Elecciones 2022: ‘Proyecciones de Pitoniso’


    ¿Quiénes irán a segunda ronda? ¿Por qué los emergentes podrían imponerse? Esas y otras preguntas en este análisis electoral.

    Por Geovanny Debrús Jiménez

    ANÁLISIS ELECTORAL. En las ciencias políticas intervienen variables científicas, propias del conocimiento, pero también otras intuitivas que se alimentan en la gran mayoría de casos de ese mismo conocimiento.

    La “intuición” del politiquero será siempre decir que su partido político o candidato ganará, la del científico político será la de estudiar y analizar los datos para inferir los escenarios posibles de cara a un proceso electoral. Por eso si usted es politiquero posiblemente esté perdido en este artículo.

    A muchos politólogos no les gusta el Pitoniso que pretende predecir los resultados como si tuviera un orbe, una bola mágica. Es comprensible, la ciencia no se vale de orbes, sino de datos y conocimiento, del método científico en cualquiera de sus modalidades para las ciencias sociales. Lo cierto es que esos datos y ese conocimiento, además de la experiencia, también permiten hacer proyecciones intuitivas, acercamientos a una eventual realidad, que si bien no son científicas son un ejercicio muy interesante.

    Con base en ese criterio hoy planteo mis proyecciones, las más difíciles de este siglo. Puede parecer presuntuoso, pero fue relativamente fácil intuir que Pacheco (el bonachón famoso), Arias (el premio Nobel de la Paz) y Chinchilla (la primera mujer presidenta) iban a ganar sus respectivas elecciones, los aspectos a su favor eran notorios y decisivos. También pude percibir el fenómeno de cambio con Solís y Alvarado, cómo esos candidatos estaban haciendo las cosas necesarias para crecer en el contexto de un multipartidismo que nos presenta diversas posibilidades en cada elección, además de una naturaleza muy distinta del electorado joven. Ellos fueron los emergentes de su tiempo (ya volveré sobre este punto).

    Percepción, quizás esa sea el concepto adecuado en esta oportunidad. Lo primero que percibo es un cambio en la dinámica electoral, uno que podría engañarnos. Me explico:

    Los extremos del centro

    Lo primero es reconocer y tener claro que hay 5 postulantes que ya tomaron la delantera y se proyectaron en la recta final de la contienda. Aparte de esos 5 le daría el beneficio de la duda a Rolando Araya, Welmer Ramos y Eli Feinzaig de que pudieran crecer en las semanas que vienen. A mi modo de verlo de 25 candidatos, el asunto quedó en 8 posibles y, particularmente, en 5 finalistas.

    En las elecciones anteriores la tendencia era hacia el centro, esa es la naturaleza del elector costarricense, inclinarse finalmente por el más ecuánime, serio y balanceado. Sin embargo, para esta elección esa banda de izquierda-derecha se está extendiendo un poco: candidatos como Rodrigo Chaves y José María Villalta, que hace 4 u 8 años serían vistos como extremos, hoy son percibidos como de izquierda o derecha, pero no extrema. La gente extiende la banda hacia la derecha o hacia la izquierda según sienta que es lo mejor.

    Aunque sin duda habrá baterías de troles y partidarios de hueso colorado atacando a estos candidatos en las redes sociales, lo cierto es que el voto costarricense ya no se decide ahí, sino en el silencio de un 40-50% de ticos que no hablan mucho de política, pero deciden. El mito del comunista o del oligarca es asunto hoy de grupos normalmente mayores de 50 años.

    Un Villalta más moderado y tendiente al centro, aunque siempre estatista, así como un Chaves de derecha inclinado al centro en aspectos sociales, son posiblemente hoy los candidatos más potables y que mayor atención están llamando entre los votantes. Entre más balanceados se presenten, mejores resultados obtendrán durante enero y, particularmente, en los debates.

    Pero don Welmer Ramos también es de centro e incluso podríamos decir que José María Figueres es de centro-derecha, me dirán. Por supuesto, Ramos es hijo del PAC y el partido ha demostrado tener tendencias de centro-izquierda como de centro-derecha. Pero no es solamente por la ideología que la gente decidirá, sino por otros elementos más concretos. Veamos.

