Por Marco Betancourt Quesada
LA VOZ DE GOICOECHEA.- El 2021 se nos fue y al iniciar el año nuevo, es inevitable meditar en lo que nos ha dejado el año pasado. Precisamente, es lo que expresa la canción de Tony Camargo, este canto pegajoso que todos tararean al final del año, en una de sus frases dice: “yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas”.
Al repasar la frase de esa canción, pareciera todo lo contrario, que el año viejo no me dejó nada bueno. Y esto es obvio, al mirar los resultados de dos años de crisis sanitaria, que, sin duda, agravó la ya existente crisis económica, complicando aún más, la crisis de valores e institucional del país.
Gente de experiencia y que peina canas, se han animado a comparar el desastre que vivimos, al de una postguerra. Y es que no es para menos, las secuelas que se presentan en el mundo, donde este hermoso terruño no es la excepción.
Ya antes de la crisis sanitaria, Costa Rica venía presentando indicadores negativos como:
El hueco fiscal
El desenfreno del gasto público
El déficit de la balanza comercial
El incremento del tipo de cambio
El estancamiento del PIB
El crecimiento de la deuda externa respecto al PIB
La voracidad fiscal
El cierre de locales y pymes debido al paquete tributario
El crecimiento del desempleo sin parangón
La efervescencia social por la política de gobierno de administrar con el puño cerrado, como en tiempos de los césares, pero ahora usando “el martillo”.
Evidentemente el estribillo de esa canción no debería haberse cantado, porque “el año viejo no dejó nada bueno”; es más, tenemos años sin ver claro el panorama para el país.
Sin embargo, no todo debería generar desánimo y pesimismo. Al iniciar un año más, tener vida y salud, tenemos la esperanza de que lo esencial se debe imponer sobre lo superfluo. Es decir, debemos ser agradecidos con Dios y partir de la esperanza que podemos empezar de nuevo…que tenemos una nueva oportunidad para intentar hacer mejor las cosas.
Costarricenses, estamos iniciando un nuevo año, en donde Dios nos da la oportunidad de cerrar ciclos y de tener nuevos comienzos e incluso, reinventarnos. Pensemos positivamente, seamos solidarios y sensibles con nuestros hermanos. Motivémonos para reconstruir nuestro país y en valorar lo mucho que tenemos, a pesar de las circunstancias adversas. Llorar y lamentarnos por lo que pasó se vale, pero mantenernos en esa actitud no ayudará en nada.
Eso sí, no olvidemos los viejos errores, para no repetirlos. Tal vez entonces, podremos cantar con esperanza este próximo fin de año, que no lo olvido, porque en verdad me dejó cosas muy buenas.
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