Por Álvaro Campos, periodista
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Cuando cinco o seis candidatos presidenciales, dentro de esa legión de aspirantes, pronostican su triunfo en las urnas electorales, el próximo 6 de febrero, el ciudadano de a pie, ese que pone el voto, también tiene derecho a especular con el resultado de las elecciones que posiblemente se definan el tres de abril, en segunda vuelta.
Rodrigo Chaves Robles, del Partido Progreso Social Democrático, podría surgir como una de las opciones con mayores posibilidades de triunfo. Sería la sorpresa política de este proceso electoral. Veremos por qué.
En una amplia entrevista concedida al colega Edgar Silva, el aspirante presidencial explicó lo que hay que hacer en nuestro país y cómo se puede hacer. El mayor énfasis lo puso en las opciones que hay para resolver el problema económico y al mismo tiempo combatir con éxito la corrupción.
Para llegar a determinada conclusión y darle vida a una campaña política que aún no logra despertar el mayor interés de los electores, conviene formularse algunas preguntas. Valga decir, razonar el voto. No tiene sentido que en política la pasión se imponga a la razón.
Comencemos por preguntarnos por qué concurrimos a las urnas.
Colocar a un individuo en la silla presidencial para que siga haciendo lo mismo que el anterior me parece un absurdo.
En lo personal estoy convencido de que votamos en busca de un cambio. Para que el estado de cosas no siga igual y que nuestro país no se convierta en el reino de la impunidad. Votamos para que las instituciones del Estado caminen y que el panorama cambie al menos en el Poder Judicial y el Ministerio de Educación Pública. Es la prioridad para un cambio profundo.
El país clama por justicia y que los estudiantes que acuden a escuelas y colegios públicos no se conviertan en semianalfabetos. Es evidente que la brecha social cada día sea hace más grande si comparamos la enseñanza pública con la privada.
Algunas personas consideran que depositar el voto es un ejercicio cívico que hace posible la alternancia en el poder. Otros lo ven como un homenaje a la Democracia.
Cuando hablamos de democracia yo prefiero la definición del politólogo Enrique Obregón Valverde: “como un grito que sale desde el fondo del alma de los pueblos, la democracia es pan”.
Usemos el voto para identificar a los responsables de haber convertido a nuestro país en una de las naciones más caras de América Latina.
Siguiendo con el razonamiento del voto, algo así como un examen de conciencia, surgen muchas preguntas.
¿Qué impacto tendrán los escándalos por malversación de fondos públicos y supuestos nexos con el narcotráfico, por parte de altos dirigentes de los partidos tradicionales en el resultado final de las elecciones?
¿Dirán que el partido no tiene responsabilidad alguna en lo acontecido?
Sin embargo, los actores actuaron bajo el paraguas del partido o del gobierno que los nombró en el cargo.
Por cierto, cuando hablamos partidos tradicionales, tanto el PLN, el PUSC y el PAC caben en el mismo saco. El PAC envejeció de manera prematura. Dos administraciones consecutivas y ya da muestras de esclerosis múltiple.
¿Tendrá algún impacto en ese ejercicio cívico la ausencia de respuestas a los grandes problemas nacionales, por parte de los diputados de casi todos los partidos políticos con representación en el Congreso?
¿Por qué algunas comisiones legislativas no concluyen sus investigaciones? ¿Habrá surgido alguna versión nueva de la “autoridad política superior? Esa que en la década de los ochenta movía los hilos del Congreso para que determinadas investigaciones o asuntos importantes terminaran en el archivo o en el cesto de la basura
¿De qué manera podrán los candidatos impactar en la conciencia ciudadana, caso de que insistan en plantear las mismas promesas que han ofrecido a lo largo de los últimos 40 años?
¿En qué medida los gastos en publicidad han desplazado a los debates, los cuales permitirían al pueblo conocer mejor a quienes aspiran a gobernar nuestro país?
La respuesta que el ciudadano obtenga de tales cuestionamientos, podría modificar el tablero político haciendo posible que surjan nuevas figuras con ideas renovadas y, según afirman, dispuestos a honrar sus compromisos.
