Columnista Invitado: Julio César Rocha*


“Un paso más de Nicaragua: las puertas del conocimiento universitario”

Uno de los asuntos más debatidos en los últimos tres siglos es el de la escolaridad desde que los ilustrados se propusieron poner la educación al alcance de todos. Muchos han sido los países que se han acercado a la escolaridad plena pero ni siquiera está aplaca ese estado de insatisfacción que se respira en la sociedad actual una sociedad que constantemente recurre a la crítica el debate o la revisión el problema es complejo y no parece cercana a una solución de consenso que satisfaga a todos porque las sociedades cambian las culturas evolucionan y con ellas los sistemas educativos, pero ante el cambiante panorama de la educación tanto presente como futura cabe preguntarse por el rumbo que tomará la escuela en el siglo XXI: una escuela esencialmente globalizada presidida por la celeridad la interacción las diferencias culturales y la universalidad de conocimiento.

Poco a poco las sociedades de hoy y del mañana vienen desarrollando una cierta rebeldía hacia el totalitarismo de que sólo existe una forma de vivir y de legitimar las opiniones. Caminamos sin un rumbo definido hacia una postmodernidad teñida de desencanto y dominada por los medios de comunicación de masas un contexto incierto que se proyecta sobre la educación es decir que cada vez hay menos valores inamovibles y más diversidad educativa la cultura homogénea es hoy por hoy una utopía inalcanzable lo que implica que el maestro, el docente, está obligado a desarrollar las habilidades necesarias para evitar la segregación fomentando el diálogo y la tolerancia.

La identidad ya no se forja en torno a un valor nacional religioso o étnico, sino que es la conciencia individual la que condiciona de la personalidad y en los últimos tiempos del saber tecnológico está ganando terreno frente al conocimiento científico tal y como apuntan las perspectivas del futuro manejadas por pedagogos por historiadores y por docentes.

Todo lo anterior nos hace reflexionar donde estamos y hacia dónde vamos respecto a la educación mundial; las formas tradicionales de aprendizaje están siendo reemplazadas por entornos interactivos y aulas dinámicas y todo apunta a que, en la escuela del futuro, las clases magistrales desaparecerán y el profesor dejará atrás su rol de transmisor de conocimientos para poco a poco convertirse en un guía, un orientador de contenidos.

La inercia de los nuevos tiempos nos lleva a un contexto de aprendizaje colaborativo y de educación personalizada con un currículo a la medida de las necesidades, las habilidades de cada estudiante y nos da a conocer las pautas para que Nicaragua se fortalezca en los procesos de autoevaluación. Asimismo, algunas universidades privadas nicaragüenses se incorporaron a la Asociación de Universidades Privadas de Centroamérica (AUPRICA), primero por carreras y posteriormente institucional con miras al mejoramiento, en consecuencias las universidades públicas y privadas han tomado el reto de trabajar en pro de la calidad y la mejora continua en correspondencia con el Plan Nacional de Desarrollo Humano (PNDH) que impulsa el Gobierno.

El segundo eje que ha tenido prioridad es la Interculturalidad de la Educación Superior, según nuestra universidad comunitaria URACCAN, miembro del Sistema de Educación Superior de Nicaragua, la Educación Intercultural se caracteriza por el cambio, intercambio y la interacción de la comunidad educativa, su meta es ayudar a las personas a construir sus identidades, es un enfoque educativo-inclusivo basado en el respeto y la valoración de la diversidad cultural sin ningún tipo de discriminación.

El compromiso de asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible no es tarea de uno solo, es una tarea conjunta entre todos los involucrados, sociedad civil, estudiantes, docentes, gobierno central, todo ello con el objetivo de lograr un desarrollo sostenible y una calidad de vida sustentable.

Las universidades son determinantes en la provisión del potencial humano que el desarrollo sostenible reclama, lo que no solo significa conocimientos, habilidades y destrezas también implica valores y actitudes, para avanzar en un modelo de desarrollo sostenible e incluyente basado en el conocimiento, la innovación y el aprendizaje, son decisivos, la prioridad está, entonces, en la atención a la formación del potencial humano interno de las universidades, pero también tenemos que mirar hacia nuestro entorno para cumplir con el compromiso social que tenemos ante el pueblo.

La educación superior como un bien público, social, un derecho humano y universal y un deber de los Estados. Estos principios se fundan en la convicción profunda de que el acceso, el uso y la democratización del conocimiento es un bien social colectivo y estratégico, esencial para poder garantizar los derechos humanos básicos e imprescindibles para el buen vivir de nuestros pueblos, la construcción del protagonismo del pueblo en su emancipación y la integración regional solidaria.

*Estudiante de Doctorado en Educación e Intervención Social (UNAN- Managua), Máster en Ciencias con énfasis salud Mental y adicciones.

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