La ONG Transport & Environment ha publicado un nuevo estudio en el que demuestra que la cantidad de materias primas que precisa un vehículo eléctrico para su fabricación y durante su vida útil, es inferior a la que necesita un vehículo equivalente de combustión. En el estudio T&E proporciona más pruebas de que la huella de carbono de los vehículos eléctricos es inferior teniendo en cuenta todo el ciclo de vida de ambas tecnologías, desde la obtención de su combustible hasta el reciclaje final tras su vida útil.
En el estudio se analizan de manera colectiva la cantidad de materiales “que se pierden” desde que “entran” a formar parte de un vehículo hasta que “salen de él”, es decir la cantidad de materiales que no se puede reutilizar. Comparando únicamente la fuente de energía que los mueve, en el caso de un coche eléctrico medio la cantidad resultante es relativamente pequeña ya que la mayoría de los componentes que forman parte de su batería se pueden reciclar. Sin embargo, en el caso de ese mismo vehículo movido por gasolina o diésel, significan miles de barriles de petróleo durante toda su vida útil que no se pueden recuperar.
Según el estudio, el volumen de combustible quemado en este caso es de 300 a 400 veces superior al material que se pierde (sin reciclar) durante la fabricación de la batería de un vehículo eléctrico, lo que ratifica lo que se afirma en el vídeo del canal de Youtube GasTroll editado con la ayuda de Fully Charged. Esta conclusión pone en perspectiva el impacto ambiental que deja tras de sí un vehículo de combustión en comparación con uno eléctrico, y aclara algunos de los conceptos erróneos que se los detractores de la movilidad eléctrica emplean en su argumentario habitual.
Las emisiones que provienen de la extracción de las materias primas que forman parte de los componentes de la batería, como el cobalto, que en muchos casos han llevado a muchos a dudar sobre la conveniencia de los vehículos eléctricos. Esto es así incluso cuando muchos estudios ya han demostrado que sus emisiones durante su vida útil son muy inferiores a las de los vehículos de combustión interna.
La gasolina y el diésel requieren una gran cantidad de energía, que también ha de considerarse como parte de la huella de carbono de un coche de combustión durante toda su vida útil.
El estudio destaca el consumo energético necesario para crear la gasolina o el diésel que emplea un vehículo de combustión comparándolo con el que requiere uno eléctrico. El resultado anula un argumento que habitualmente se utiliza para demonizar a los coches eléctricos como es que estos queman combustibles fósiles en la generación de la energía que se emplea para recargar sus baterías. Esta cantidad, que varía en función de mix energético de la región en la que se produzca esta recarga, es muy inferior a la de los vehículos de combustión y se reduce paulatinamente según aumenta la producción de energía a través de fuentes de energía renovable.
Otro factor que ha tenido en cuenta el estudio es el reciclaje de las baterías, en contraposición con la imposibilidad de aprovechar los combustibles fósiles una vez se queman. El reciclaje podría reducir la necesidad de nuevas materias primas para las baterías. En 2035, en Europa, más de una quinta parte del litio y del níquel, y el 65% del cobalto, necesarios para fabricar una batería nueva, podrían provenir del reciclaje.
Los avances tecnológicos también podrían reducir la necesidad de materias primas. El estudio predice que la cantidad de litio necesaria para fabricar una batería podría reducirse a la mitad durante la próxima década, el cobalto en más de tres cuartas partes y el níquel en una quinta parte. Además, T&E predice que Europa producirá suficientes baterías para abastecer a su propio mercado de vehículos eléctricos
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