LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Roberto Chacón Zúñiga, sociólogo).- Se acerca un período más de elecciones municipales y, con él, las viejas preocupaciones por el abstencionismo municipal vuelven a emerger, dejando en claro que el proceso iniciado en el año 2002, se profundiza con cada elección.
La población costarricense continúa sin confiar en las municipalidades, a pesar de los ingentes esfuerzos que han realizado una buena cantidad de gobiernos locales por mejorar su posicionamiento en la política local y nacional.
Las causas de este fenómeno son múltiples y complejas, sin embargo; en nuestro criterio, la poca participación de los ciudadanos en las elecciones tiene sus raíces en las debilidades presentes en las organizaciones de base comunal.
El poco poder que posee la organización comunal para resolver los problemas inmediatos de los vecindarios, provoca una ruptura entre los vecinos de las comunidades, las organizaciones de base comunal y las municipalidades.
No existen prácticas realmente democráticas en el nivel comunal, estas organizaciones no se han logrado desligar de las “ataduras” histórico-culturales, que han impedido el desarrollo integral de las organizaciones y por lo tanto el surgimiento de prácticas políticas sanas, que a su vez den lugar a altos niveles de participación en las elecciones.
Las organizaciones comunales funcionan bajo un esquema o matriz cuasi-familiar, en la que; dada la desconfianza política predominante, las personas que dominan sus directivas, heredan el poder entre amigos y familiares con el fin de “guardarse las espaldas".
En consecuencia, los dirigentes han desarrollado prejuicios, de manera consciente o inconsciente, que les impide abrirse a la participación de otros como una forma de proteger su posición.
Con todo, la dinámica de trabajo resulta verticalista y rígida, con una fuerte tendencia a excluir la participación y capacitación de las mujeres, junto con los jóvenes.
Esto ha generado, sobre todo en los jóvenes, un alejamiento sistemático de las labores comunales, comportamiento que provoca una barrera para el relevo generacional, tanto en los cuadros de dirigencia como en las demás actividades.
Por lo tanto, la tarea inmediata debe ser la implementación de un proceso formativo que permita, tanto la formación de ciudadanos libres, conocedores de sus deberes y privilegios (dada su condición de munícipes) como la reconstrucción político-administrativa de las comunidades, como una plataforma para promover la participación y reinventar los gobiernos locales.
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