LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Melissa Nungaray, periodista).- La tecnología está cambiando la forma en que leemos y concebimos el mundo, por una parte, amplía el panorama del saber en todos los sentidos y por otra, el leer de forma digital reduce la comprensión, la calidad y el tiempo de lectura, por las distracciones, la superficialidad que suponen los dispositivos y la rapidez de las sociedades contemporáneas. Para que el campo de las humanidades llegue a estratos más públicos y sociales es necesario, primeramente, un gran esfuerzo por parte de todos, desde la familia, la escuela, el trabajo, la calle, en todos los estratos económicos, para que la sociedad pueda transformarse de forma íntegra con valores más sólidos, empatía y solidaridad.
En el siglo XXI estamos ante un quebrante, una gran grieta: la base del lenguaje literario y humanístico se desvanece, el “otro” se bifurca en pedazos. La reivindicación de las humanidades se logrará solo si cada uno pone un grano de arena localmente en el día a día, difundiendo ideas, poemas, libros, proyectos de manera accesible y por el bien común, sin esperar algo a cambio. Solo así, y con grandes esfuerzos las humanidades tendrán más importancia tanto físicamente como digitalmente, pero primero la gran tarea es “enamorar” a las personas, atraerlas como se pueda, con los recursos que se cuenten, mediante anuncios, películas, telenovelas, experimentos sociales, aplicaciones móviles, páginas web, etc. Se necesita elaborar proyectos digitales originales y humanísticos que impacten, que sean tendencia para que todo el mundo se entere, pero que afecten la vida práctica no simplemente con el afán de entretener.
¿Lo
lograremos? Solo el tiempo tiene la respuesta. Por eso decidí
entrevistar a un especialista de las humanidades, para establecer en
dónde nos ubicamos y qué es lo que nos falta hacer como sociedad
para lograr algún cambio en México. Espero que esta entrevista sea
del agrado de los lectores.
Juan
Carlos Vásquez Pérez es profesor-investigador en el nivel superior,
periodista y corrector de estilo. Tiene un doctorado en Humanidades
por la Universidad Autónoma Metropolitana y un diplomado en
Literatura Europea Contemporánea por el Instituto Nacional de Bellas
Artes. De 2013 a la fecha es profesor de asignatura de la Facultad de
Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Algunas de las unidades de aprendizaje que imparte son: investigación
sobre ensayo latinoamericano, literatura universal de los siglos
XVII, XVIII y XIX, géneros narrativos no ficcionales, novela,
comedia, tragedia, entre otras. Ha escrito artículos especializados,
capítulos para libros y ponencias.
Está incluido en las compilaciones: Monstruos y grotesco. Aproximaciones desde la literatura y la Filosofía (México, UAEMéx-Aldus, 2014), Devenires de la literatura y la filosofía (Toluca, Eón-UAEMéx, 2014) y Tradición y transgresión, aproximaciones a la poética de Josué Mirlo, (Norte-Sur, Toluca, 2011). Ha impartido conferencias y presentado ponencias en la Universidad Iberoamericana, la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMéx, la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, la Universidad Nacional del Comahue, en Viedma, Río Negro, Argentina y en la Facultad de Humanidades de su alma máter. En 2020, dio la conferencia magistral “Esquizoanálisis y posmodernidad: dos acercamientos a la obra literaria” en la Universidad Pedagógica Nacional Sede Regional Acambay.
Ha sido reportero en los diarios Impulso, Portal, La Extra de El Sol, El Sol de Toluca y productor del programa “Acércate Radio”, del Instituto Mexiquense de Cultura de Radio Mexiquense (1600 am). Ha colaborado en los programas “Pasacalle” y “En el camino” de Uniradio 99.7 fm con cápsulas sobre curiosidades del idioma español y guiones musicales.
Entrevista:
Melissa Nungaray:
Estimado Juan Carlos, en tu experiencia como docente en el sistema
presencial y a distancia, ¿qué piensas del aprendizaje digital?,
¿cuáles son las áreas de oportunidad que encuentras en los
programas de estudio para transformar la enseñanza?
Hola,
Melissa, muchas gracias por invitarme a tu espacio de difusión. Creo
que el aprendizaje digital tiene muchas posibilidades para
transformar la manera en que aprendemos, pero también los contenidos
que aprendemos. La pandemia reciente de COVID nos dejó en claro que
la educación pública y, en mi caso, en las universidades autónomas,
no estábamos preparados para lo digital, lo virtual y otras maneras
diferentes de “ir a la escuela” que no sea la tradicional. Por lo
menos así fue en la Facultad de Humanidades. Como profesores, nos
costó mucho cambiar, de inmediato, nuestra forma de acercar los
contenidos y saberes a los estudiantes; pero también ellos sufrieron
con el cambio. Una de las áreas de oportunidad que encuentro es que
el aprendizaje digital nos permitirá hacer una revisión de los
contenidos de las unidades de aprendizaje, para valorar aquellos
conocimientos y saberes esenciales para los estudiantes y enfocarnos
en ellos.
