Columna: “Cambios MEDULARES urgentes en el MEP”


Por Jonathan David Salazar Tapia

LA VOZ DE GOICOECHEA.- Costa Rica se ha caracterizado frente al mundo, como una nación cuyo sistema educativo público es ejemplar en las Américas por su solidez y pilares esenciales que a lo largo de la historia se han infundado como un motor vital para la sostenibilidad de la formación académica de las personas. Desde lo que establece la Constitución Política y hasta la normativa internacional que el país ha suscrito, la educación de calidad figura como uno de los principales derechos inalienables.

No obstante, en los últimos lustros ha sido evidente una decadencia marcada en la ejecución de la política educativa y la orientación de los modelos evaluativos en la educación primaria y secundaria. Aunado a ello, diferentes coyunturas del contexto nacional han entorpecido el avance nítido de la formación áulica, así como los diferentes factores sociales que han generado dificultades importantes en el desarrollo de los cursos lectivos en el Ministerio de Educación Pública [MEP].

Desde una severa crisis en la contratación y reubicación docente, hasta en la escogencia de criterios para la mediación pedagógica, lo que ha tenido el sistema educativo costarricense ha sido una serie de experimentos lamentables que vulneran la sostenibilidad de la calidad con que en algún momento la educación del país primó como elemento para la movilidad y transformación social, por medio de la construcción de oportunidades significativas.

Asimismo, como bien se conoce, la pandemia por COVID-19 apareció para incrementar las brechas de rezago que desde antes eran notorias. Es por esta razón que la coyuntura actual, si bien dificulta en gran manera el ejercicio educativo, no es la culpable absoluta de las problemáticas que se arrastran por años; es decir, tan solo nos lanzó un mensaje de alerta que en realidad a todas luces habíamos entendido desde mucho antes.

En respuesta a los errores en que se había incurrido por medio de las pruebas de bachillerato, el MEP plantea la creación de la nueva estrategia para la evaluación de los aprendizajes, por medio de un modelo aparentemente flexible, denominado: “Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades” (FARO, por sus siglas). Sin embargo, al aplicarse estas pruebas en el nivel de quinto año de la educación primaria, se detecta un fiasco contundente que nos invita a una importante reflexión como país.

La política educativa costarricense apunta a la ubicación de la persona como centro del proceso de enseñanza. Bajo estos términos, es menester señalar que, si se desea evaluar aprendizajes en apego a la normativa vigente, se deben contemplar y aplicar parámetros claves regidos por dichos principios normativos, pero sobre todo que satisfagan los derechos y los requerimientos propios del estudiantado, sus intereses y necesidades formativas.

FARO es una excelente idea en términos teóricos, pero moverla a la práctica debe replantearse por medio de un análisis profundo que se enmarque contextualizadamente y ubicando, como manda la política educativa [PE], a la persona en el centro. Esto quiere decir que, las emociones y las realidades propias del estudiantado, son las que deben orientar el ejercicio evaluativo de las pruebas, por lo que someterlas a pruebas rígidas, violenta la PE y su desarrollo emocional.

Las pruebas nacionales si bien actualmente están planteadas desde ciencia educativa más reciente, es fundamental que sean aplicadas de forma que la persona estudiante realmente ponga en función sus destrezas blandas, su capacidad de análisis, la comprensión lectora y la experimentación. No obstante, para esto lo recomendable es un trabajo de aula integral e inclusivo, que es ahí donde en realidad se fomenta una cultura de construcción de conocimientos.

Apostemos como país a unas pruebas nacionales que potencien destrezas de investigación, de proyección comunitaria. Dejemos de ver la Escuela (la institución educativa) como un espacio aislado en la sociedad, no somos una burbuja, la comunidad educativa la integramos cada una de las personas que hemos sido parte o somos sujetas de derecho de entornos donde todos los días aprendemos y requerimos instrucción humanizada.

Nos corresponde a las nuevas generaciones, ocupar los espacios de tomas de decisión para plantear y ejecutar las reformas MEDULARES urgentes que necesita nuestro sistema educativo para ser rescatado. Debemos vincular la vida de la persona estudiante, con la estrategia didáctica, para lograr que el proceso de aprendizaje sea significativo y ninguna persona tenga que someterse a momentos de crisis de ansiedad que acaban con sus sueños y aspiraciones.

Hago un llamado a las autoridades educativas para que se convoque con carácter de urgencia una mesa de trabajo que nos permita replantear la implementación de FARO, pero de manera fundamental, que podamos generar la estrategia institucional para que desde la formación cotidiana en las aulas, se genere el cambio necesario para la promoción de competencias que nuestro estudiantado realmente necesita.

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