Historias de Rafael Sandí: Los “Cachorros”

Rafael dejó que los muchachos se alinearan en su marcha. Colocando sus manos sobre ambos hombros respondió: -no sabría cómo ayudarles. -Sabemos de usted y su experiencia, somos heredianos y lo conocemos. Tenemos miedo a lo que viene. -De acuerdo. Vamos a esperar que sucede…por ahora tendremos que ajustarnos

LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando (GAPO), escritor).-Rafael hablaba en serio al decir que tenían que comportarse bien. A duras penas trataba de asimilar el golpe de su segunda aprehensión y esta vez sabía que una escapatoria no se presentaría tan sencilla como la del cuartel de Heredia. Conocía de primera mano lo que podría ocurrir dentro de la peni y prefirió no jugar albur alguno. Ponía atención a las referencias de los custodios con lo cual refrescaba acontecimientos. Los jóvenes llamaron su atención. Los encontró temerosos y arrepentidos. Recordó su adolescencia. ¿qué habría sucedido si él hubiese encontrado alguien dispuesto a ayudarlo? -No se preocupen. Yo no puedo dar vuelta atrás, pero ustedes están en momento de recapacitar. Trataré de ayudarlos. Los separó cuando le abrazaron con el rostro humedecido…

Entre el tumulto y la gritería nadie se percató de los tres recién llegados al pabellón sin techumbre. Rafael aprovechó la situación guiándolos hacia un apartado rincón. Varios centenares de reclusos trataban de consumir tiempo sin reglamentación ni control alguno. Algunos “mejengueando” con improvisadas bolas, contando chistes, cazando ratas, amagos de boxeo… Rafael les increpó -Regla única: actúen como si fuesen una sola persona. Nunca discutan. Traten de mantenerse aislados, no entablar amistad por más mansos que se acerquen. Los menores de edad son liberados antes si demuestran buen comportamiento. De su actitud dependen. No se preocupen por mí. No los voy a abandonar. Cuando no me vean no me busquen porque tengo algunos conocidos con quien debo conversar. Busquemos cartones para improvisar donde dormir, en un lugar donde nadie reclame. No muy separados porque aquí la cosa no es jugando... es en serio.

Al día siguiente un conocido en la época “Carmonilla” saludó a Rafael. De inmediato le contactó con dos personajes de la era zoniroja. Los humillados dirigían demandas a gritos hacia autoridades penitenciarias en un discurso recurrente que nunca daba acuse de recibo sobre la forma de sobrevivir en el infierno. Un reducto donde con mano de Dios ausente la justicia terrenal era incapaz de establecer orden. Cerca de un millar de personas hacinadas carentes de atención lo escuchaba día con día ya que no existían dormitorios, reinaba la inactividad con el ocio depredando mentes, sin entretenimientos, vestimenta, servicios de aseo y, la horripilante comida que trasladaba una inmensa cacerola sobre una gran “perra” al centro del pabellón desataba continuamente la ira en la hilera de personas famélicas chocando entre sí tarros y recipientes metálicos que recogidos del piso servían como vajilla. La gritería y lucha constante por alcanzar su ración culminaba la petición generalizada.

La ausencia de orden interno hacía que la vida no tuviese valor. La codicia y el deseo de dominio y poder formaba grupos con luchas que aterrorizaban la comunidad. El dinero se computaba en drogas, violaciones, homosexualismo en ocasiones obligado, armas, miedo y la sentencia de muerte. La anarquía era alimentada por cómplices inescrupulosos, empleados del presidio e inclusive vigilantes.

Rafael comenzó a recibir visitas del compañero de niñez en la zona roja quien estaba confinado en una celda “resguardada”. Era un tipo quisquilloso y respetado a quien nadie se acercaba ni cruzaba palabra sin autorización. En la última conversación escuchó: -Por ahora no será. Los “cachorros” merecen volver a casa. Mirando a los primos. Rafael respondió: -espero igual que ellos no volver a esta pudrición. -Puede que así sea, en caso contrario me avisas si regresas. Estoy condenado por muchas “vueltas” en máxima seguridad…

Ocho meses después los “crías” salieron del presidio debido a su buena conducta. A Rafael le comunicaron que su buen comportamiento lo calificaba a candidato para ser trasladado a un moderno sistema penitenciario cuya construcción estaba en la última etapa…

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