Mientras Nicoya se preparaba para las celebraciones de la Semana Mayor en los poblados alejados, carentes de infraestructura, no se conocían de ceremonias religiosas. En El Cañal, don Fermín daba instrucciones previas a la familia en la casona el viernes previo al Domingo de Ramos…
La/os “guilas” pueden jugar sin gritos ni ruido, no deben acercarse a ríos y, sobre todo, no andar por el monte porque los duendes se aprovechan en estos días cuando la/os encuentran desprotegida/os.
No había terminado el comunicado cuando toda/os suspiraban como siempre. La Semana Sante era el único período del año que descansaban y podían hacer lo que quisieran con escasa supervisión…siempre y cuando se actuara con respeto a El Nazareno.
El lunes a media mañana Nito y su hermana Pedrina divirtiéndose con los Congos que comían frutos de la arboleda cercana se fueron detrás de los monos. Al percatarse que se habían alejado bastante decidieron retornar a la casona. De regreso reconocieron el lugar donde la vereda se partía en dos atajos, y apostando a quien llegaba primero cada uno tomó diferente sendero.
Nito ganó la apuesta y se plantó en el centro del camino esperando que ella lo divisara antes de llegar. Al escuchar a Pipe acercarse levantó la vista y sintió un nudo en la garganta al descubrir que en vez de su hermana sus ojos encontraron una horrible figura de unos cincuenta centímetros de estatura, greñuda y camisón amarillo que sostenía en la mano un leño amenazante.
Pipe creyó haber llegado antes que Nito porque no lo divisó al llegar a la junta de caminos, pero un ensordecedor silbido hizo voltear su mirada sobre una gran piedra. Los pequeños brazos de Pedrina se erizaron al descubrir un extraño hombrecillo con nariz delgada y larga, sin pelo en la cabeza que con espesa barba hasta la mitad de pecho se tiraba de la roca con un garrote en la mano avanzando velozmente hacia ella.
Fulgencio quien había salido en la mañana a cabalgar por los potreros divisó a lo lejos dos pequeños seres garroteándose. Anteriormente había tenido encuentro con esos espíritus, pero sabía que lo esquivaban. Quiso pasar de lejos, pero conocedor que ellos nunca peleaban entre si se encaminó al lugar sospechando que algo extraño estaba sucediendo. Conforme se acercaba notó que las facciones de los enanos cambiaban de forma.
Al llegar al encuentro de inmediato se tiró del caballo separando a sus hermanos para no siguieran apaleándose. La presencia de Pule terminó con el embrujo mientras ellos se miraban aterrados.
Los montó sobre la yegua regresando a la casona lentamente…pasaron muchos años para que narraran lo acontecido…
Con el tiempo la historia que una vez contó don Fermín a “Los Enaguas” de Pozo de Agua repercutió en los “Culo Alto” de El Roblar y terminando donde “Los Peje” de Puerto Humo por algunos años dio vueltas por todo Nicoya expandiéndose un poco más allá…
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