    Los techos

    Dos candidatos tienen un techo muy bajo: José María Figueres y Fabricio Alvarado. El rechazo al primero se liga a la corrupción y su extenso historial, tiene un “rabo que le majen”. El segundo lleva un techo diferente, el religioso: así como muchas personas votarán por él por sus creencias en el plano del fanatismo religioso, lo cierto es que también muchas no lo harán por la misma razón.

    El otro candidato con techo es Welmer Ramos, quien lucha contra el desfinanciamiento y el desgaste que tiene el PAC después de dos administraciones. Sin embargo, creo que Ramos tendrá un buen desempeño en los debates y mucho voto silencioso del PAC podría resurgir en algún momento, si no se inclina por otras tendencias afines, como Villalta, el mismo Chaves o Eli Feinzaig. Lo que pasa es que parecido al PAC no hay otro partido, muchos votantes no tendrán alternativa.

    Villalta, ciertamente, tiene un techo ideológico (socialismo) similar al de Alvarado, pero con grandes diferencias de bulto: su labor legislativa, su pensamiento es meramente político (no religioso) y es joven, un joven que está cautivando a otros jóvenes. Y no se nos olvide que las encuestas dejan claro que son los jóvenes y las mujeres quienes más indecisos están en todo el país.

    Conservadurismo vs emergentes

    Los votantes conservadores en Costa Rica son relativamente pocos, pero logran permear y transmitir temores a otros con sus molestias. Este grupo de votantes tiene muchos pretendientes (Fabricio Alvarado, Lineth Saborío, Greivin Moya y un puñado de pequeños que ya no despegaron).

    Lineth Saborío es junto con Alvarado quienes están cosechando este segmento electoral y, de hecho, ya lo hicieron por los resultados que tienen en las encuestas (me baso en el estudio extenso y exhaustivo de las encuestas del CIEP, Demoscopía, Idespo y Enfoques, de ninguna manera tomo en cuenta a Opol). ¿Hay más votos conservadores? Es posible, alguna tajada, pero dependerá qué tanto los persuada ese discurso.

    Por otra parte, sin ser necesariamente progresistas, hay un gran grupo de votantes en este país -serio, responsable y cuidadoso con su voto- que prefiero llamar “el voto cauto”, un voto silencioso que decide elecciones en este país y aún no ha sido estudiado lo suficiente. Ese voto es también un voto desinteresado en buena parte, puede engrosar el abstencionismo si no encuentra “al menos malo” para votar.

    Si algo hemos aprendido de las últimas dos elecciones en Costa Rica es que esa masa de votantes decide, pero no deciden entre los conocidos, son los indecisos que no se manifiestan en los primeros meses del período electoral, muchos no se manifiestan hasta que llegan a votar.

    ¿Pero entonces por quién vota ese grupo de personas? Pacientes como son, estas personas empiezan a indicar su intención de voto durante enero, a mediados de enero muchos están por tomar la decisión. Y aquí es donde viene el asunto: votarán por los emergentes, por los candidatos que vengan creciendo sostenidamente y marcando una tendencia.

    Insisto: no son progresistas, pero tampoco conservadores, son personas que deciden por aspectos concretos más allá de las ideologías o creencias. ¿Y cuáles son esos aspectos? Durante mi estudio de las elecciones anteriores puedo mencionar algunos:

    • Van por el candidato más ecuánime, de centro, balanceado y responsable.

    • Van por el candidato que más honestidad y decencia logre demostrar en debates, principalmente.

    • Van por el candidato que diga cómo hará las cosas y que demuestre el conocimiento para hacerlo, no que especule o que demuestre ignorancia (eso le da miedo al elector en un pueblo educado).

    • Van con el aspirante que sea más serio, que no confronte y eso le confiera aura de líder político, de patriarca o matriarca que calma y resuelve.

    Fragmentación y clivaje político

    Estas serán las elecciones más fragmentadas que ha tenido el país y es posible que al final presenciemos un final de infarto con 3 o 4 candidatos con posibilidades de ir al balotaje. Eso es cierto, pero también es cierto que es posible que dos tendencias logren reunir dos pensamientos antagónicos que polaricen la elección en la recta final y eso los favorezca.

    Hace 4 años se habló de esa posibilidad y fue una realidad impensada para la gran mayoría de las personas, pero recuerdo bien haberlo percibido: había dos grupos ideológicos en el fondo, mientras los demás se daban de golpes y se anulaban entre sí. La gente votó por ese clivaje: era progresismo vs conservadurismo. Carlos Alvarado era el joven, ecuánime y progresista que hablaba con franqueza, contra Fabricio Alvarado el otro joven religioso y conservador que hablaba temeroso y representaba un riesgo para los derechos humanos y muchas conquistas sociales. Los costarricenses tomaron su elección.

