…El enorme astro de diciembre iluminaba alegremente la recién vía que comunicaba Palmar Sur con la Finca Nueve. Esta vez los gringos no habían presionado…no estaban en el país, pero don Rigoberto Rojas había cumplido la promesa para con sus amigos bananeros…
Por Gerardo A. Pérez Obando (GAPO)
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Don Rigo estaba orgulloso cuando finalizaron el camino de hierro. Sabía que en poco tiempo escucharían la ansiada pitoreta del ferrocarril, pero su gran satisfacción fue que la directa y menos distante ruta, evitando peligro en las “picadas” de montaña, facilitaría el trasiego de su gente.
Iris fue la primera en utilizarla. Tenía doce años cuando su madre consintió que fuera a Palmar Sur donde su hermana Francisca unos días antes del gran baile de fin de año.
Del edificio que había albergado al primer hospital de Palmar Sur ahora colgaba el rótulo: “Club Térraba River” repleto de caminantes por doquier. Francisca escogió la mesa que más le gustó indicando a Iris y Lucrecia sus respectivas sillas frente a ella y su compañero sentimental.
La algarabía se amainó con el inicio de una bella melodía y de inmediato Iris correspondió a la mano de Álvaro Castro, un amigo reciente invitándola a bailar.
-Que linda canción. Comentó la danzarina.
-Se llama Adiós en el Puerto, respondió Álvaro entusiasmado.
No había transcurrido una hora del baile cuando Francisca y su pareja discutían a grandes voces y en el disgusto ella las empujaba por los hombros hacia la salida.
Francisca improvisó un talego metiendo desordenadamente lo que encontraba a mano. Iris vestía de fiesta cuando le encaramaron dos pollos en cada mano.
Extenuada por la caminata posó la mirada en el horizonte sintiendo una calma extraña en la pasividad de la noche. Al descubrir lo rezagada que iba levantó la vista y en el horizonte creyó ver una silueta viniendo hacia ellas. No le agradó el descubrimiento, menos cuando sintió que su movimiento era más rápido de lo normal. Instintivamente sus hombros se corrieron hacia atrás a la vez que un inexplicable frío se posó en su columna vertebral el cual acentuó cuando vio a Lucrecia y Francisca frente a la figura…las observó tirarse a la montaña liberando el paso.
Antes de enfrentarlo Iris imitó el lanzamiento al matorral mientras gritaba:
-Chica, Chica…los pollos…se soltaron.
-Dejálos ir…olvidálos…vení para acá.
De inmediato, en hilera, a paso redoblado, sin hablar ni volver a ver hacia atrás llegaron a Finca Nueve.
Muchos años después, en el rancho de La Mona de Golfito, confesaban la terrible angustia común por vez primera:
Era altísimo…más de dos metros…y no tenía cabeza, coincidieron reviviendo el horrible momento…con la piel erizada…
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