He sido la otra durante 15 años y por fin estamos juntos


Por Elle

LA VOZ DE GOICOECHEA.-  Yo me separé, él nunca. Él vivía con su mujer y sus hijos, yo tuve varias parejas pero nunca dejamos de vernos. Hace cuatro meses que se ha separado y yo he vuelto a dejarlo todo por él.

Nos conocimos en el trabajo, hace ya quince años. La atracción, sobre todo sexual, fue inmediata e incontrolable. Los dos estábamos casados. Yo en realidad recién casada, no llevaba ni un año con mi marido. Creía que era feliz. Nos queríamos, no teníamos hijos y vivíamos muy bien. Yo nunca le había sido infiel.

Pero empecé a viajar por trabajo con Mikel. No parábamos de tirarnos pullas con segundas y de jugar a un juego que acabó como acabó: teniendo el mejor sexo de mi vida. Yo me volví, literalmente, loca. Intentaba evitarlo, pero no podía. Llegamos a hacerlo incluso en el baño y en el parking del trabajo. Me sentía terriblemente mal por mi marido pero no podía pararlo.

Estuvimos así casi un año. Llevando una doble vida que me estaba a matando. No podía con el sentimiento de culpa por engañar a mi marido de esa forma tan ruin pero no podía evitarlo, caía una y otra vez. No me importaba nada, sólo quería estar con Mikel. Pero, como era de esperar, Miguel, mi marido, empezó a sospechar y me puso un detective. Creo que el día que me tiró las fotos a los pies fue el peor de mi vida. Sólo entonces fui consciente del daño y el sufrimiento que podemos llegar a infringirle a otra persona. Le había mentido y engañado tanto que no tenía ningún tipo de excusa. Le dije que todo era verdad y que lo mejor, para él, era separarnos, que se merecía a alguien mejor que yo.

Pero Mikel no se separó. Fue un cobarde, un mentiroso y un sinvergüenza. Lo siento pero la excusa de los niños no me sirve. La mayoría de mis amigas están separadas y tienen hijos. Pero no fui capaz de cortarlo. Lo intenté muchas veces pero siempre volvía a caer. Sabía lo que había y acepté, con todas las consecuencias, ser la otra. Porque estaba enamorada de él hasta las trancas, porque tenía una dependencia que me ha hecho llevar una doble y triple vida durante quince años. Y porque de alguna manera ha sido la forma de pagar el daño que le hice a Miguel.

Su mujer también nos puso un detective y, por supuesto, nos pilló. Y ni aun así él se separó. Ella me llamó y quiso verme. Yo le dije que a quien tenía que pedirle explicaciones era a su marido. No sé qué le contó el, cómo la convenció, pero siguieron juntos. Supongo que ella quería creérselo, que era más fácil para ella ponerse una venda y tirar hacia delante, hacerse la loca por sus hijos. Aquí todos tenemos nuestras taras, no se salva nadie.

Yo intentaba conocer a otros hombres, enamorarme, olvidar a Iker. De hecho, en estos quince años he tenido tres relaciones, una de ellas larga, de varios años. Pero Iker jamás lo supo. Es patético, pero tenía miedo a perderle si se enteraba. Además de ser un cobarde y un sinvergüenza, se permitía el lujo de ser celoso. Sí, estaba con los dos. Me acostaba con ellos dos. Res cuestión de separar las cosas mentalmente. De hecho, he llegado a tener triple vida. Es como una especie de trabajo. Tienes que tener muy buena memoria, ser muy cuidadosa y fría para poder hacerlo. Para mí fue más fácil porque nunca llegué a vivir con mis novios. Con Mikel solía quedar en mi casa, siempre dos días fijos a la semana. Con los otros, me iba a su casa, dormía allí. El móvil, siempre en silencio y con los avisos de mensajes desactivados.

¿Qué si ha sido estresante? Mucho más que eso. Pero lo triste es que se convierte en un modo de vida. De Mikel estaba enamorada. De los otros no, pero tenía dependencia de todos. Con Mikel tenía el sexo y el amor, con los otros, sobre todo ocio y compañía. Dos vidas, dos hombres. Cada uno me aportaba lo que no me daba el otro. ¿Egoísmo? Si, y dependencia, y miedo a estar sola. Por supuesto, intenté muchas veces dejar a Mikel y tener una relación completa con otro hombre. Pero nunca lo conseguía, aguantaba sólo unas semanas. ¿Los celos hacia su mujer? Los superé en los primeros años. Era como si no existiese.

¿Qué me decían mis amigas? Muy pocas lo sabían. A muy poca gente puedes contarle que tienes una doble o triple vida sin que te juzguen. Intentaron que fuera a terapia, presentarme a gente, que le dejase por todos los medios. Pero acabaron dejándome por imposible y, como yo, aceptando la situación. No quería ir a terapia porque en realidad no quería dejarle.

¿Cómo cambiaron las cosas? ¿Cómo se separó él? No fue ni mucho menos un acto de valentía o de consideración hacia mí. Durante la pandemia, durante el confinamiento, su mujer volvió a pillarle. Creo que siempre sospechó que seguía conmigo, que nunca me había dejado. Y confirmó sus sospechas. Pero lo que fue el detonante para mí, lo que colmó mi vaso después de quince años aguantando ser la otra, cuando sus hijos eran ya mayores de edad, cuando no tenía ningún problema económico para separarse, fue que otra vez lo negara. Que me negara. Que intentara otra vez seguir con su vida como hasta entonces. Mintiéndole a todo el mundo, sobre todo a sus hijos y a él mismo.

El confinamiento fue horrible para mucha gente. Pero a mí me cambió la vida, porque por primera vez no podíamos vernos. No había excusa para salir de Marbella, donde él se había confinado con su familia, para venir a Madrid a verme. Él estaba como un perro enjaulado. Pero a mí me salvó. Me di cuenta, después de quince años de dependencia, miedo y ansiedad por perderle, que no me iba a morir sin él, que podía estar sola, también sin mi novio oficial, y además no estaba tan mal. Cuando terminó el confinamiento ella le puso las maletas en la puerta. Entonces quiso venirse a vivir conmigo y yo le dije que no. Después de quince años le dije por primera vez que no.

Y funcionó. Me duele y me da rabia. Porque sé que si hubiera hecho esto hace muchos años, seguramente se hubiera separado. Pero se lo puse en bandeja, acepté la situación, no me hice valer y él lo aprovechó. También sé que si su mujer no le hubiera echado de casa, seguramente seguiría estando con ella. Y yo seguiría siendo la otra.

Al final, Mikel se buscó una casa, y habló con sus hijos. No les contó lo nuestro, aunque en el fondo creo que siempre han sabido que había otra persona. Yo he dejado a mi pareja. Nunca ha sabido nada y espero que nunca lo sepa. Porque aunque no he estado enamorada del, sí le he querido. Me siento miserable por lo que le he hecho, por haberle utilizado así, pero no he podido hacerlo de otra manera. Tampoco puedo evitar seguir queriendo a Mikel y haber llevado la vida de mierda que he llevado. ¿Ha merecido la pena? Sí, porque por fin he conseguido estar con él, tenerle sólo para mí.


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