El malestar de Rafael contra Víctor (por las fechorías que a escondidas atribuía a “Mano Negra”) persistió varios años. Víctor por su parte tomó un lapso prudencial antes de delatarlo porque necesitaba estar seguro de la identidad de Rafael lo cual no resultó fácil. Por capricho, Sandí no levantaba el brazalete delator, pero la/os vecina/os de Anita Grande comenzaron a mirar a Carmona con recelo y preferían mantener la distancia
LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Perez Obando).- La malicia indígena de Rafael le llevó a buscar maneras para acercarse a Víctor en aras de ganar la confianza del mal amansado conocido para encontrar donde entrarle. Una de ellas fue obsequiarle peces al regresar antes de ponerse el sol. Víctor por su parte tardó algunos meses en tragarse el anzuelo: -Cuénteme “Mano Negra”. ¿Conocés algún lugar específico para pescar porque nunca te veo regresar con las manos vacías? -Claro, en Santa Clara, en la poza El Kilómetro. Solo se debe ser paciente, por ejemplo (mientras enseñaba unas esposas) antes que los “bichos” piquen me entretengo esposándome y liberándome solo. Uno nunca sabe. - ¿Es difícil? (mirando los grilletes) -Como todo al comienzo, después se familiariza, cuándo desees, te adiestro.
Rafael Sandí Carmona supo por intermedio de su informante de la Delegación de Guácimo que Víctor acababa de delatar a la policía santo y seña de su ubicación. También le informó que estaban preparando un operativo adecuado y dejar pasar un prudencial tiempo para la sorpresa. Llegarían a Anita Grande en tres semanas. Si hay cambio de orden lo sabrá de inmediato…
El odio hacia la acción de Víctor incendió el rostro de Rafael apartando la inicial idea de incendiar la casa mientras dormía porque eso no garantizaba la desaparición ahora ansiada. Contando minutos decidió terminar con el plan de cualquier manera.
Al mediodía siguiente Víctor llegaba a casa de Rafael. -Vas a salir. -A pescar improvisó Rafael. - ¿Puedo acompañarte? -Me encantaría.
Minutos después de montarse al bote y en un descuido Sandí inmovilizó a Víctor quien extrañado murmuró: -Mano Negra, quítame esto. -Es una broma, contestó Rafael. El reto es que trates de liberarte solo, si no puedes hacerlo te enseño como habíamos convenido.
Rafael remaba lentamente con mirada fija en el acongojado rostro de Víctor que cambiaba de tonalidades continuamente. Al llegar al remanso, Rafael hizo los canaletes a un lado:
-Víctor, para conocimiento te cuento que estamos en la parte más profunda, seis, ocho metros, pero tranquilo, ya casi nos liberamos de esta congoja. Víctor levantó sus manos esperando libertad, pero en su lugar recibió un fuerte golpe en la quijada que tambaleándose le hizo caer al cauce.
El torrente proveniente de Santa Clara recorre aledaño al poblado de Río Jiménez y desemboca luego en el Dos Bocas. En un remanso del delta encontraron flotando a los días cuerpo de Víctor. La inoportuna desaparición del delator obligó a una patrulla desplazarse hasta Anita Grande en busca de respuestas. Investigaron a Miguel Benavides y su esposa, quienes habían abandonado el lugar sin que nadie se enterara y mucho menos su paradero. La familia Benavides atravesó Río Jiménez en busca de una planicie en las alturas de las montañas del Suerre para cumplir el sueño de Rafael de habitar entre los cerros caribeños.
Había pasado más de un año cuando escucharon por la radio la noticia del nuevo abandono de búsqueda por parte de las autoridades. Aunque la serranía proporcionaba comida de sobra, extrañaban el azúcar, el café y la manteca y aunque el odio se había aplacado, Rafael, guardaba la lista de camiones remeseros recientes que transportaban dinero a las compañías bananeras, días de pago, lugares y capataces encargados del pago directo que secretamente recopiló por largo tiempo.
La inesperada y única visita de un hermano quien llegaba con un adecuado regalo le conectó con sus allegados durante la semana de visita. A dos años de estar en la montaña sin escuchar noticias sobre él, Rafael decidió que era el momento para reaparecer en escena…
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