Cuento: Interesó el cuero cabelludo


Por Bayardo Quinto Núñez*

LA VOZ DE GOICOECHEA.- Era el tiempo del año 1900 un 14 de junio. En la averiguación del hecho criminoso, tuvo conocimiento antes el poblado aledaño de la isla "Chocote", y fueron atendido en el hospital del pueblo los agraviados: María, José, Fernando, Jacinto Francisca e Ignacia. Al hospital llegó la autoridad con el médico forense, y tres agentes de policía.  Los lesionados declararon que habían sido atacados por Cayetano, y Ernesto, dándose los hechos así:  íbamos en una carretera de yunta de bueyes, eran las doce meridianas, y estos agresores nos alcanzaron con sus caballos, y por un antiguo disgusto de familia Cayetano atacó a José con un garrote y Ernesto como condenado repartía palos y palos, en ese momento la carrera se ladeó a la orilla del camino y se volteó.

Todos recibieron no menos de ocho lesiones por los sendos garrotazos. Los lesionados, estuvieron entre la vida y la muerte, tuvieron asilados en el hospital del pueblo 32 días, por las lesiones severas. Pero, lo más sorprendente fue que, la autoridad competente de la época a los procesados los dejó en libertad porque el expediente no arrojaba suficientes elementos de pruebas, presuntamente nadie había visto el hecho. Esto sucedió debido, los que observaron la garroteada, les dio temor ir a declarar contra la familia atacante, pues eran muy violentos y les daba mucho miedo los agredieran a posteriori, fue por eso falta de pruebas que fueron sobreseído provisionalmente.

El caso fue apelado y subió las diligencias al superior respectivo. Ahí, el caso demoró tres años, pero mientras tanto, los lesionados ya recuperados, en sus mentes merodeaba el desquite. Fue una noche más oscura que el infierno, el cielo está de color azabache, las estrellas estaban apagadas, y la luna estaba escondida dentro de unas nubes, no alumbraba nada. Esa noche Cayetano y Ernesto, venían de la cantina "La Tajona" de doña Emerejilda de los santos, cuando de pronto se escucharon lamentos con quejidos, era que desde la profundidad de la oscuridad provino una senda pedrada que se estrelló en la frente de Ernesto, éste ipso facto cayó al suelo, acto seguido, dos pedradas más se estrellaron en la humanidad de Cayetano, una le dio en el pecho y la otra en el mero sentido de su cabeza Interesó en su cuero cabelludo, también cayó el suelo.

Los atacantes se fueron. Amaneció, y con las primeras luces del nuevo amanecer, los transeúntes, vieron tirados en el suelo a dos personas, corrieron al poblado a dar parte a la policía, está llegó en compañía de un médico general, y después de revisarlos dio su dictamen: “están muertos”. En ese momento llegaba el médico forense, los revisó y dijo lo mismo. Llevaron los aledaños una carreta, ahí los montaron y los llevaron hasta su casa, la familia, hijos, esposas, madre y padre desayunaban, al ver semejante espectáculo solo se escuchó un grito más fuerte que un cañón. Era que la esposa y madre de los dos hermanos gritaron al ver muertos a sus parientes, lo más desafortunado fue que, después de eso grito la madre de estos se desplomó, cayendo muerta y la esposa de Cayetano se desmayó.

Bueno, el asunto, es que, después como a las 11 de la mañana, la autoridad competente, da curso el caso, pero ¿a quién iban a enjuiciar? si nadie había visto nada de nadita, porque todo estaba tan oscuro, que ni la palma de la mano se podía ver. Desafortunadamente, las autoridades nunca dieron con los hechores. Transcurrieron 15 años y nunca se sabía nada, pero un niño que en la época de los hechos tenía 8 años, sus padres lo habían enviado a dejar un saco a doña Esmeralda, pero como era una noche oscura nadie lo podía ver, pero el vio a los hechores de la muerte de Cayetano y Ernesto. Fue, entonces, que, cuando llegó a la edad de 23 años visitó al Señor Juez, el cual era otro, le narró como había sucedido ese hecho criminal. El juez asombrado, no preguntó nada y ordenó a la secretaria le llevará el expediente No. 000123412 posteriormente procedió arrestar a los hechores, estos protestaron.

El caso se abrió y media docena de personas llegaron a declarar, que ellos habían visto los hechos, pero por temor no habían procedido, pero ahora al ver que hubo un valiente, el ex niño Rolando y expresó lo visto, por eso nos atrevemos. No habiendo más que discurrir, el juez los condenó a 30 años de prisión.

-Así es en los surcos de la vida, algún día se sabe la verdad no permanece en secreto, siempre sale a la luz pública-le expresaba el Señor Juez a su secretaria-.

-Pero hay muchísimos casos que todavía están en la sombra del secretismo- externó la secretaria-.

-Tienes razón, el tiempo se encarga de ello, algún día se sabe-finalizó el Señor Juez, y siempre habrá justicia tardía, pero habrá.

*Bayardo Quinto Núñez, escritor, pintor, músico y columnista opinionista

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