Dentro del conglomerado de la peni existieron dos pulperías. Una ubicada en el pabellón norte y la otra en el pabellón oeste. La del pabellón occidental estaba en el segundo piso. Del muro, contando, la tercera celda a mano izquierda. El dueño del establecimiento era conocido como “Canalete” quien había sobrevivido más tiempo de lo esperado, pero nunca imaginó que ese fatídico sábado sería el último pasajero en ingresar en la lúgubre carroza
LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando (Gapo), Escritor).- Después de la advertencia que los gendarmes hacían a Canalete sobre que su vida en el presidio pendía de un hilo los escuchó decir: -Nosotros podríamos cuidarte, eso sí, si logramos entendernos. Canalete no lo pensó dos veces. Inicialmente la policía penitenciaria le permitía deambular y pernoctar en cualquiera de los pabellones para evitar algún ataque frontal, aunque cuando decidió establecer la mini pulpería debieron asignarle un lugar fijo y “cuasi seguro”. Con el tiempo el negocio de Canalete se cimentaba máxime al convertirse en “topador”. Compraba o le empeñaban todo lo mal habido en el presidio cuyos bienes al final vendía entre sus policías protectores y además sumaba a la deuda por pagos de préstamos de dinero que ellos solicitaban.
El error de Canalete consistió en creer que la “autoridad” le protegería eternamente y menospreciar el poderío creciente de la pandilla de los “hijos del diablo” ignorando pagar tributo, pero sobre todo retarlos públicamente aduciendo que la condena que purgaba de cuarenta y cinco años hacía que a nada le temiese y, por el contrario, le daba licencia para ultimar a cualquiera que le mirase feo, en cualquier momento. Otro punto a favor de Canalete era que al estar a cargo de lavar y aplanchar los uniformes de los guardias aprovechaba esos momentos para ponerlos al tanto de lo que sucedía entre el internado.
Después del asesinato de Mordiscoe’mono y Seis Dedos los hijos del diablo emitieron un toque de queda que se esparció por todos los rincones. Todos debían estar recluidos en las celdas porque ese día de “purga” a partir de las ocho de la noche el escuadrón recorrería el pabellón oeste en busca del tercer “soplón”. Si encontraban a alguien fuera, sin importar quien fuese, sería aniquilado.
A la hora indicada, la pandilla enfundada en negros ropajes golpeaba ruidosamente los barrotes de las celdas para desviar la atención mientras otros se dirigieron a la pulpería. A Canalete se lo “gorrearon”. No logró evitar la apertura de la puerta ni mucho menos el ingreso de quienes le rodearon de inmediato y pese a sus súplicas lo amarraron de pies y manos. Aunque muchos escucharon los chillidos mortales no podían hacer otra cosa más que ignorarlos.
Al amanecer el Machillo se despertó al escuchar el ingreso de su compañero de celda. Venía bañado en sangre y en sus manos mostraba algo envuelto en una bolsa de plástico. -Tome Rafilla, para que desayune al rato. Sandí, quien había regresado a la celda en seguimiento a las instrucciones, tomó el paquete y al intentar abrirlo: -No Rafilla, mejor no lo abra. El Machillo al sentir que se trataba de algo pulposo se lo tiró al gato que compartían en el cautiverio. El felino olfateó la bolsa y abandonó la celda a marcha acelerada. - ¿Qué es?, preguntó. -En poco tiempo lo sabrás, escuchó.
Esa mañana a primeras horas la compañera de Canalete se dirigía hacía la fila para la visita conyugal cuando fue interceptada por un policía. -Disculpe señora, lamento comunicarle que Canalete anoche fue ultimado. La mujer asustada y compungida se devolvió sobre sus pasos encontrándose sin saberlo con agentes del Organismo de Investigación Judicial que apoyados con personal de la Tercera Compañía habían sido requeridos debido a la cantidad de sangre que emergía de la celda.
Aunque todos conocían del mensaje de autoridad que los hijos del diablo daban en la peni, nadie se atrevía a ingresar a la celda por temor a ser involucrados. Dentro de la celda encontraron el cuerpo destazado que relatarían en el informe final. La cabeza, separada por un machetazo del cuerpo sostenía el pene en la boca. El cuerpo mostraba una cortadura desde el pecho hasta la ingle. Le habían cercenado los testículos.
La celebración fue en grande con abundancia en chicha, licor y marihuana. Los travestis ofrecieron la primera presentación de Jorge y Papito para danzar en bikini al son de la música caribeña con el grupo limonense que habían contratado. Hubo muchos comentarios que al final concluyeron en hacer una escalera para una fuga masiva. Machillo mantuvo la escalerilla escondida en el cielo raso del pabellón oeste, pero las tres muertes fueron el detonante de las tragedias que vendrían aceleradamente con el paso del tiempo…
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