De esa manera, con el resultado del ejercicio que sugiero y lo que anuncian las encuestas más recientas, creo que la semi final de esa carrera electoral estaría reservada para tres candidatos. Por orden alfabético y de acuerdo con su primer apellido, la lista la encabezaría Rodrigo Chaves Robles, del Partido Progreso Social Democrático; José María Figueres Olsen, del Partido Liberación Nacional y Lineth Saborío Chaverri, del Partido Unidad Social Cristiana.
Como diría un narrador de carreras de atletismo, los tres candidatos van a ofrecer un final de infarto. Los tres cruzarán la meta con diferencias muy ajustadas, en el siguiente orden: Figueres, Chaves y Saborío.
Ninguno alcanzaría el 40 por ciento de los sufragios emitidos, lo cual obligará a una segunda elección. En esa carrera por el poder, con solo dos protagonistas, quien alcanzará el primer lugar será el candidato Chaves Robles.
Los tiempos cambian
¿Por qué?: Chaves es el candidato menos conocido, pero es quien mejor plantea propuestas novedosas, entre ellas meter el bisturí de la honestidad en ese cáncer de la corrupción que sus adversarios conocen con certeza y precisión y cuyos alcances hoy sorprenden a amplios sectores de la población.
Escuchando al candidato de Progreso Social Democrático se entera uno de lo podrido y pobre que está nuestro país.
Este aspirante presidencial habla de la existencia de una “democracia de amigos”, lo cual no significa otra cosa que gobernar para grupos privilegiados y hasta en beneficio de empresas transnacionales.
Menciona el caso del precio de las medicinas. Ese producto es más caro aquí que en cualquier otro país del mundo. Sin embargo, ningún partido político y mucho menos algún gobierno han movido un dedo para reducir esa sangría contra la población. 40 años en el ejercicio del poder, no han sido suficientes para que el PLN, el PUSC y el PAC hicieran algo por aliviarle la carga al pueblo. Prefirieron cargarlo de impuestos.
Todo individuo está expuesto a tropezar. Lo que resulta inaudito es que tropiece siempre con la misma piedra.
En su currículo El candidato del Partido Progreso Social Democrático figura como un experto en macroeconomía, política pública, desarrollo rural y reducción de la pobreza.
Por su experiencia en organismos financieros internacionales y su vasta formación profesional, el presidente Carlos Alvarado lo escogió como su ministro de Hacienda, donde permaneció por escasos 20 meses.
Sin duda el puesto le sirvió para asomarse a la Costa Rica que nos han dejado los políticos tradicionales y la Costa Rica que pueden forjar las nuevas generaciones con el apoyo de quienes ya peinamos canas.
En el caso de Figueres Olsen (67 años) tiene a su favor el hecho de representar al partido político mejor estructurado del país. Con gente capaz de meter el hombro con millones y millones de colones, para que Liberación Nacional recupere el poder y, supuestamente, cada contribuyente obtenga la retribución que le corresponde por su aporte financiero. Recordemos que ningún almuerzo es gratis y que nadie invita al café si no hay un interés de por medio.
“Liberación Nacional, más que un partido político es una maquinaria electoral”, palabras que se le atribuyen al desaparecido ex presidente Daniel Oduber Quirós. Corrían otros tiempos.
El partido verde y blanco es parte indiscutible de la historia de nuestro país. Esa condición tiene su propia dosis de veneno, pues a lo largo de 73 años, alternando el poder con las distintas versiones de la misma oposición, ha cometido numerosos errores que en los últimos ocho años se convirtieron en sendas derrotas, frente a improvisados candidatos como Luis Guillermo Solís Rivera y Carlos Alvarado Quesada. A Figueres un sector de la población lo tiene en un pedestal, el otro sector lo rechaza sin contemplaciones.
En el caso de la señora Lineth Saborío Chaverri, al igual que Figueres Olsen está sometida a un eventual reacomodo de las fuerzas políticas. El mayor problema que comparten ambos candidatos es la deuda que sus respectivos partidos políticos tienen con el país.
Las encuestas públicas y privadas que surjan en el mes de enero podrían arrojar un nuevo panorama político.
En todo caso, el derecho y la ilusión de ir a votar está condicionado a que la pandemia no nos obligue a volvernos a esconder en el seno de nuestros hogares.
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