Historias de vida: La infancia de Rafael


El sendero de la vida de Rafael inició, sin que él lo supiera, cuesta arriba. Ahora, reconociendo errores que, fruto de la necesidad combinada con la inexistencia de apoyo de sus progenitores que fue forzado a cometer, dentro de su pecho mantiene en capilla ardiente el deseo y la esperanza de llevar su mensaje a diferentes centros de estudio para que la juventud aproveche de su experiencia y que, junto a sus padres, conozcan de infortunios sufridos y del esfuerzo realizado para su redención…Si desea contactar a don Rafael puede hacerlo por el móvil 6488 3905.

LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando GAPO).- “…A veces imagino que cualquier vaticinio habría llenado de halagos mi vida pronosticando días de felicidad de los que nunca tuve y siempre anhelé con solo la escucha del bello nombre del pueblo donde nací…”

Dejaré mi presentación para el momento oportuno porque considero más importante transmitir experiencias adversas adonde lleva una vida desenfrenada para quienes no tuvimos opción ni oportunidad de acoplarnos por diferentes razones y sin pretender justificarlo porque en el futuro siempre relucen las consecuencias de nuestro actuar…para bien o para mal.

Mis ojos se asomaron al mundo en Azul de Turrialba, un poético nombre para un bello pueblo en la campiña de la provincia de Cartago donde posiblemente la pasé bien porque fue en la época en que los recuerdos no quedan registrados en nuestra mente y la inocencia impide calcular de carencias en la vida.

Con el correr del tiempo la pendiente fue aumentando debido a la falta del cariño que los retoños esperamos de nuestros progenitores. Mi conciencia se activó antes de cumplir siete años. Sucedió en Heredia centro, al entrar en la casa de mi abuela Estebana separada por doscientos metros del mercado central. Era una vivienda vieja de adobe que conocí cuando mis padres nos llevaron a vivir con ella porque no teníamos donde ir. Posterior a la llegada y ante el aumento de necesidades en el hogar la presencia de papá se fue disipando lentamente hasta desaparecer, y aunque mamá hacía el mayor esfuerzo por alimentarnos, en la escasez recurría a la abuela quien sin decir palabras compartía las penurias.

Rememoro los eventuales momentos que con el escaso dinero que mi madre ganaba eventualmente preparaba papas con caracolitos racionando las comidas para rendir al máximo la poca existencia. La inestabilidad en los tiempos de comida me hacía padecer un hambre voraz y el vacío que sentía en el estómago lo compartía con el sufrimiento de los pies adoloridos debido a que nunca logré usar un par de zapatos a la medida. Fue en ese tiempo donde comencé a odiar las navidades porque, aunque siempre la esperábamos con mirada esperanzadora, San Nicolás nunca ingresó por nuestra puerta.

Con la abuela, dentro de la casa de arcilla, convivían tres enclenques y extraños familiares. Un alcohólico empedernido, otro ausente que ni se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor y el tercero con problemas mentales y depravación sexual a los cuales mamá nos prohibía acercarnos.

En esa barriada inició mi trote por las calles. A los ocho años, cada día, acompañado de un tarro y una cuchara pedía comida en la vecindad sin olvidarme de llevar el sustento a mis hermanos. Conforme fui creciendo mi horizonte se agrandaba. Me percaté que no estaba solo cuando conocí otros niños en iguales condiciones y me fui acercando a la periferia del mercado aledaño. Descubrí unos estañones donde tiraban sobrantes de frutas y por mucho tiempo mi alimentación se constituyó en bananos y papaya descompuestos. Poco a poco me fui introduciendo entre los tramos de vendedores. Recuerdo cariñosamente una carnicería a cuyo dueño le decían chino. Chino nos guardada huesos, desperdicios y carapachos. Mi diminuta estatura me facilitaba sustraer pequeñas verduras mientras la/os tendera/os vendían y una vez que conseguía lo requerido para una enorme sopa las llevaba a casa. Pese a nuestra precaria situación recuerdo la honradez de mi madre y sentía vergüenza cuando preguntaba inocentemente como las había obtenido…yo mentía diciéndole que me las daban comerciantes y clientes como paga por la asistencia cargando bolsas…

*

New2020-  La primera, segunda, tercera y cuarta dosis de la vacuna AntiCovid buscan protegerte y hasta salvarte la vida. VACUNATE...   En LA VOZ DE GOICOECHEA, Usted es lo más importante para nosotros -

Los comentarios expresados en las secciones de opinión, reclamos del pueblo, campos pagados, negociemos y en la opinión de los lectores y comentarios de terceros al final de las notas o en las páginas de redes sociales, son responsabilidad exclusiva de sus autores. 
La Voz de Goicoechea (www.lavozdegoicoechea.info) es un medio de comunicación independiente, y no toma como suyas dichas opiniones por lo que no se responsabiliza por el contenido emitido por terceros. Todas las imágenes que muestra este medio se utilizan solo con fines ilustrativos, por tanto, se respetan todos los derechos de autor según corresponda en cada caso, siendo nuestra principal labor de la informar a nuestros lectores.

Déjanos tus comentarios al final de cada nota que presentamos;
nos interesa tú opinión al respecto. Te invitamos a participar...

Pueden escríbenos también a nuestro correo electrónico

2017 ® 2022

Miembro de la Red de Medios Alternativos Independientes - REDMAI


Producciones Periodísticas y Publicitarias Montezuma

Goicoechea, San José - Costa Rica

 
Reactions

Publicar un comentario

0 Comentarios