Datos reales del matrimonio gay en Costa Rica

Costa Rica es el octavo país del continente americano en aceptar el matrimonio igualitario, el primero en Centroamérica y el 29º en el mundo.Foto: AFP


Por Alberto Cabezas

LA VOZ DE GOICOECHEA.- Según la Oficina de Prensa del Tribunal Supremo de Elecciones se han registrado 104 matrimonios del mismo sexo en los Consulados de Costa Rica en el exterior, 51 parejas se han casado en los Consulados de Estados Unidos en Costa Rica, seguidos por México 13 parejas , posteriormente Colombia 10 parejas, en otros países se registran matrimonios igualitarios pero pocos como en Alemania 2, Argentina 3, Australia 1, Bélgica 1, Canadá 2, Chile 3, Dinamarca 2, España 8, Holanda 2, Honduras 1, Inglaterra 1, Italia 1, Perú 1, Rusia 1 y Turquía 1.

El pasado 26 de mayo se efectúo una actividad online por parte de la Organización Interseccional Pro Derechos Humanos relacionada con este tipo de uniones que estuvo dirigida por Rodrigo Campos.

Según esta ONG dentro de “los logros del presente a la fecha hay registrados más de 900 matrimonios en Costa Rica entre personas del mismo sexo y con ello el reconocimiento de derechos para estas parejas. Dentro de las contradicciones con este reconocimiento perciben que la negociación del Ejecutivo y de la fracción legislativa del partido en el gobierno con los grupos fundamentalistas para aprobar la ley de empleo público respaldando la objeción de conciencia para empleados públicos que los respalda para no acudir a sesiones de capacitación en temas relativos a los derechos humanos relativos a las poblaciones sexualmente diversas. Falta de voluntad política para resolver los problemas de tenencia de tierras a poblaciones originarias. No reconocimiento de derechos humanos a otros colectivos históricamente excluidos. No se cumple aquello de “cambiar a Costa Rica a punta de amor”.

Dentro de lo expuesto se dio a conocer que “hablar de matrimonio igualitario es entender que lo que busca una reforma de este tipo es tomar un régimen legal existente, que cubre en la actualidad solamente a parejas de diferente sexo, y extenderlo a parejas del mismo sexo, volviéndolas en todos los aspectos relevantes, iguales. Lo que se busca es que tanto parejas heterosexuales como parejas homosexuales tengan un mismo y único régimen legal. Adoptar esta concepción fija de antemano el régimen legal que debemos adoptar para satisfacer la demanda por reconocimiento de las minorías sexuales actualmente excluidas en este terreno. Creo que es sensato pensar que dichas minorías podrían no querer una equiparación de sus regímenes legales en atención a las particularidades que los caracterizan, y que una política particularizada, que cumpla el rol de marcador de identidad, pueda asumir protagonismo en la discusión” (Marshall, 2018, pág.203)

“Hablar de matrimonio homosexual permite una plasticidad mayor para la regulación del vínculo entre parejas del mismo sexo, en la medida que al hablar de un matrimonio homosexual no damos por hecho que dicho régimen será el mismo que las parejas heterosexuales” (Basaure, 2015, p. 348).

“Hablar matrimonio de personas del mismo sexo, dado que, en el contexto de la complejidad de identidades existente entre las minorías sexuales, la homosexualidad es una entre varias identidades sexuales y su adopción puede producir un mensaje innecesariamente excluyente para lesbianas, bisexuales, transexuales, queer, intersexuales o asexuales. Esto puede ser visto solamente como una cuestión terminológica, pero tiene profundas implicancias materiales y simbólicas” ( Marshall, op-cit, pág. 203).

Según Linford Patterson Regato de este colectivo “El matrimonio entre personas del mismo sexo conlleva una política de reconocimiento que confiere status de ciudadanía a los grupos LGBTI como manifestación de una sociedad inclusiva e igualitaria. Reformas parciales a partir de la extensión de derechos como manifestación de la demanda por políticas igualitarias y centradas en la identidad que aseguran mejores condiciones de vida para las personas homosexuales.

