LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando, (Gapo). Escritor).- Eran contados y escogidos los compañeros de la peni quienes habían visto la foto de Rafael. La escondía en una ranura de la pared posiblemente provocada por los acostumbrados movimientos telúricos en Costa Rica. Después de los gruesos comentarios que eventualmente escuchaba sin tomar en cuenta, al quedar a solas repasaba el momento histórico donde veía su imagen congelada rodeado de allegados que se estimaban recíprocamente. Fue una de sus mejores épocas con la salvedad que la autoridad policíaca andaba detrás de sus pasos. Estaba en su apogeo delictivo, pero siempre apoyando a la familia. Procuraba vestir elegante y escudarse detrás de gafas oscuras para escudriñar miradas negando permiso para adentrarse en la suya. Iniciaba travesuras en Guácimo. Recién había superado la etapa de “Carmonilla” y su estadía en la “zona roja” de San José. La reconocida Calle Doce donde todo lo inexplicable podía suceder y acontecía. En esos recovecos convivió los últimos días de infancia ante la demanda de su cuerpo por la adrenalina que generaba su odio contra la sociedad. Recordó los inolvidables burdeles. El recuerdo de las llamativas luces de “La Pollera” y “El Manhattan” en los cuales podía pernoctar cuando quisiera le hizo sonreír. De la mano de sus nuevos compinches Billo, Salomón, José Gogo y Minor Caballón La zona roja se convirtió en la escuela de la maldad que en ese momento su rencor interno reclamaba. Evocó los ahora pasivos inicios en la banda infantil en el barrio San Vicente. Las primeras experiencias hurtando verduras en el mercado herediano para llevar sustento a las familias, el asalto al “polaco” culminando con el robo del Mustang e intercambio de disparos en la balacera contra la patrulla que les perseguía junto al Gato Monge, Luis Venero y Oldemar “El Loco’eredia”.
Las enseñanzas aprendidas en Calle Doce le ampliaron el horizonte que debió esperar un tiempo ante el acoso policial josefino que le hizo retornar por corto tiempo a Heredia antes de enrumbarse hacia Guácimo de Limón y acelerado por el hurto de Carmen Julia en la casa donde trabajaba.
El ferrocarril de la Northern serpenteaba hacia Siquirres. Rafael miró las torrentosas y espumosas aguas achocolatadas del río Reventazón desde la ventana del vagón antes de ingresar a la prolongada y temida curva del “codo del diablo”. Escuchó su nombre en la lejanía sin poner atención. Volvió a escuchar su nombre más fuerte seguido de un socollón en su hombro izquierdo. La exquisita sonrisa de Carmen Julia lo volvió a la realidad. -En qué pensabas, andabas en otro planeta. -Sí, en efecto, recordaba a ciertos conocidos. En realidad, Rafael repasaba su existencia comparándola con el resto que le había rodeado buscando algún nexo de conexión que al final le sorprendería.
El ave que chocó con los barrotes de la celda se desplomó hacia el piso. Rafael subconscientemente la recogió con delicadeza acomodándola en un rincón al ver que respiraba dificultosamente. La atendió por varios días. Después de recuperada, Carmona se sentía orgulloso enviando y recibiendo mensajes a través de su paloma adiestrada. Reflexionó sobre su vida comparándola con experiencias escuchadas de compinches de niñez, quienes había conocido en el ámbito delictivo y ahora le rodeaban en el presidio: “Mordisco de Mono”, “Seis Dedos”, “Canalete”, “Macho” Cruz, “Talamanca”, “Zopilote” …La gran mayoría eran primogénitos de hogares quienes ante la carencia de figura paterna debieron tomar su lugar ayudando a su madre sin posibilidades de asistir a la escuela primaria. Subsistían en las calles de la mano de Dios ante la mirada de una sociedad con políticas de seguridad gubernamentales ausentes.
Cumplían la condena más de inmediato retornaban al presidio a pocos días por otra causa provocada adrede ante la negativa de integrarlos en la ambicionada y esperada independencia. En las urbes eran sombras sin nombre. En el submundo de la peni de alguna forma se les aceptaba. Eso hacía que trataran de unirse buscando espacios de poder, respeto, adulación y admiración como todo grupo social organizado…
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