Poeta escritora y periodista
Vi el páramo hermitaño en sus adentros,
la tierra mezcló
sus tonos
rojos,
negros,
grises,
entre hierba y flor
se habrió
la herida de la tierra
hasta las entrañas,
se rompió
el centro
de este universo interno,
flor y nardo
cedro y pino
helecho y agua
en mis manos,
flores rojas,
amarillas,
verdes hasta la raíz,
movían el aliento
de sus voces
entre la niebla.
Allá adentro,
en el gris blanquecino
de la montaña,
bosque adentro ,
la niebla es libre,
entre muzgo
y florecillas silvestres,
me cubro de aromas,
el viento fresco
levanta mi falda,
se despliega
en la cienaga
con las piedras
llenas de muzgo
y agua,
me convierto en flor,
en un puñado de hortensias
abrazadas en el campo,
me quedo en un instante mágico,
en el encantamiento,
en la magia de la tierra,
soy tierra,
caracol
piedra.
En el fondo del páramo
soy árbol,
desde donde brota
el agua cristalina,
me desprendo,
me dejó llevar
suavecito,
me deslizo
por el río que nace.
Ahora soy libélula
me poso en las flores,
levito en el néctar.
La montaña es un jardín
de flores múltiples,
me tiendo en la hierva
anonadada,
absorta,
mientras la montaña
cae en boronitas
sobre sus boronas,
hojas,
ramas ,
avecillas muertas
la renuevan
gira.
La lluvia moja mi cara ,
el agua brota
de las piedras vivas.
El sol apenas aparece
entre el verde universal
se vuelve guía de la tarde.
Me vuelvo viento,
me respiro,
hay tanto verde
tantas piedrecillas sueltas,
saltan entre si
como si fueran niñas,
duele si se rozan
hasta que el tiempo
en su camino
las vuelva seda.
Ahora soy hoja
todos los árboles
son mi padre
ese que nació
en la montaña,
el que habrió
camino con sus manos,
él se volvió ceniza,
ángel,
me aferro
a mi padre
árbol,
me alimenta
me abraza,
¡Estoy llena de vida!
Marlen Ramírez.
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