas herramientas con la Inteligencia Artificial (IA) ChatGPT , con algoritmos y otros medios de información y comunicación masiva que marcarán una nueva era.
Como escribe Agustín Laje: “La sociedad moderna es una sociedad de masas. Por esto entiendo lo que queda después de un proceso de atomización social, que destruye todos los lazos tradicionales y devuelve por resultado individuos-átomos, en conjunción con tecnologías que permiten reunirlos a todos ellos en un mismo tiempo y espacio, en lo que se muestra como una masa humana que espera que exógenamente le otorguen su forma, esto es: que la informen….Lo relevante por ahora es comprender que, si lo que caracteriza a los medios de comunicación masiva es su capacidad técnica para ofrecer mensajes de distinta naturaleza (estímulos) a una enorme cantidad de audiencia, aquellos pueden instalar en esta determinadas palabras, conceptos, sonidos, imágenes, que afecten la percepción o el comportamiento que sucede a estímulos posteriores.
Las emociones más estrechamente vinculadas al comportamiento político, por ejemplo, son el entusiasmo y el miedo. Los medios bien pueden activar con determinadas palabras e imágenes para mucha gente alguna de estas emociones, que a la postre puede determinar siendo asociada a determinado político, partido o ideología, con arreglo a estímulos políticos posteriores de manera inconsciente. Así, es importante reconocer que los medios de comunicación no actúan en el sujeto simplemente en un nivel consciente y superficial, sino que su información penetra mucho más hondo y, por medio de la memoria implícita, sus contenidos vuelven a la superficie para condicionar en muchos casos lo que se piensa, se dice y se hace, sin que, además, uno se percate de ello.” (La Batalla Cultural. Agustín Laje.Págs.182 y 196)
Es claro que el proceso informativo público cambió sustancialmente desde la emisión hasta la recepción, llegando de manera masiva, por otra parte, la información que intercambian entre dos personas o más puede ser pública o privada, por ejemplo, si lo realizan por medio de facebook, twitter, instagram, tiktok, youtube, en lo demás mediante los medios tradicionales de la prensa, radio y televisión, los receptores será el público en general. Nuestro país no escapa a la utilización masiva de los nuevos medios informativos, que constituye un “gran poder” dentro de la sociedad. A nivel político y comercial, el marketing sea digital o no, se generan estrategias para obtener una mayor presencia y llegarle a la audiencia que les interesa. Vivimos un mundo dinámico, globalizado, de intercambio múltiple a nivel comercial, atraer turismo e inversión extranjera; todos los medios masivos juegan un papel fundamental.
La prensa tradicionalmente ha realizado “un control importante” en la sociedad, en los Poderes Públicos, y también sobre la sociedad civil, empresa privada etc.; incluso el Dr. Soria afirmaba al respecto: “La idea de que la prensa es el cuarto poder –un poder que se alinea detrás de los tres poderes clásicos –es pura y simplemente una metáfora; una metáfora brillante pero directamente responsable de múltiples disfunciones sociales; una metáfora que ha terminado por obscurecer completamente qué es la prensa y cuál es su función pública; una metáfora que, en definitiva, debe ser resueltamente olvidada, porque la prensa –la información- no tiene naturaleza de un cuarto poder.”
Algunos medios de prensa y sus periodistas confunden el otorgar una información de actualidad y una difusión objetiva de los hechos; con una información que cae en la “posverdad subjetiva” y lo peor creen que tienen la razón en todo, y se inventan “novelas” o hacen conjeturas, sin previa investigación y sin utilizar “el fairness” que debe siempre estar vinculado a los conceptos de imparcialidad y equilibrio en la información; debe ser parte de la labor educativa y cultural. En muchos países occidentales y Costa Rica no es la excepción, se ha venido perdiendo la transparencia y la búsqueda de la mayor cantidad de información y fuentes relacionadas con el fin que la audiencia pública reciba el panorama completo y saque sus propias conclusiones o lo que considere es lo más cercano a la verdad real de los hechos.
A nivel de los actos que realicen los Poderes Públicos, en las actuaciones judiciales, legislativas y ejecutivas; el pueblo en general tiene el derecho a recibir la más precisa información; y no una información parcializada, cargada de subjetivismos y respondiendo a intereses particulares o de los dueños de los medios de información. Enrique Villalobos en su libro El Derecho a la Información escribe: “El Deber profesional de informar. La verdadera cuestión de la información contemporánea está en el problema de fundamentar bien su legitimidad. ¿Quién ha confiado a las empresas informativas y a las periodistas el poder de informar?, ¿con qué condiciones? ¿Por qué la importante y decisiva función de informar no es una tarea originariamente estatal? ¿Tiene sentido pensar que la información es un verdadero contrapoder privado?
La legitimidad de la función informativa se ha planteado básicamente, hasta 1948, en clave de libertad y en clave individualista. En la brecha abierta por los ilustrados entre la sociedad y el Estado, se instalará la noción de libertad de prensa, de libertad de empresa y la libertad de profesión. Pero la legitimación de la información en clave de libertad y en clave individualista termina antes o después configurando la información como un contrapoder y, en consecuencia, como el resultado victorioso de los periodistas en su lucha por el poder de informar”
Finalmente, lo fundamental es que la sociedad civil y en general todos los ciudadanos de un país tenemos el derecho a la información como un derecho humano, por lo tanto, se debe recibirla de manera transparente, objetiva, equilibrada, sin sesgos con intenciones oscuras, que violenten ese derecho y que siempre prevalezca el deber profesional de informar.
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