LA VOZ DE GOICOECHEA (Por María Seppi).- Este artículo ha sido revisado en profundidad para garantizar que la información presentada sea lo más precisa posible, cumpla con nuestros estándares de calidad, y presente datos respaldados por fuentes confiables, reflejadas en la bibliografía y los enlaces dentro del texto.
El pensamiento estratégico es aquel que está orientado al futuro. Es creativo y es flexible. ¿Cómo desarrollarlo? Descubre algunas estrategias.
Cuando escuchamos hablar de estrategia, casi de inmediato pensamos en negocios. Sin embargo, a grandes rasgos, se trata de un camino para concretar un plan; algo que realizamos a diario. Es decir, se persigue un objetivo y se definen medios y recursos para concretarlo. Entonces, ¿a qué se refiere el pensamiento estratégico?
Pues bien, se trata de un proceso en el que se involucran pensamientos intencionales y racionales para analizar las ventajas y vulnerabilidades que influirán a la hora de querer alcanzar un determinado objetivo. Y aunque suele vincularse al desarrollo de las empresas, lo cierto es que puede implementarse en muchos otros ámbitos. Veamos.
El pensamiento estratégico es aquel que está orientado hacia el futuro o hacia el logro de un objetivo a través de acciones determinadas. Implica la reflexión de tres componentes: ¿Qué quiero conseguir? (objetivo).
¿Cómo voy a hacerlo? (estrategia).
¿A través de qué acciones y con qué recursos? (táctica).
Es todo lo opuesto a tener una actitud rígida o a caminar siempre los mismos caminos. Por el contrario, pretende cambiar las maneras de resolver una situación, incluso mediante el aprendizaje de nuevas habilidades.
Un artículo compartido a través de Harvard Business School Publishing destaca que, mediante el pensamiento estratégico, las personas involucradas en una organización buscan de manera continua nuevas formas de contribuir al éxito de esta.
Veamos en detalle otras características.
Permite tener una visión a largo plazo
El pensamiento estratégico supera la visión cortoplacista y nos permite mirar más allá para ubicar nuestras acciones en un contexto más amplio.
No solo es un pensamiento relacional que tiene en cuenta el modo en que se influencian e interaccionan los diferentes aspectos de una situación, sino que también es capaz de tener una visión global e individual. Es decir, entre las partes y el todo.
El pensamiento estratégico realiza un análisis del tipo FODA; es decir, de las fortalezas y las oportunidades que resultan facilitadoras para un determinado objetivo, así como de las amenazas y debilidades que podrían obstaculizarlo.
Esto es muy destacable, ya que no se trata de un tipo de razonamiento que se mueva en los polos; no es solo optimista o pesimista, sino que tiene presente los diferentes matices de una situación.
Existe una frase muy conocida que dice que «el que mucho abarca, poco aprieta». Esta es una de las máximas del pensamiento estratégico, la jerarquización de prioridades. Es mejor guiarse por un plan que contemple un paso a paso, pues no es posible conseguirlo todo, porque tanto el tiempo como los recursos son limitados.
Beneficios del pensamiento estratégico
El pensamiento estratégico ofrece diferentes ventajas al momento de solucionar un problema. Entre ellas, encontramos las siguientes.
Este pone a disposición todos los recursos de los que dispone la persona para encontrar una respuesta adecuada. Es decir, el saber está a disposición y no importa si debe usar recursos artísticos para resolver una discusión familiar.
De lo que se trata es de brindar una solución. Así las cosas, el famoso think outside the box «(piensa fuera de la caja)» es de una de las características principales.
Nos muestra más de una perspectiva
Al tener en cuenta diferentes enfoques de una misma situación, nos permite poner en juego no solo lo que nosotros pensamos, sino también las perspectivas de los diferentes actores.
Por ejemplo, si pensamos en una mudanza familiar, una persona no solo analizaría el objetivo de mudarse. También tomaría en cuenta el momento oportuno, trataría de consensuar según las actividades del resto de sus integrantes, intentaría decidir una nueva ubicación cómoda para todos, etcétera.
Nos permite ser más productivos
Al estar orientados hacia una meta, es posible ser más eficiente en la elección y el uso de los recursos necesarios. Además, al conocer nuestros costados más débiles y fuertes, también nos permite potenciar nuestro talento y el de los otros alrededor.
Consejos para aplicar el pensamiento estratégico
No todos tienen consciencia de la importancia del pensamiento estratégico hasta que lo aprenden en algún lugar. Por eso, hay que poner en marcha una serie de técnicas para adaptarse a él y sacarle el mejor provecho posible.
A causa de la ansiedad y de tener la necesidad de control, muchas veces nos dejamos llevar por tener una respuesta inmediata. Esto impide que nos detengamos a considerar los diversos escenarios y a analizar distintas variables.
El pensamiento estratégico se dedica a realizar un análisis minucioso y detallista, en lugar de tomas decisiones precipitadas.
Se dice que el pensamiento es estratégico porque es flexible y creativo, y es capaz de ver todos los factores de una situación. Por eso, para estimular la creatividad del pensamiento, es útil leer sobre diferentes disciplinas, realizar diferentes actividades de ocio, conocer nuevas personas, entre otras cosas.
Es muy importante entrar en contacto con experiencias nuevas, en lugar de quedarnos siempre con lo «ya conocido» y en la famosa zona de confort.
Intercambiar ideas con otras personas
En línea con el punto anterior, este pensamiento también se nutre de las ideas y las opiniones de otras personas. Requiere de tener una mirada activa, una escucha abierta y de la capacidad de descentrarnos y dar espacio a la diversidad. Así, vamos formando una visión del mundo que incorpora diferentes realidades y en la que no somos los únicos.
El pensamiento estratégico se aplica a varios espacios de la vida
Muchas veces, se considera que el pensamiento estratégico pertenece al ámbito de las disciplinas organizacionales o empresariales. Sin embargo, si nos atrevemos a mirar un poco más allá, comprendemos que está compuesto de diferentes «facetas», y que puede aplicarse a todas las áreas de la vida.
Mirar la totalidad y orientarse al futuro es lo que define a una estrategia, pero también es algo que aplicamos a diario en nuestra rutina. Así como se definen planes de negocio para el logro de ciertos objetivos, también se reparten recursos en una familia para poder llegar a fin de mes, por ejemplo.
Como vemos, este tipo de pensamiento tiene mucho para ofrecernos. Vale la pena trabajarlo y abordarlo en conjunto con las emociones. Cabe recordar que nadie nace con la capacidad de actuar a través de este; más bien, se adquiere con la práctica y la experiencia.
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