Comentario
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Recordemos con gratitud que nuestro gran Sumo Sacerdote no puede verse obstaculizado por cualquier cosa desde el desempeño de su cargo. Recordemos también, que el Señor nos obliga a reverenciar su nombre, sus verdades, sus ordenanzas y mandamientos.
Cuidémonos de la hipocresía, y examinamos a nosotros mismos acerca de nuestras corrupciones pecaminosas, tratando de ser purificado de ellos en la sangre de Cristo, y por su Espíritu santificador.
Quien intenta expiar su propio pecado, ni se acerca en el orgullo de la justicia propia, pone tan grande como una afrenta a Cristo, como el que viene a la mesa del Señor de la gratificación de los deseos pecaminosos.
Tampoco puede el ministro que ama las almas de las personas, los dejaron seguir en esta ilusión peligrosa. Debe recurrir a ellos, no sólo para arrepentirse de sus pecados, y abandonarlos; sino a poner toda su confianza en la expiación de Cristo, por la fe en su nombre, el perdón y la aceptación de Dios; por lo que sólo hará el Señor les santo, como su propio pueblo.
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