Salmos 30:6-12: “6 En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido,7 Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte. Escondiste tu rostro, fui turbado. 8 A ti, oh Jehová, clamaré, Y al Señor suplicaré. 9 ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad? 10 Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí; Jehová, sé tú mi ayudador. 11 Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. 12 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre”.
Luego de sufrir el accidente que lo dejó paralítico, el actor se lamentó de lo dicho, y agregó: “Me abstraía tanto de esas personas que estaban sufriendo, y no me daba cuenta de que un segundo más tarde podía tocarme a mí”.
Tú también puedes ser tentado a observar los problemas de los demás y pensar que nunca te sucederá algo similar, en especial, si tu estilo de vida y tus ganancias te han permitido vivir teniendo cierta seguridad financiera y hasta armonía familiar.
El rey David admitió que en un momento de vanidad y de autosuficiencia, cayó en esa trampa de sentirse invulnerable: “Yo dije en medio de mi tranquilidad: No seré movido jamás” (Salmos 30:6).
Con el tiempo y la gracia de Dios, pudo entender que eso no era correcto y en este mismo Salmo nos dice cuál fue la clave para ese cambio: “Escucha, oh Señor, y ten misericordia de mí. Señor, sé tú mi ayudador” (v.10).
David entendió que, en verdad, de no ser por la misericordia divina y su ayuda, no sería absolutamente nada, y al entender esto, había sido llevado del llanto sin esperanza, a la verdadera alegría (v.11).
Ya sea que el Señor te haya enviado bendiciones o pruebas, igualmente merece tu gratitud y confianza.
No confíes en el espejismo de la seguridad que crees encontrar en las cosas materiales; la verdadera confianza y tranquilidad tan sólo provienen de Jesús.
Muestra tu gratitud, ya sea que estés en medio de la prueba o en los días tranquilos, ya que tu fe descansa en Dios; vives en un mundo caído y pueden sucederte cosas desagradables también, tal y como lo advirtió el mismo Señor: “No ruego que los quites del mundo sino que los guardes del maligno” (Juan 17:15)
(*) Pastora de la Iglesia Restauración Cristiana "Agape"
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