¿Cuál crees
que sea el mayor desafío de la educación actual?
Creo
que si hay un desafío mayor es, precisamente, el de empatar de
manera correcta y ética la educación con las tecnologías de la
información y la comunicación. No es solo un asunto de lograr
programas de estudio que consideren las TIC, sino de lograr que
maestros y alumnos tomen conciencia de lo que implica el universo de
información que hay en la red y la mejor manera de aprovecharla.
Para mí, ser profesor es difícil —no es queja, me gusta mucho—
y cada semestre, cada año que pasa lo, es más, porque yo cada vez me
vuelvo más viejo u obsoleto y los alumnos cada vez tienen más
distractores: en clases, por ejemplo, tengo que capturar la atención
de los alumnos con Edipo rey,
pero Sófocles compite
con Game
of Thrones, Stranger
Things o Black
Mirror. Puedo decir que, en
apariencia, es fácil hacer que si alguien se interesa en una serie
de televisión puede hacerlo también en un libro, pero no es así,
porque leer un libro implica más tiempo y esfuerzo y eso es,
justamente, lo que la gran mayoría de alumnos evita. Por otro lado,
también los profesores luchamos contra Google y sus buscadores:
pedir un trabajo escrito, de cualquier cantidad de páginas, puede
convertirse en un infierno, pues en lugar de leer lo que deberían
ser las opiniones de los alumnos sobre una obra literaria, termino
leyendo resúmenes sacados de internet. Cuando mencionaba,
anteriormente, que es necesario lograr una integración ética de las
TIC en la educación, me refiero a eso, precisamente. Pero eso no se
soluciona con planes de estudio, normas o leyes: eso lo debemos
interiorizar en lo personal, tanto
maestros como alumnos.
¿Cómo fue tu
experiencia como maestro durante la COVID? ¿Qué retos encontraste y
cuáles fueron las estrategias que utilizaste?
Como
te mencionaba anteriormente, a todos nos agarraron descuidados. A
unos más y a otros menos, pero nadie se salvó. Lo primero que hice
fue hacer una revisión de los contenidos de los programas de las
unidades de aprendizaje que impartía. La finalidad de ello era
recortar esos planes a su versión más esencial. Esto lo hice porque
supe que los estudiantes tampoco estaban preparados para esta nueva
forma de estudiar y me pareció que necesitaban tiempo para
asimilarla; además, reconocí que una clase a través de una
pantalla podía ser pesada, por lo que el segundo paso fue trabajar
en las clases. Opté por grabarlas ayudándome con pequeños y
elementales esquemas de las obras a comentar. Aunque algunas clases
resultaron largas, creo que fue acertado grabarlas, porque así los
estudiantes tenían la posibilidad de verlas cuando tuvieran tiempo,
siempre y cuando fuera antes de la próxima sesión. Y el tercer paso
fue modificar la forma en que revisaría que los alumnos realmente
estaban viendo las grabaciones, leyendo las obras y, sobre todo,
reflexionando sobre ellas. Así, resultó que no podía pensar en
exámenes, sino en una revisión continua del trabajo, con esquemas,
cuadros comparativos, dibujos, reflexiones escritas breves,
infografías. Creo que a mis estudiantes les gustó y yo, por otro
lado, me di cuenta de cuán creativos pueden ser, pero no solo eso,
sino que muchos se quedaban con ganas de leer más sobre cierto autor
y la red me ayudó mucho a repartir obras clásicas que no estaban en
el programa de estudios. Todo lo anterior se desarrolló en una
especie de aula invertida en un entorno virtual: solo teníamos una
sesión sincrónica por semana, pero el tiempo de la sesión, a
veces, resultaba insuficiente, porque todas las estudiantes tenían
algo qué decir de la obra. En esas sesiones yo hablaba poco, solo
era un moderador, pues la voz la llevaban ellas. Fue una grata
experiencia que, por otro lado, me sirvió para replantear mis clases
presenciales y ya he retomado muchas cosas que aprendí en la
pandemia sobre educación y didáctica.
¿Cómo defines a las “Humanidades Digitales”?
Para mí, las humanidades digitales son una de las mejores formas de recuperar las viejas humanidades y acercarlas a las nuevas generaciones, y ese acercamiento es totalmente distinto a como se hacía en el pasado, pues las herramientas tecnológicas de comunicación e información ofrecen un panorama más integral. Además, gracias a las humanidades digitales ha sido posible la construcción de enormes bibliotecas digitales que ponen el conocimiento al alcance de quien tenga acceso a una computadora con internet. En el caso de mi rama, que es el estudio de obras literarias, la tecnología ha sido de mucha ayuda al momento de analizar ciertas obras en particular, porque puedes obtener detalles tan fascinantes en cuestión de minutos, como, por ejemplo, el tipo de palabras preferidas por los autores (adjetivos, sustantivos), cuántas veces se repite una palabra en una obra, qué palabra no hay en cierta obra o cómo un texto de un escritor se relaciona con toda su obra… Estas cosas pareciera que no tienen importancia, pero cobran mucho relieve al momento de hacer un acercamiento a los autores y quien las lleva a cabo resulta gratamente sorprendido.