“Sin embargo, legitima, consolida y extiende a las parejas del mismo sexo los patrones heteronormativos que le son inherentes al matrimonio, naturalizando el heteropatriarcalismo. No hay reformas estructurales profundas, se traslada el mismo modelo: La norma normaliza. El modelo de asimilación constituye otra cara de la homofobia. La sociedad acepta a las parejas homosexuales o lesbianas siempre y cuando se ajusten a determinados criterios: qué hacer (buscar estabilidad emocional y económica), cómo relacionarse (casarse y tener hijos) y cómo comportarse (ser buenos padres o madres, de acuerdo con un modelo impuesto). No hay una nueva propuesta; se reproduce el mismo esquema de familia (con sus roles y estereotipos) y entonces es posible ganar aceptación. El mandato sigue siendo el mismo: que no se les note. Tal es el peligro de la homofobia normalizadora (Torres, 2012, pág.16)

“Hoy nos convoca EL AMOR. No es el derecho, no es la ley; sino el amor. El amor sin importar ataduras. Sin clósets ni escondites. El amor sin barreras. Porque para el amor no hay ley que valga: ¡Sobre los corazones no gobierna la ley; ¡GOBIERNA EL AMOR! El amor que vence; aunque su camino sea largo y complejo. Detrás de muchas historias de amor se esconden lo que alguna vez fueron dolor y desesperanza. Aquellas personas que amaron en la clandestinidad; pero el miedo y el odio de otros les alejó para siempre. Aquellos a quienes se les impidió despedirse de sus parejas con su simple “te amo” en el ocaso de sus vidas. O a quienes la sociedad no les permitió formar familia y la soledad terminó por abrazar sus noches. Hoy, sin embargo; es un día de alegría porque celebramos el amor. Lo cual no todos los días estamos acostumbrados a hacer. Hoy estamos siendo aliados y aliadas porque el amor no hay quien lo detenga. Aliados y aliadas de una campaña sin precedentes en el país. Si tan solo imagináramos que nuestra principal función en el mundo fuera construir el amor y derribar los muros del odio. Si tan solo el amor fuera la guía de vida, quizá escaparíamos de las barbaries de la guerra y el odio. El amor une, el amor abraza, el amor construye. No hay sociedad; no hay convivencia si no hay amor. Esta campaña se hace en nombre del amor, del que no aplican restricciones. Una campaña que nace de las organizaciones de la sociedad. Felicito a cada una de las personas, organizaciones, empresas que hoy están construyendo amor. A todo el movimiento de matrimonio civil igualitario. Acompaño y abrazo esta iniciativa porque humaniza, sensibiliza y provoca empatía. Es momento de construir sobre la base del amor, lo que alguna vez el miedo y el odio intentaron derribar ¡Qué viva el amor!” (Luis Salazar, 28 de agosto del 2019).

“El amor en la posmodernidad es una utopía colectiva que se expresa en y sobre los cuerpos y los sentimientos de las personas, y que, lejos de ser un instrumento de liberación colectiva, sirve como anestesiante social. El amor hoy es un producto cultural que calma la sed de emociones y entretiene a las audiencias. Alrededor del amor ha surgido toda una industria y un estilo de vida que fomenta lo que H.D. Lawrence llamó “egoísmo a dúo”, una forma de relación basada en la dependencia, la búsqueda de seguridad, necesidad del otro, la renuncia a la interdependencia personal, la ausencia de libertad, celos, rutina, adscripción irreflexiva a las convenciones sociales, el enclaustramiento mutuo… Este enclaustramiento propicia el conformismo, el viraje ideológico a posiciones más conservadoras, la despolitización y el vaciamiento del espacio social, con notables consecuencias para las democracias occidentales y para la vida de las personas. Las redes de cooperación y ayuda entre los grupos se han debilitado o han desaparecido como consecuencia del individualismo y ha aumentado el número de hogares monoparentales. La gente dispone de poco tiempo de ocio para crear redes sociales en la calle, y el anonimato es el modus vivendi de la ciudad: un caldo de cultivo, pues, ideal para las uniones de dos en dos (de ser posible monogámicas y heterosexuales)” (Coral Herrera, 2013).

Para Rodrigo Campos “El amor romántico se adapta al individualismo porque no incluye a terceros, ni a grupos, se contempla siempre en uniones de dos personas que se bastan y se sobran para hacerse felices el uno al otro. Esto es bueno para que la democracia y el capitalismo se perpetúen, porque de algún modo se evitan movimientos sociales amorosos de carácter masivo que podrían desestabilizar el statu quo. Por esto en los medios de comunicación de masas, en la publicidad, en la ficción y en la información nunca se habla de un “nosotros” colectivo, sino de un “tú y yo para siempre”. El amor se canaliza hacia la individualidad porque, como bien sabe el poder, es una fuerza energética muy poderosa. Jesús y Gandhi expandieron la idea del amor como modo de relacionarse con la naturaleza, con las personas y las cosas, y tuvieron que sufrir las consecuencias de la represión que el poder ejerció sobre ellos”.

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