LA VOZ DE GOICOECHEA (Por María Seppi Vinuales, Psicóloga ).- Tener una doble vida trae consecuencias; desde desconfianza hasta una caída de la imagen personal. ¿Por qué ocurre esto?
Lo cierto de todo es que descubrir este tipo de situaciones trae consigo muchas dudas para los involucrados. «¿Acaso no tenía todo para ser feliz?», «¿no hice lo suficiente?» … Hay varios elementos involucrados y a continuación los repasamos.
Podemos pensar en la idea de doble vida con una imagen que en la fachada es una cosa, pero en el dorso, otra. Algo así como las dos caras de una moneda.
Si bien se asocia a las relaciones de pareja y a la infidelidad que se comete, también hay que considerar los comportamientos vinculados con el consumo problemático, las adicciones o las actividades ilegales.
Por ejemplo, personas que dicen estar trabajando hasta tarde, pero que en realidad están en el casino. O que dicen obtener su salario realizando determinada labor, que luego resulta ser un negocio ilícito.
Intentar buscar una causa o un listado de causas tipo check list sobre los motivos no tiene demasiado sentido, ya que es omitir el peso que tienen las experiencias particulares en la biografía de una persona. Ahora bien, a partir de esta aclaración y con ciertas pinzas, suelen mencionarse las siguientes razones.
Muchas aventuras o actividades problemáticas (como la adicción al juego) suelen venir de la mano de crisis personales o vitales, en las que es necesario evadir para olvidar. Es decir, es una carencia de recursos más adecuados de afrontamiento de conflictos.
Como contracara del punto anterior, la búsqueda de sensaciones o el sentir adrenalina motivar también a las personas con doble vida. Incluso, como se trata de algo que implica cierto riesgo, muchos lo toman como una forma de recuperar la autoconfianza o el sentimiento de un «yo todopoderoso».
La doble vida —cuando se da a nivel de pareja— también se asocia al deseo. El compromiso implica elegir positiva y proactivamente estar con otra persona, pero eso no quiere decir que dejemos de ser sujetos deseantes.
Tener dificultades en cuanto a la comunicación, a la incapacidad de poner límites y de responder a patrones más impulsivos de comportamiento, sin tener una mirada sobre las consecuencias futuras
¿Escuchaste alguna vez sobre alguien que dejó indicios obvios para ser descubierto sobre la infidelidad? Bien podría tratarse de esa imposibilidad de ‘blanquear’ lo que está sucediendo.
Es decir, los modelos de pareja y de relaciones que dicha persona conoce y que ha tenido como referentes. Por supuesto, que esto no quiere decir que las personas cuyos progenitores hayan sido infieles «están condenadas» a repetir lo mismo.
Solo es un dato que se puede tener en cuenta para explorar justamente qué valores o qué modelos de relaciones podría haber internalizado.
Respecto a las características, hay que tener mucho cuidado con las generalizaciones y con el identikit. La mayoría de las veces es en la singularidad de las personas y sus relaciones lo que explican las razones. Sin embargo, podemos mencionar algunas características: Se muestran incapaces de tomar una decisión respecto a sus sentimientos; reconocer qué les sucede y hacerse cargo de ello. Por ello, suelen optar por esta doble vida, que funciona como una evasión de lo que realmente está sucediendo en el primer plano.
No obstante, en estos casos no funciona la regla de tres simple. Puede ser que estén anestesiados a nivel emocional al realizar determinadas actividades, pero también es posible que, al regresar al hogar, las personas se muestren más cariñosas, elocuentes y hasta parezcan positivas y comprometidas.
Quizás alguna vez nos sorprendimos con «ese marido que era el más ejemplar de todos, se ocupaba de su hogar, de sus hijos, era cariñoso».
Consecuencias de una doble vida
Podemos reconocer dos consecuencias como principales. La pérdida de confianza en el vínculo, que incluso puede trascender el ámbito de pareja para repercutir en la imagen que tiene la familia sobre dicha persona; y también el daño y malestar que provoca en dichos vínculos. Veamos en detalle.
Una vez, un tiempo o de manera permanente… no importa cuál haya sido la frecuencia de una infidelidad, el impacto y el efecto devastador que provoca sobre la confianza es el mismo.
La duda tiene un efecto «tipo marea» sobre el resto de los aspectos de la relación, e incluso en otras áreas de la vida. «No te reconozco», «no sé con quién estuve estos años» … son algunas de las frases que escuchan por parte de sus parejas.
A priori, podría pensarse que luego de descubrir a la persona que lleva la doble vida, la pareja se rompe, así sin más. Sin embargo, es más complejo que eso.
Por un lado, otra persona se verá afectada, y con ello su autoestima. Si bien puede tener una gran fortaleza, siempre surgen dudas tipo: ¿por qué no me cuidó?, ¿por qué no me priorizó? Las consecuencias a veces son a tan largo plazo que se produce una dificultad para establecer relaciones de pareja a futuro.
Por otro lado, cuando hay una familia de por medio y se comete una infidelidad, no es posible entender de buenas a primeras que esto no implica el desamor de los hijos. Al principio —y especialmente si aún no son mayores— suele entenderse como algo personal, más aún si el sufrimiento del otro progenitor es evidente.
Así, se vive una montaña rusa de emociones, que van desde la ira, la culpa, la auto responsabilización, entre otras. Estas se presentan en un loop permanente, hasta que se logra procesar la situación, en general, con ayuda.
Por último, es preciso mencionar que cuando la doble vida implica una tercera persona, si se ha involucrado sentimentalmente, también sufrirá el daño colateral.
Es importante tener en cuenta cómo influyen los estereotipos y los roles de género. En muchas ocasiones, para justificar la doble vida se han usado argumentos como «los hombres son así», «ella también lo haría», «es entendible que busque afuera lo que no encuentra en casa», etc.
Hay que tener mucho cuidado con esta operatoria en un doble sentido. Por un lado, porque la vara con que se mide la infidelidad no es la misma y, muchas veces, esos juicios morales terminan por empañar una situación en la que solo deben intervenir dos.
«Seguro la engañó porque ella se dedicó mucho a los hijos», suelen decir algunos familiares que deciden tomar partido.
Asimismo, el área personal que se ve impactada no es la misma. Los hombres suelen ver afectada su hombría y las mujeres su autoestima. Es decir, el género también aparece como una clave de lectura e interpretación.
Estos argumentos son un refugio general para una situación que tiene mucho de particular. La dificultad de reconocer que algo está pasando, a nivel personal o a nivel de la pareja, obtura toda posibilidad de buscar una solución, sea continuar o finalizar la relación.
En todo caso, siempre podemos sentirnos insatisfechos y puede no gustarnos algo, pero no reconocerlo ni decirlo dolerá tarde o temprano a las personas involucradas.
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