Normalmente nuestra mente resguarda con cariño bellos momentos que hemos convivido en ocasiones o seres especiales. De repente una fecha, una tonada, una expresión o un comentario nos hace volver la mirada al pasado evocando momentos inolvidables que nunca volverán...
LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando GAPO, escritor). Siempre he sido despistado. Prefiero llamar a las personas por su nombre bautismal. Nunca me atrajeron los apodos y prefiero no utilizarlos, aunque sus dueños lo autoricen. Igualmente debo reconocer haber encontrado sobrenombres sorprendentes que se acoplan a personajes quienes orgullosamente los adoptan y al llamarles por su nombre ni siquiera vuelven a ver.
Aconteció una semana santa laborando en el Instituto Costarricense de Electricidad donde a través de los años había florecido una gran amistad con Freddy.
Freddy vivía en su nativa y querida Ciudad Colón habiéndome invitado a su casa en varias ocasiones.
-Me avisas antes de ir. Enfatizaba. Habían transcurrido algunos años cuando pasando por su pueblo decidí buscarlo. Como era un recorrido improvisado no llevaba su dirección anotada, pero guardaba en mi memoria el número con seis dígitos del teléfono fijo de la casa que de nada sirvió porque los escasos teléfonos públicos del poblado mantenían una fila con más de diez personas en espera. La telefonía móvil no existía.
Encontré una casa con gente afuera. Ante mi pregunta escuché que nadie conocía a quien buscaba. Visité otras viviendas con el mismo resultado. Conocían de varios vecinos que trabajaban para el ICE, pero ninguno con ese nombre.
De regreso recordé historias del poblado de Pacaca antes que lo ascendieran a “Villa” que nos narraba Mario Otárola Fallas (+) en el colegio y mencionaba su amistad de niñez con el maratonista Rafael Ángel Pérez (+) de renombre mundial. Pasada la semana santa comentaba a Freddy sobre la infructuosa búsqueda. Me miró sonriente.
-Por eso recalcaba que me llamaras antes de ir. En Ciudad Colón solo me conocen por “Gallo”. Pasando de inmediato a contarme la historia de su jefe la vez que fue a conocer.
-Si quiere llegar, pregunte por Gallo. Don Jorge González preguntó por Gallo obteniendo información de inmediato. Ante su llamado se abrió la puerta apareciendo una persona desconocida:
- ¿Gallo? -Sí señor, a la orden, pero no se preocupe, que ya estoy acostumbrado a esta confusión. Suministrándoles otra dirección. Del siguiente Gallo escuchó la misma historia hasta que encontró al buscado.
-Esa es la historia. Quien pregunte por Freddy Marín nunca lo va a encontrar. Además, en Ciudad Colón convivimos tres galladas: Gallo de Lata, Gallo Emplumado...sin dejarlo terminar pregunté: ¿y vos cuál gallo sos?
Tenes que preguntar por el Gallo de María…
(Evocando una excelente amistad.)
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