Una vida…varias muertes…última salida


Por Gerardo A. Pérez Obando (Gapo)

LA VOZ DE GOICOECHEA.- Buscando tema para comentar procuré que fuese atractivo, de lectura fácil, cómoda para entender, amena, pero sobretodo adhesivo a la mente. Que permaneciera un período en la imaginación con el fin que fuese en cualquier ocasión punto de discusión para compartir criterios, enriquecimiento personal o enseñanza por si a alguien le pudiese interesar.

Sin abstraerme miré hacia dentro encontrando una respuesta: la existencia. El resultado del tema no resultó tan sencillo porque de pronto estaba ante el reto de abordar una trama complicada de manera llana.

Y es que nuestra vida es un yacimiento de experiencias inagotable. Si pudiésemos multiplicarla por la población mundial imaginemos el tamaño y dimensión de las vetas. Al adicionar los obligados cruces sociales se superaría por mucha extensión a la red de la Internet.

Normalmente tememos a la muerte. A veces no queremos mencionarla, mucho menos hablar de ella. Lo que no deducimos es que al nacer la vida viene acompañada de la parca. La existencia siempre la disfrutamos bajo el acecho de la guadaña. Tratamos de ignorarla pero de vez en cuando ella nos recuerda su existencia utilizando telegramas mentales con accidentes leves, llevándose un vecino, amigo o familiar lejano. No utiliza “guasap” porque no somos prioridad inmediata…por ahora.

La primera defunción es inaugural. Con el primer grito de guerra que damos al ver la luz exterior cuando recién nacimos celebramos el término del proceso de nueve meses de gestación, abandonando el enclaustramiento preparatorio.

Durante el proceso de crecimiento sucumben varias etapas que debemos transitar para nunca volver. El camino desde la niñez hacia la pubertad y adolescencia. En este período empieza una sub red de la cual sobreviven recuerdos, emociones, experiencias, relaciones familiares y amistosas. Salvo que tengamos un arraigo definido con el tiempo tendemos a olvidar muchas vivencias por circunstancias diferentes, falleciendo en este proceso los ciclos de la infancia, niñez y parte de la adolescencia.

El área educativa adiciona importancia sobre todo en las últimas generaciones por ser agente de traslape entre grupos sociales que han sido condiscípulos desde preescolar hasta la enseñanza superior superponiéndose al paso de castas. Sin embargo la cadena de extinciones prosigue de la forma en que subimos escalones. Estas gradas tampoco permiten retorno. Encontramos desviaciones horizontales o vías opcionales de escape para que haya participación general pero siempre en ascendencia. Muere aquí la adolescencia, parte de juventud y madurez, comenzando a conocer el precio de la experiencia.

La muerte sigue escoltando sin que querramos saber de ella cuando deberíamos tomar en cuenta que es compañía natural de la existencia. Para morir lo único que se requiere es tener aliento. Hemos coexistido varios procesos y estamos casi preparados para enfrentar la subsistencia personal, familiar, laboral. Debemos estar seguros de lo que realmente nos gusta hacer porque si vivimos haciendo lo que nos deleita, nuestra vida será más placentera. Disfrutaremos cada momento, no tendremos congojas ni quejas de nuestra existencia, subsistiremos gozando siempre la buena cosecha. Estamos casi a mitad del camino, hasta acá podemos conservar el núcleo amistoso y familiar pero cuidado…, llegamos al momento donde la mazorca comienza a desgranarse... Somos adultos.

En época pasada debido a la menor expectativa de vida, nuestros antecesores, con consentimiento de ellos eran etiquetados, mejor dicho desechados a muy corta edad. Después de 40 años consideraban a las mujeres “viejas”. Los hombre de 50 éramos “rocos” y si pasábamos los 60, caíamos en el rango de “viejillos o ancianos”

El privilegio de nuestro tiempo es que la brecha se amplió. Al subir la esperanza de vida se rompió el esquema, ahora encontramos variedades como en un negocio de conveniencia.

Las damas no tienen edad porque mientras se mantengan potables nadie las podrá encasillar como viejas, ni ellas lo permitirán.

Los caballeros a veces exageramos el rol pero seremos atractivos mientras nos mantengamos agradables y sobre todos simpáticos.

Debido a que hace cuatro párrafos no se menciona podríamos preguntar. ¿Qué pasó con la Calaca…se fue de paseo? ¿Estará concentrada en la reciente “operación” COVID-19? Pues no. Como para ella no existe nacionalidad, edad, género ni color. Nos ha dejado tranquilos porque de los que traíamos al nacer, solo un boleto nos queda en la cartera.

Nos conoce, sabe al dedillo que la echamos de ver pero la ignoramos. Aprendió nuestras debilidades, enfermedades y padecimientos pero también reconoce nuestra fortaleza. Que somos titanes por haber campeonizando en la ruta gestante. Héroes porque estamos en camino o hemos llegado a la cúspide de nuestra existencia.

Estamos mano a mano. De ahí la importancia del mensaje.

Debemos estar preparados y en paz para el momento con nos y el prójimo. Hemos cumplido a cabalidad nuestras etapas menos una:

Montarnos en su carruaje para el viaje de retorno hacia la eternidad. De nosotra/os depende que el periplo sea agradable o tortuoso.


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