Rafael sabía que la calaca rondaba los pasillos debido a la fatídica lista que guardaba celosamente. Anselmo estaba lejos de pensar que la dama de negro le respiraba en la nuca. De acuerdo con lo aprobado por los jefes Mainor y Rigo aún faltaba un pasajero en el coche tenebroso. La última ejecución fue planeada para horas nocturnas. De esa forma acrecentaban el caos y daban un contundente golpe de autoridad entre presos y policía penitenciaria…
LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando, (Gapo). Escritor).- Por caprichos de la vida el nombre de Rafael Sandí no quedó inscrito en la sanguinolenta y espeluznante memoria histórica de la peni pese a ser un músculo significativo en la turba de los hijos del diablo. Actualmente por su mente corren torrentes de recuerdos imborrables para nunca olvidar. No sabe si la omisión del registro de su nombre fue para bien o para mal, pero igual sufrió…Al regresar por segunda vez a la peni encontró dos tocayos de apellido quienes ante el llamado de “Sandí” acudían en trío. En aras de solventar la confusión simplemente añadieron un alias para cada uno. Así se ramificaron en tres figuras: Sandí, Sandí Rapso y “Machillo” (el de nuestra historia) debido a tener el cabello menos oscuro de ellos.
Canalete maliciaba desde el ingreso a la peni sobre el fatal futuro que podía depararle el presidio en cualquier momento. Desde el inicio carcelario la advertencia de la policía fue que su vida pendía de un hilo. Los reos podrían dictaminar su justicia propia para vengar a las víctimas atrozmente sucumbidas. La historia de su arresto por el asesinato múltiple en la zona norte del país sacudió a la sociedad de entonces. Fue noticia preponderante entre los escasos medios informativos nacionales de la época y difundido más allá de fronteras cercanas. La información resaltaba que la detención fue sin forcejeos. Su organismo se manifestaba rígido como una roca. La carabina silenciosa, testigo del hecho homicida aferrada al cuerpo necesitó del forcejeo de tres policías para lograr apartarla del pecho mientras balbuceaba constantemente: -Yo no asesiné a esta familia…
Mientras tanto en la peni la pandilla de los hijos del diablo se empoderaba. Dos líderes de las bandas más representativas se unificaron para fortalecer esfuerzos en aras de imponer orden y eliminar la anarquía latente a lo interno del penal, aunque su propósito era exteriorizar que en adelante la pandilla sería la única en decir la última palabra pensando en protección, especialmente a indefensos o más enclenques por ser las principales víctimas.
Las bandas, antes de adoptar el sobrenombre de “los hijos del diablo”, conocían los abusos y violaciones que constantemente recaía entre los vulnerables. Para eliminar la situación de tajo idearon revertir el escenario. En adelante el reo de cualquier pabellón que infringiera la instrucción automáticamente pasaba a encabezar la lista mortal dejando sus vidas en cuenta regresiva y días contados. En otras palabras, firmaba su pena de muerte. En pocas horas los nombres anotados daban vuelta por los pabellones creando tensión (lo cual pretendían) entre los convocados. En más de una ocasión los condenados buscaban a los jefes para pedir clemencia. Los líderes “Caballón y Pico’elapa” evaluaban la situación formando su criterio el cual era tema de discusión en la reunión convocada al onceavo restante para dictar el veredicto. “Machillo” debía tomar nota al enterarse de cualquier cambio porque estaba en la obligación de comprobar que la lista de decesos se cumpliese para dar paso a la siguiente.
Después de la misteriosa desaparición de un violador rebelde que no entendió la sentencia comenzó a respirarse una aparente sensación de paz, pero debido a que no hay almuerzo gratis, la protección tenía costos: un tributo (no obligatorio) de lo que tuviese, acatar órdenes sin discusión y no informar a la policía (obligatorias).
De vez en cuando los integrantes de la banda hacían festines. Se consumía chicha, licor, cigarrillos y estupefacientes. Desde temprano los travestistas comenzaban a prepararse para lucir sus mejores galas y atractivos para una buena bailada, una noche inolvidable o algo más candente. Sin restricciones. Se permitía toda clase de negociaciones.
Pese a la aparente sensación de paz que emanaba el ambiente, no toda la población penal estaba de acuerdo con los recientes mandatos. Los opuestos, provenientes de las bandas destronadas, ocultas en el anonimato por temor a represalias, hacían lo imposible con tal de llevar la contraria y cantarlos con la policía.
Machillo se encargaba de descubrir soplones y pasar el santo a Caballón por las noches en la celda. Ese era el motivo por el que había llegado el carruaje de la calaca ese sábado…Aún faltaba el pasajero que no tenía tiquete. Pernoctaba en el Pabellón oeste, segundo piso. Del muro, contando, tercera celda, mano izquierda…
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