¿Qué nuevos
objetos de estudio propones para realizar un cambio de paradigma en
los dispositivos cognitivos actuales?
Así
como en la actualidad se habla de aprender a aprender, creo que
también sería necesario volcarse sobre el pensamiento mismo e
incitar a los estudiantes, desde pequeños, a que reflexionen sobre
su proceso de pensamiento. Si aprender a aprender es tomar conciencia
de la manera en que se aprende, pensar en pensar o pensar sobre
pensar sería dar cuenta de nuestro proceso de pensamiento sobre
cualquier cosa. Aunque esto ya se da desde hace unas décadas, aún
no se aplica de manera general en las escuelas y creo que debería
inculcarse desde niños, porque es maravilloso que un sujeto pensante
se dé cuenta y registre su proceso de pensamiento, ¿no crees?
¿Cuál es el
panorama de las Humanidades Digitales en México?
Desde
mi experiencia, creo que aún se encuentra en proceso de
descubrimiento y asimilación, es decir, creo que se ha trabajado
poco en las humanidades digitales. Ciertamente, estas humanidades
digitales las hemos comprendido como el acercamiento de las TIC a las
humanidades, pero solo nos ha servido para hacer bases de datos y
bibliotecas, pero falta que las explotemos aún más y, sobre todo,
que no olvidemos que no solo se trata de digitales, tecnología y
esas cosas, sino que, ante todo, está la palabra humanidades.
¿Qué opinas de la interacción social mediada tecnológicamente? ¿Qué desventajas y aciertos encuentras en las plataformas de Social Media?
Me parece formidable que la distancia ya no sea un impedimento para estar en contacto con seres queridos o para conocer a otras personas. Lamentablemente, hay algunas cuestiones que hacen de las redes sociales algo no tan positivo, y esas cosas van desde la excesiva publicidad hasta el esparcimiento de las noticias falsas o los grupos de tráfico de cualquier cosa. Adicionalmente, y gracias al desarrollo de los teléfonos inteligentes, las redes sociales se han utilizado para lograr hacer que los seres humanos perdamos el poco tiempo que nos queda libre en ver las pequeñas pantallas, ya sea interactuando con otros o no. Otro de los puntos negativos que le encuentro es el hecho de que, paradójicamente, estas plataformas nos están alejando de la escritura correcta; con ello no me refiero nada más al uso de cosas como “k”, “cc” y otras, sino que escribimos tan mal y leemos peor que todo lo que se registra suena a insulto. Y entonces hay discusiones sin sentido solo porque no se usó correctamente una palabra, un signo de puntuación o un acento. Pero, creo que son problemas inherentes al uso de la tecnología y con las que tendremos que enfrentarnos.
En los ámbitos académicos es común presentar productos y evaluaciones solo con el fin educativo. Desde un enfoque experimental, ¿cómo se podría cuestionar la cultura académica para que el valor social de las disciplinas humanísticas y sociales tenga un enfoque público?
Es una pregunta muy difícil de responder. Yo solo puedo decir que los humanistas, es decir, los que estudiamos humanidades, deberíamos ir esparciendo la palabra y el comportamiento ético dentro y fuera de nuestra área de acción laboral, pero pensar eso es utópico, porque somos seres humanos y no estamos exentos de cometer errores. Creo que ya es parte de la formación de cada persona y de los valores que tengas y que cultives.
¿Qué satisfacciones has tenido como maestro de la Facultad de Humanidades en la UAEMéx?
Me gusta mucho dar clases. A veces es frustrante por diversas razones: porque no puedes hacer que todos tus alumnos se enganchen, porque debes dedicar mucho tiempo a la preparación de clases y a la burocracia, porque estar frente a grupo llega a cansar y, en mi caso, como profesor de asignatura, porque debo trabajar en varios lados para poder tener un salario digno y, además, cada semestre me estoy estresando porque no sé cuántas clases tendré. Por lo demás, recibes muchas satisfacciones: el agradecimiento sincero de tus alumnos, asistir a sus exámenes de titulación, encontrarlos en trabajos una vez que salen y que te reconozcan como “su” profesor. Eso es, por decir lo menos, muy satisfactorio.
Gracias, estimado Juan Carlos, por la entrevista.
Gracias a ti, estimada Melissa.
Comparto el canal educativo del académico Juan Carlos Vásquez Pérez, para que los lectores se suscriban y comenten el contenido.
https://youtube.com/@apuntesdeclases453
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