La desconocida historia de Milly


Milly ahora transita la vida entre campiñas compartidas por las provincias de Cartago y Limón. Lo que en juventud era difícil de admitir hoy lo concibe a la primera. Sabe que su historia realmente no le pertenece, no es de su exclusividad …realmente es la patraña de quienes peregrinamos buscando la felicidad…

LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando GAPO).- Milly nació en el corazón de San José cargada de sueños infantiles (y, sin saber el por qué) repletos de cultura entre danzas de ballet, conciertos de piano y arte dramático cuyas fantasías la desvanecían los aplausos en sus estrenos en la ciudad de París. Aunque la vida impidió materializar sus sueños, las quimeras quedaron estancadas en algunos recovecos de su mente y reflejados en varios rincones de su habitación...

Milly vivió en diferentes lugares, Cartago centro, San Francisco de Dos Ríos y Pavas donde tempranamente germinó su primer infortunio.

Nunca logrará sacar de su mente el inicio del poblado de Pavas. En sus claras pupilas se encuentran intactas las coloridas tardes de maravillosos días que hacían olvidar las carencias materiales. El tiempo jamás podrá borrar la añeja casa rodeada por corredores con gruesos perfiles que se tornaban en toscos marcos sosteniendo rústicos ventanales de madera.

En la vieja vivienda de bahareque Milly aprendió (aunque sin recordarlo) a caminar. Cursaba el primer año en secundaria cuando escuchó de sus padres decir que retornaban a la morada que distaba a trescientos metros de la iglesia católica de Pavas.

Plena de entusiasmo juvenil el primer domingo emprendía una caminata cuando la impertinencia de un chiquillo se interpuso en la calzada. El joven, que la había visto a hurtadillas un par de veces no quiso desaprovechar la oportunidad de acercársele y, (honrando su inmadurez) estacionó la bicicleta frente a su camino. La requisó con la mirada y luego siguió pedaleando detrás de ella…Milly le ignoró, pero el temor la hizo devolver sobre sus pasos.

Días después Milly disfrutaba las piscinas del balneario Ojo de Agua en San Antonio de Heredia cuando sus ojos sorprendidos se encontraron con los del joven ciclista quien de inmediato ingresó a la alberca presentándose formalmente y simpatizando al poco rato.

Rogelio pertenecía a una reconocida familia del pueblo lindo, sencillo, humilde y tranquilo de Pavas en ese entonces rodeado por cafetales sombreados con árboles de poró y guayacán amarillo cuyos colores de fuego encendido servían de alfombra a trillos y potreros en tiempos de época seca. De día trabajaba en un telar y estudiaba en un centro nocturno. Por las noches, Milly se recostaba atenta a la sinfonía de los ramajes de la arboleda porque en los silencios de la brisa sobresalía un silbido delator. Milly se levantaba para mirarlo acercarse a la pequeña abertura donde coincidían los mensajes de amor. Él dejaba el suyo con dibujos de corazones recogiendo sentimientos del alma de Milly.

Al poco tiempo los padres de Milly aumentando de cautela impidieron que se siguiesen frecuentando hasta que Milly, fastidiada abogó por separarse un tiempo. Después de meses de ausencia Milly supo que Rogelio estaba enfermo y en una visita que en secreto hizo al hospital se percató que la vida se le escabullía lentamente. Poco tiempo después el oculto e inocente romance de papelillos con corazones y poemas sucumbió por siempre. Milly quedó sumida entre lágrimas y dolor… Tiempo después anotaría en un cuadernillo:

1956, Nostalgias de amor adolescente:

El viento, agitando enramadas del poró y cafetos modulaba bellas sinfonías. / Las hojas centellaban ante la tenue iluminación veraniega irradiada por la luna. / Desde mi lecho escuchaba la melodía de la ventisca entre inocentes sueños que revoleaban en mi pecho sin lograr surgir. / En los silencios de la tonada la borrasca dejaba escuchar un silbido... (que el tiempo no ha borrado y aún me hace estremecer volviendo a soñar). Caminaba hacia la ventana para encontrar de unas manos limpias y joviales un papelillo doblado el cual con ansias abría y siempre decía: Después de mis clases nocturnales y cuando llegue a mi pueblo, recorreré el camino para mirar tu casa, / a sabiendas que aún dormida…sabrás que te recordé.

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