Don Modesto nunca residió en la colonia Rodrigo Facio Brenes aunque la mayor parte de su existencia ahí sucedió. No tiene claridad del origen gallego del apellido materno
Por Gerardo A. Pérez Obando (Gapo)
LA VOZ DE GOICOECHEA.- “La colonia no es igual desde que don Modesto se retiró”…contaba con nostalgia una vecina en la cortina del negocio que tuvo su proveedor de verduras por más de 50 años. “Desde que llegó esta esquina se convirtió en punto convergente de sonrisas, saludos, ocurrencias, tertulias y confianza de llevar mercancía para pagar a la quincena, parte de la historia vecinal…modestamente cayó el telón”…Aunque a viva voz, hablaba sola, nadie la escuchaba pero concluyó devolviéndose sobre sus pasos.
Don Modesto es leyenda urbana. Nació un 12 de setiembre de 1929 en Sabanilla donde lo enviaron a la primaria para aprender a leer y escribir. Con las habilidades aprendidas le cambiaron el panorama para matricularlo en la academia de la vida donde aprendió la ley de la supervivencia cotidiana en las faenas de campo con su padre.
El amor nació en Sabanilla en la finca de Manuel Quesada, sonríe…En un cafetal recibió el flechazo de un Cupido olvidadizo detrás de una bella joven con la cual intercambió de inmediato miradas y sonrisas. Recuerda contento que meses después ingresaban a la capilla. Siempre fue enérgico. Un día conversando con su esposa Cecilia preguntó si le parecía un cambio de aire.
Previo a cumplir 30 años tomaron camino entres senderos encontrando a las horas un caserío. Después de algunas conversaciones había conseguido empleo y techo para guarecerse; justamente lo que buscaban…lejos del ayer.
Para 1958 estaban establecidos según planes. Recuerda a Mozotal como cafetales entremezclados con una que otra casa donde la vecindad se conocía. Combinaba la faena con viajes al mercado Borbón para traer verduras a la comunidad. La cercanía del barrio Los Ángeles hizo crecer la demanda acelerando el tiempo para expandir la actividad comercial.
La solución encontrada fue práctica y económica. El carretón de don Modesto era una verdulería ambulante que abastecía y recorría la barriada o lo buscaban en su casa cuando se les pasaba.
Cuatro años después escuchó que hacia el este habían construido un nuevo asentamiento habitacional, se aventuró con el carretón topándose a los cien metros un gran rótulo: “Invu, colonia Rodrigo Facio Brenes”. En otra señal leía “Paseo del Bosque”.
No había caminado cien metros cuando la carretilla quedó rodeada por clientes que necesitaban todo lo que llevaba. Ese día alegre regresó temprano a la casa.
Hace más de seis décadas un niño de ocho años observó a Modesto subiendo una pequeña cuesta por la Alameda 6. Sin pensar ni decirle algo comenzó a impulsar el carromato desde atrás. Esa alianza perduró unos años aún después de estacionar el negocio rodante.
Comenzó a tomar a los nueve años y a fumar un poco después. Lo pedían que fuera a comprar guaro de contrabando pero antes de entregarlo le pegaba un “chupete” al recipiente. Hace 53 años al nacer la última hija abandonó las copas, poco después el fumado.
En 1963 convirtió la colonia en su sede. Carretoneó por dos años y un día donde termina el Paseo del Bosque observó una carnicería. “La Central” leía con la vista cuando escuchó su nombre. Su primo Edwin Esquivel la atendía proponiéndole que se estableciera en el lugar. Dos años habían pasado cuando debido a una discusión y la vacante en un inmueble cercano canceló el pacto.
Don Mario Valverde, predecesor del negocio, había consolidado un punto comercial tan fuerte que el puesto nunca requirió de rótulo para atraer clientes.
Con los años los vecinos conocían la calle de Modesto más que el nombre oficial que aún ostenta la vía: Juan XXIII.
Al preguntarle su versión del “Club de las palomas…” de su mente fluyen nombres impregnados de nostalgia: Manuel Vargas (+), Víctor Díaz (Semillita) (+), Filemón Molina (+), German Fallas (+), Miguel Corrales (+) y sonriente contesta:
“Le decían así porque hasta hoy, el lugar ha estado poblado de palomas que vuelan por doquier. Al que maliciosamente se refieren es en otro pueblo...en realidad fuimos compañeros por muchos años, nos reuníamos a tertuliar y lamentablemente poco a poco la mazorca se fue desgranando. Nadie se atrevía a reemplazarlos…las sillas se fueron quedando vacías…soy el sobreviviente de todos”.
“Me encantaba jugar a las cartas, a veces compartíamos hasta al amanecer jugando ron o póker con Alexis (+), Parrita (+), Timoteo, Mario…buenos tiempos los del naipe… sonríe…”
Don Modesto en este momento tiene 92 años, vive en Calle Mozotal diagonal al Super Canaán en la misma casa de siempre.
Grata e inesperada fue la sorpresa al conocer el día de nuestro encuentro que el infante que le ayudó en sus inicios es el vecino Abel Corella Ramírez.
Su hija Mercedes Serrano Bejarano llega por la mañana para acompañarlo durante el día. Si algún día anda por ahí y quiere saludarlo le contamos que le gustan los helados…
Don Modesto, gracias por su aporte y cariño a Mozotal, Los Ángeles y colonia Rodrigo Facio Brenes…nunca lo olvidaremos.
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