Por Alberto Cabezas
LA VOZ DE GOICOECHEA. “Hace unos veinte años no se hablaba comúnmente en Nicaragua de cambios climáticos. Pero conocíamos muy bien las consecuencias de seguir maltratando, erosionando, agotando los suelos de las laderas cultivadas: la pobreza creciente, la necesidad de salir del país a buscar más ingresos que las familias necesitaban”, afirmo Dominique Ruegsegger Gerente de la Finca Santa Clara ubicada en Jinotepe, Nicaragua.
Agrego “muchas ONG, por lo menos en Nicaragua, intentaban propiciar el cambio en la forma de producir de los campesinos pobres: que no se erosione el suelo, mejorar su fertilidad, sembrar árboles, usar menos insumos químicos, y en consecuencia ganar un poquito más”.
Con Ruegsegger conversó el Periódico La Voz de Goicoechea.
¿Cómo surge la Finca Santa Clara?
Creemos una pequeña empresa que pudiera comprar productos a los pequeños productores que conservaran su suelo y a un precio un poco mayor.
Así nace a inicio del año 2005 la empresa “Finca Santa Clara” de productos alimentarios envasados, a iniciativa de la pareja nuestra, sin ningún fondo propio y sin experiencia del mundo de los negocios.
En el transcurso de estos años aprendimos mucho y descubrimos mejor el mundo nuestro.
¿Cómo observas el Mercado internacional versus contribución al PIB nacional en la región centroamericana?
En la televisión nos invaden publicidades de productos conocidos muchas veces en muchos países.
Son empresas gigantescas que controlan nuestros mercados, influyen en nuestros gustos y acaparan una parte importante de los estantes de los supermercados.
Es difícil para pequeños productores o una PYME de hacerse un espacio en estos puntos de ventas y cumplir con todos sus requisitos.
O sea, ¿un pequeño se puede codear con estos gigantes que dominan el mercado mundial?
Sin embargo, es el entrelazado de pequeñas empresas y pequeños productores que contribuimos al PIB nacional, sostenemos la economía y (de poco a poco) creamos tantas fuentes de trabajo.
La pandemia nos reveló cómo los capitales se iban, cerraban empresas, dejando detrás de ellos muchos desempleados.
¿Cómo se puede apreciar la demanda de productos sanos, orgánicos versus la capacidad adquisitiva del consumidor?
A todas y todos nos gusta comer sano y bueno.
Pero muchas veces el dinero no alcanza.
Tenemos que comprar lo que nos permite nuestra bolsa, muchas veces lo más barato, terminando por encontrar bueno lo que compramos y comemos.
Y otros con mayor poder adquisitivo compran lo sano, lo certificado orgánico, los productos frescos que se consiguen en los mercados orgánicos.
Nuestra PYME ofreció productos orgánicos certificados, pero estos no fueron aceptados por las tiendas especializadas, con el argumento (válido) que eran precios demasiado elevados
Muchas veces se exporta lo orgánico, y nuestros pequeños mercados nacionales no ofrecen siquiera todo lo orgánico, bueno y sano que se producen.
Un día alguien me dijo: “vos, nunca vas a ser un buen jefe”.
Tenía razón. Nunca seré un jefe de los que conocemos: él que solo da órdenes, grita, menosprecia, él que demuestra su poder, el cacique.
Todos somos seres humanos, iguales, hombre o mujer, ingeniero/a o operarario/a, y por lo tanto nos debemos el respeto entre nosotros.
Cuesta hablar cuando aprendimos a callar.
Cuesta opinar cuando nos lo pide el responsable si aprendimos a decir “si señor”.
Otro día le pregunté a un empleado lo que más le gustaba hacer. “¿Para qué quiere saberlo?” me contestó y nunca me contestó mi pregunta.
¿Para qué lo quería saber? más hacía lo que le gustaba, mejor para él y mejor para la empresa (ya que iba a trabajar más a gusto y seguro más efectivo).
Les dejo contestar la interrogante: ¿Cómo él lo había entendido?
La democracia inicia por casa, en “Finca Santa Clara” queremos aportar nuestro granito de arena en nuestra empresa, en pequeño.
Es lo que esperamos para nuestro país, nuestra región: aprender a participar y hacer participar, aprender el respeto hacia los y las demás, construyendo juntos.
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