    Pero esta vez no es ese el tema. ¿Entonces cuál es? Quizás estamos por descubrirlo, pero siento que se trata del económico, del cómo organizar la economía de un país para sacarlo adelante, cuál será la participación del estado y del sector privado en esa organización. Por eso José María Villalta y Rodrigo Chaves parecen ser los dos polos de esa esfera temática.

    Lo dije desde el principio de esta campaña electoral: no le veo ninguna oportunidad a José María Figueres, llegó a su techo y de ahí no pasará, al contrario, es clara la tendencia al descenso en todas las encuestas.

    Pero nos falta un actor fundamental y quien puede hacer que la segunda ronda sea diferente de cómo la visualizo: Lineth Saborío. Con el favor del voto duro del PUSC y del conservadurismo ella está en un empate técnico con Figueres en los dos primeros lugares en este momento, pero honestamente no le veo condiciones para seguir aumentando su caudal. Tanto el PUSC como el PLN tienen una base electoral variable pero que tienen un límite. Veamos.

    Mientras Álvarez Desanti logró 400 mil votos (un 18% del total emitido), Rodolfo Piza obtuvo 343 mil votos (un 15%). En la convención del PLN 2021 llegaron a 430 mil votos, 154 mil para Figueres y 113 mil para Rolando Araya. Eso nos permite deducir varias cosas: 1) el partidismo en el PLN ronda los 400 mil votos o menos (excluya muchos votos de Araya) y 2) Figueres ya demostró no poder convencer más que esa base partidista. La convención del PUSC obtuvo muchísimo menos votos, incluso dieron datos falsos que luego rectificaron.

    Es decir, Lineth Saborío -al igual que Figueres- están en su tope máximo de partidismo, pero Saborío es mujer y puede mostrarse como una candidata ecuánime, seria, balanceada, responsable, es decir, puede ganar nuevos adeptos por su propia condición, aunque sus presentaciones dejan mucho que desear todavía.

    Finalmente, tampoco veo creciendo a Fabricio Alvarado, por varias razones: su techo natural, las manos sucias que resultaron de las elecciones anteriores y la renuencia del voto cauto a votar por personas con intereses religiosos comprometidos o extremistas (la segunda vuelta de 2018 fue clara en eso). El candidato posiblemente intente moderar su discurso y posiciones, pero tiene competidores en ese segmento.

    Reflexiones aún no finales

    En conclusión, Saborío perfectamente puede llegar a la segunda ronda, contra el emergente que mejor lo haga en estas semanas que vienen, ya sea Villalta o Chaves.

    Mi “proyección de Pitoniso”, a partir del análisis de estas variables (y muchas otras que no me caben en un artículo de opinión), es que tanto Villalta como Chaves volverán a enero con una mejor condición en la intención de voto en las encuestas. Aumentarán al punto de estar cerca de los números que ostentan Figueres y Saborío. Veo tres pretendientes en la lucha final: Saborío, Chaves y Villalta.

    No me extrañaría que Figueres se desinfle en algún momento y quede atrás (o se mantenga), mientras Fabricio se quede estancado donde está. Claramente Ramos, Araya y Feinzaig irán con todo principalmente si pensamos en la lucha por las diputaciones, que posiblemente pasen a ser prioridad en las campañas de estos partidos políticos.

    Y no dudo que Ramos logre crecer, el PAC es un partido político fuerte en sus convicciones y que no se rinde fácilmente, además de manejar una emocionalidad que persuade.

    Luego vendrán los debates y ahí se dirimirá todo, cuando los aspirantes hagan su mejor trabajo en esas presentaciones y los electores cautos empiecen a inclinarse en la recta final.

    A este 27 de diciembre de 2021 estas son mis percepciones, pero será a mediados de enero de 2022 cuando confirmemos si estoy en lo cierto o no, cuando nos demos cuenta cómo realmente están las cosas en esta campaña electoral.

    Geovanny Debrús Jiménez

    Escritor, comunicador, politólogo, educador y gestor cultural. Fundador y director de Culturacr.net. Autor de tres novelas, un cuentario, un ensayo y dos libros didácticos. Editor de libros y docente de cursos especializados.

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