Editorial: A propósito de las elecciones municipales


El próximo 4 de octubre, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) emitirá la convocatoria oficial para las elecciones municipales de 2024. Sin embargo, antes de que llegue ese momento crucial en la vida democrática de nuestro país, es fundamental reflexionar sobre el estado actual de nuestras municipalidades y la importancia de participar en este proceso electoral.

El reciente Informe de la Contraloría General de la República, publicado el 12 de septiembre, arroja una luz preocupante sobre la gestión de 82 municipios en nuestro territorio. En lugar de mejorar, estas administraciones han experimentado un deterioro en la prestación de servicios esenciales para nuestras comunidades.

El abstencionismo en las elecciones municipales ha sido un problema persistente, reflejando la baja importancia que algunos ciudadanos asignan a estas elecciones. Sin embargo, cuando observamos resultados como los señalados en el informe de la Contraloría, se convierte en un llamado de atención urgente para todos nosotros. La apatía no puede ser una opción cuando se trata de elegir a quienes liderarán nuestras comunidades.

Entonces, ¿en qué están fallando nuestras municipalidades? La respuesta es preocupante y abarca una serie de aspectos cruciales para el bienestar de nuestras comunidades: desde la recolección de residuos, el alcantarillado pluvial, los servicios sociales y educativos, hasta el mantenimiento de nuestras calles y espacios públicos. Es inaceptable que, según la evaluación del órgano contralor, la mayoría de las municipalidades se encuentren en niveles básicos, iniciales o intermedios de desempeño, y algunos ni siquiera logren avanzar con el tiempo.

La interrogante más apremiante es: ¿dónde se están destinando nuestros impuestos? La comunidad espera que estos recursos se inviertan en la mejora de los servicios esenciales que tanto necesitamos. No podemos permitir que nuestros aportes económicos se diluyan en una gestión ineficiente.

Otro aspecto que causa inquietud es la falta de reconocimiento e inclusión de la población en situación de vulnerabilidad en la planificación de los servicios básicos. La falta de atención a variables como la pobreza, la edad, el género y el desarrollo se refleja en un porcentaje preocupante de municipalidades que apenas consideran estos aspectos en su trabajo.

El 

Índice de Desarrollo Social (IDS) también revela una realidad desafiante. De los 486 distritos estudiados, 226 en todo el país muestran un bajo o muy bajo nivel de desarrollo social. Estos datos deben ser una llamada de atención para nuestros gobiernos locales. ¿Están realmente cumpliendo con su deber de servir a sus comunidades?

Es esencial recordar que las elecciones municipales son una oportunidad para impulsar el cambio desde la base. ¿Cómo pueden los partidos políticos aspirar a gobernar una nación cuando muestran carencias tan evidentes en la gestión municipal? La primera tarea para ganarse la preferencia de los electores es ordenar la casa desde abajo.

No podemos dejar de mencionar la responsabilidad de los regidores en este proceso. Desde sus posiciones, también pueden contribuir al bienestar de sus comunidades. Sin embargo, es crucial que demuestren un compromiso real y ético con su trabajo, evitando comportamientos inapropiados que socaven la confianza de la ciudadanía.

El voto municipal es una herramienta poderosa para el cambio. Debemos alentar a los jóvenes a comprender que su participación electoral puede marcar la diferencia. La elección está próxima, y ​​todavía tenemos tiempo para reflexionar sobre la importancia de elegir líderes competentes y comprometidos con el bienestar de nuestras comunidades.

En última instancia, la calidad de vida de nuestras comunidades depende de las decisiones que se toman en estas elecciones municipales. No podemos permitir que la apatía o la falta de información guíen nuestras decisiones. Es hora de actuar y exigir un cambio real en la gestión de nuestras municipalidades, porque nuestras comunidades merecen lo mejor.

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