Por Alberto Cabezas
LA VOZ DE GOICOCHEA.- El 11 de febrero de cada año la Iglesia católica celebra la Jornada Mundial del Enfermo en la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes México.
El lema para este 2021 es: «Uno solo es su Maestro y todos ustedes son hermanos (Mt 23,8). La relación de confianza, fundamento del cuidado del enfermo».
El Papa Francisco nos invita a actuar en bien de los enfermos, a brindar una atención especial a las personas enfermas y a quienes cuidan de ellas, tanto en los lugares destinados a su asistencia como en el seno de las familias y las comunidades.
En este año se invita orar en particular por aquellos que sufren en todo el mundo los efectos de la pandemia del coronavirus.
A todos, especialmente a los más pobres y marginados, se expresa la cercanía espiritual y al mismo tiempo desean la solicitud y el afecto de la Iglesia.
El tema de esta Jornada se inspira en el pasaje evangélico en el que Jesús critica la hipocresía de quienes dicen, pero no hacen (cf. Mt 23,1-12).
“Cuando la fe se limita a ejercicios verbales estériles, sin involucrarse en la historia y las necesidades del prójimo, la coherencia entre el credo profesado y la vida real se debilita. La experiencia de la enfermedad hace que sintamos nuestra propia vulnerabilidad y, al mismo tiempo, la necesidad innata del otro. Nuestra condición de criaturas se vuelve aún más nítida y experimentamos de modo evidente nuestra dependencia de Dios. Efectivamente, cuando estamos enfermos, la incertidumbre, el temor y a veces la consternación, se apoderan de la mente y del corazón; nos encontramos en una situación de impotencia, porque nuestra salud no depende de nuestras capacidades o de que nos “angustiemos” (cf. Mt 6,27),” argumento Carlos Garfias arzobispo de Morelia vicepresidente de la Conferencia Episcopal Mexicana.
“La enfermedad impone una pregunta por el sentido, que en la fe se dirige a Dios; una pregunta que busca un nuevo significado y una nueva dirección para la existencia, y que a veces puede ser que no encuentre una respuesta inmediata. Nuestros mismos amigos y familiares no siempre pueden ayudarnos en esta búsqueda trabajosa. La enfermedad ordinariamente tiene un rostro, incluso más de uno: tiene el rostro de cada enfermo y enferma. La pandemia actual ha sacado a la luz numerosas insuficiencias de los sistemas sanitarios y carencias en la atención de las personas enfermas” adiciono el religioso.
“Los ancianos, los más débiles y vulnerables no siempre tienen garantizado el acceso a los tratamientos, y no siempre es de manera equitativa. Esto depende de las decisiones políticas, del modo de administrar los recursos y del compromiso de quienes ocupan cargos de responsabilidad. La cercanía a los enfermos es un bálsamo muy valioso, que brinda apoyo y consuelo a quien sufre en la enfermedad. Como cristianos, vivimos la proximidad como expresión del amor de Jesucristo, el buen Samaritano, que con compasión se ha hecho cercano a todo ser humano, herido por el pecado. Unidos a Él por la acción del Espíritu Santo, estamos llamados a ser misericordiosos como el Padre y a amar, en particular, a los hermanos enfermos, débiles y que sufren (cf. Jn 13,34-35,” asevero Garfias.
Por último, hizo hicnape en que “vivimos esta cercanía, no sólo de manera personal, sino también de forma comunitaria: en efecto, el amor fraterno en Cristo genera una comunidad capaz de sanar, que no abandona a nadie, que incluye y acoge sobre todo a los más frágiles. Tengamos muy presente lo que el Papa Francisco nos dice: Uno solo es su Maestro y todos ustedes son hermanos (Mt 23,8). La relación de confianza, fundamento del cuidado del enfermo”.
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