Génesis 4:15: ”Y el Señor le dijo: No será así; si alguien mata a Caín, lo pagará siete veces". Y el Señor puso una señal a Caín para que si alguien lo encontraba, no lo matara.
* Por CARLOS GARFIAS MERLOS
Comentario
LA VOZ DE GOICOECHEA.– BUENA VOLUNTAD Al inicio del Año Nuevo 2021, les deseo a todos que el Niño Jesús, nacido en Belén, llene su corazón de alegría, fraternidad, justicia, amor y paz.
Iniciemos este Año Nuevo con el propósito de ser constructores de paz en medio de nuestro mundo, de nuestra sociedad y de nuestras comunidades a pesar de la crisis sanitaria de COVID-19.
Atendamos el llamado que nos hace el papa Francisco en su Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz 2021: La cultura del cuidado como camino de paz: cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy en día.
La Sagrada Escritura presenta a Dios no sólo como Creador, sino también como Aquel que cuida de sus criaturas, especialmente de Adán, de Eva y de sus hijos.
El mismo Caín, aunque cayera sobre él el peso de la maldición por el crimen que cometió, recibió como don del Creador una señal de protección para que su vida fuera salvaguardada (cf. Gn 4,15).
Este hecho, si bien confirma la dignidad inviolable de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios, también manifiesta el plan divino de preservar la armonía de la creación, porque «la paz y la violencia no pueden habitar juntas». La vida y el ministerio de Jesús encarnan el punto culminante de la revelación del amor del Padre por la humanidad (cf. Jn 3,16).
En la sinagoga de Nazaret, Jesús se manifestó como Aquel a quien el Señor ungió “para anunciar la buena noticia a los pobres, enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dejar en libertad a los oprimidos” (Lc 4,18).
Estas acciones mesiánicas, típicas de los jubileos, constituyen el testimonio más elocuente de la misión que le confió el Padre.
En su compasión, Cristo se acercaba a los enfermos del cuerpo y del espíritu y los curaba; perdonaba a los pecadores y les daba una vida nueva. Jesús era el Buen Pastor que cuidaba de las ovejas (cf. Jn 10,11-18; Ez 34,1-31); era el Buen Samaritano que se inclinaba sobre el hombre herido, vendaba sus heridas y se ocupaba de él (cf. Lc 10,30-37).
En la cúspide de su misión, Jesús selló su cuidado hacia nosotros ofreciéndose a sí mismo en la cruz y liberándonos de la esclavitud del pecado y de la muerte.
Así, con el don de su vida y su sacrificio, nos abrió el camino del amor y dice a cada uno: “Sígueme y haz lo mismo” (cf. Lc 10,37).
Para nosotros, las obras de misericordia espiritual y corporal constituyen el núcleo del servicio de caridad de la Iglesia primitiva. Los cristianos de la primera generación compartían lo que tenían para que nadie entre ellos pasara necesidad Mensaje de Año Nuevo 2021 2 (cf. Hch 4,34-35) y se esforzaban por hacer de la comunidad un hogar acogedor, abierto a todas las situaciones humanas, listo para hacerse cargo de los más frágiles.
Así, se hizo costumbre realizar ofrendas voluntarias para dar de comer a los pobres, enterrar a los muertos y sustentar a los huérfanos, a los ancianos y a las víctimas de desastres, como los náufragos. Y cuando, en períodos posteriores, la generosidad de los cristianos perdió un poco de dinamismo, algunos Padres de la Iglesia insistieron en que la propiedad es querida por Dios para el bien común.
El cuidado como promoción de la dignidad y de los derechos de la persona. El concepto de persona, nacido y madurado en el cristianismo ayuda a implementar un desarrollo plenamente humano.
Porque persona significa siempre relación, no individualismo, afirma la inclusión y no la exclusión, el respeto a la dignidad única e inviolable y no la explotación.
Cada persona humana es un fin en sí misma, no puede ser un simple instrumento que se aprecia sólo por su utilidad, además ha sido creada para convivir en la familia, en la comunidad, en la sociedad, donde todos los miembros tienen la misma dignidad.
De esta dignidad derivan los derechos humanos, así como los deberes, que recuerdan, por ejemplo, la responsabilidad de acoger y ayudar a los pobres, a los enfermos, a los marginados, a cada uno de nuestros "prójimos, cercanos o lejanos en el tiempo o en el espacio".
* Arzobispo de Morelia vicepresidente de la CEM
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